Por Claudia Quintero
La
televisión ha cambiado en sus contenidos. Para construir
nuevas fórmulas en su programación, ahora muestra
lo que antes no se develaba o se aproxima a quien de antes se
alejaba.
Por "La Academia" ya
sabemos cómo es que probablemente le hacia don Raúl
Velasco en su Siempre en Domingo para fabricar a las estrellas
del ámbito musical en México. Por "Big Brother"
conocemos cómo es que la vida cotidiana de un ciudadano
entre tantos se descotidianiza para transformarse en asunto
público.
Entonces el hombre común,
gracias al poder del medio masivo, se convierte en celebridad
pagando un costo. Fausto le vende su alma al diablo en tiempos
posmodernos y todos ayudamos en la transacción.
La telerealidad en la temática
de un casa prefabricada es el show para la audiencia como voyeurs
seducidos por ver cómo cambia la vida de alguien cotidiano
que vive en la tele. Vida, ahora armada, de un personaje que se
vio seducido a la vez por la promesa de una fama facilita, adelantada
y pasajera; este espectáculo es la dinámica de la
seducción de una imagen no conocida en vías de posicionarse
en el escenario de la tele. Es la seducción de verle en
varios ángulos y por varias cámaras cómo
duerme, come y se relaciona con otros pocos a los que llega a
amar y a odiar hasta la misma euforia, hastío o depresión.
Imagen que va y viene, que se fija en un cuerpo para exponerlo
y venderlo. Mente en un cuerpo que evita hablar explícitamente
de la lucha de clases y de las desigualdades por que, por más
que quisiera, en ese escenario es sobre todo cuerpo, materia prima
de producción para el entretenimiento. Pero ahí,
en ese espacio figurado como hogar, todo se representa pues está
predestinado en el guión que la pretty face de nice
body, y tipo de novia que todo novio desearía tener,
se dé un encontronazo simbólico e implícito
(dado a sus desdenes montados) con la figura representante de
la clase proletaria. Y del odio tal vez nazca el amor, si así
el guionista lo ve sano para el rating. Lo predigo.
A través de la exposición
de Salvador Leetoy, Profesor Asociado del Departamento de Comunicación
y Humanidades del ITESM Guadalajara, especializado en estudios
culturales y propaganda, y "nominado" por La seducción
de la imagen en el mes de marzo, se evalúa desde una perspectiva
crítica la seducción del Gran Hermano.