Por Leonardo Peralta
Número 28
The cultural logic of the remote
control involves radically new syntactics and syntagmatic relations
that transform not only cultural production but the very ways in
which we think and speak.
Esa Saarinen y Mark Dery
Imagologies
Hace ya casi una década,
el filósofo sueco Esa Saarinen junto con el profesor del
Williams College Mark C. Taylor, escribieron una obra ensayística
llamada Imagologies: media philosophy. En este libro (escrito
en los albores de la revolución digital de los años
90) se postula en forma de breves aforismos un compendio de los
cambios que las nuevas tecnologías de información
obrarían en campos tan disímbolos como la economía,
el amor y la forma de ver el mundo a través de los nuevos
medios digitales.
Uno de sus aforismos dice:
The politics of video are ambiguous
- its potential is both fascist and anarchic. On the one hand,
video creates the possibility of a technology of surveillance
that extends panopticism to its outer and inner limits.
Y contiene dentro de sí una
profecía que con los años se ha vuelto realidad: las
narrativas de los medios se han vuelto cada vez más complejas,
paralelamente al proceso de digitalización de los medios
y a la filosofía cultural prevaleciente después de
la modernidad. Lo que comenzó en los años 70 con la
introducción de la videograbadora casera ha devenido un vuelco
en la manera en la que miramos casi cualquier producto cultural.
Para muestra basta un botón:
la cadena televisiva Fox, perteneciente al millonario australiano
Rupert Murdoch lanza este año una serie televisiva llamada,
sintéticamente, 24. Esta serie, cuya trama se encuentra en
Internet <http://www.mundofox.com/index.html/nodeID/ACB98DE4-2A5C-4497-91C8-CE0FD1248B67>
tiene como característica principal ser la primera
serie televisiva realizada en tiempo real.
¿Qué significa esto?
Implica que la narrativa se hace en tiempo presente continuo, prescindiendo
de la edición narrativa y de las técnicas que dan
ritmo a la acción del programa: cada minuto de acción
televisiva corresponde a un minuto de acción narrativa. En
caso de que la acción se traslade de un lugar a otro, se
recurre a una técnica proveniente directamente del videoclip:
la partición de la pantalla en tantos cuadros como la acción
lo requiera.
Los precedentes más recientes
de esta nueva forma narrativa provienen de los experimentos fílmicos
dirigidos por Peter Greenaway en algunas secuencias de su película
Prospero's Books (1991) y otras realizadas por el cineasta
francés Jan Kounen en Doberman (1997). Estos acercamientos
fílmicos a la hipertextualidad visual apenas pasaban de juegos
de imágenes para innovar narrativas ya de suyo conocidas.
Hoy, en el año 2002 estas formas narrativas han tomado carta
de ciudadanía en las audiencias mediáticas en todo
el mundo, y además con un éxito considerable. Al menos
la crítica especializada ha emitido comentarios laudatorios
de una serie que en 24 horas narra la vida de un agente del gobierno
norteamericano en contra de un complot para asesinar a un pre-candidato
presidencial.
La ruptura del proceso de edición
representa una revolución que apenas se vislumbra, al fin
y al cabo los intentos de romper con el tiempo cronológico
en la narrativa son una constante desde principios del siglo XX.
Quizá lo más interesante es que el intento se ha convertido
en un producto de consumo masivo y que la audiencia ya no lo ve
como un producto extraño y ausente de lógica, sino
que lo toma como una propuesta factible, y sobre todo, interesante.
Más allá de los chismes
provenientes del mundo de los espectaculos, quizá deberíamos
poner atención a los productos en sí, la televisión
(como se ha mencionado insistentemente en esta columna), junto con
los demás medios tiene ante sí una revolución,
más discreta que la misma aparición de Internet y
la multimedia, pero que toca una fibra más profunda, más
relacionada con nuestra forma de ver el mundo, de crearnos una imagen
del mundo.
Bibliografía:
SAARINEN, Esa y Marck C. Taylor.,
Imagologies: media philosophy., 1ra. Edición., Ed.
Routledge., 1994.
Lic.
Leonardo Peralta
Escritor, socio director de
Alebrije Comunicación y colaborador
del semanario Cambio |