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2005

 

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En-Sueño Publicitario

No Más Kilos

 

Por Enriqueta Rivera
Número 43

Buen día, después de un merecido descanso reiniciamos nuestro caminar por la publicidad en México, de hecho en la Ciudad de México, a la altura del metro Chilpancingo, un sábado por ahí de las doce del día, con el gusto de ver a la gente disfrutar del día, de las compras con tranquilidad, con un poquito menos de smog.

Para los publicistas es una oportunidad de oro poder establecer una relación con el consumidor, más armónica y con calma, de otra forma sólo hay una sobresaturación del paisaje urbano sin mayor efecto, o al menos no que puedan comprobar de forma más o menos científica.

En esta ocasión, compartimos publicidad móvil, humanamente móvil, aprovechando la juventud de algunas personas para estar de sol a sol, cambiando de esquinas a lo largo de la Avenida Insurgentes, cuatro chicas de hecho comandadas por un señor joven, cada alto del semáforo camina un anuncio, se coloca frente a los automóviles, autobuses y entre los transeúntes, una invasión que en este caso rompe con la concentración de algunos conductores, seres humanos cuyas preferencias sexuales tienen como foco el cuerpo de una mujer, bajo los estándares artificialmente implantados por un complejo sistema de comunicaciones.

Se muestra una de las obsesiones más constantes de quienes aprecian el cuerpo femenino, pero sin tantos kilos como lo pudieran portar las mujeres mexicanas, por supuesto sólo algunos grupos sociales, pues la alimentación y los hábitos se han transformado con el tiempo.

Una imagen de mujer sin rostro (puede ser “cualquiera”), con un cuerpo bronceado (de moda, símbolo de vacaciones, de status, de belleza ), con traje de baño (suponemos) rojo (pasión, ¿carne...pecado?), y con códigos muy concretos: NO, +, Kg. Un ejemplo excelente de cómo pueden manipularse las palabras y símbolos para dar un mensaje, este tipo de economía es excelente, cuando tenemos la seguridad de que la interpretación de cada uno de ellos se cierra en lo que inferimos y queremos mostrar; y si esto se acompaña con una imagen limpia en el sentido de que muestra lo que hay que mostrar cuando se habla de los kilos justos y “perfectos” para ser apreciada, para dejarse ver y verse como “se desea”.

Yo me pregunto, qué habrán pensado los transeúntes y automovilistas, les motivo alguna otra imagen, otra situación, otra persona, otras formas, otro producto a comprar, otro producto a probar, ¿será que en esta ocasión se cumpla la promesa publicitaria?... ¿O acaso se preguntarán quién estará detrás de la publicidad, será él o ella?, tendrá el mismo cuerpo?, cuando se acerque preguntará su nombre, o le preguntare si funciona, qué contiene, tantas preguntas y sólo no más de tres minutos para responderlas, pues el semáforo es un tirano.

Pues he aquí la chica, joven, de cuerpo esbelto y sosteniendo la publicidad con singular alegría, se reconoce el esfuerzo de estas chicas, quizás una opción de trabajo de medio tiempo o sólo fines de semana para tener un ingreso y apoyar la realización de sus estudios y/o a sus familias, por supuesto suponemos.

Y como sucede en la realidad, nada es para siempre, y con su publicidad a otra parte...no es sólo una interpretación, el señor de tránsito sólo replica las indicaciones ¿del semáforo? para agilizar el tráfico. Sigamos entonces caminando por las calles, disfrutando de la publicidad, pero también de aquellos que de carne y hueso la protagonizan.


Mtra. Enriqueta Rivera
Catedrática del ITESM, Campus Estado de México y de la UNAM, México.

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