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Por Martha García y
Alejandro Díaz
Número
49
La
interrelación entre la política
y la economía se refuerza cada vez más
con la emergencia de nuevos actores electorales,
de nuevas tendencias políticas e incluso
del retorno de algunas.
En América
Latina, después de la implementación
de un modelo dirigido al proteccionismo de la
economía nacional y de periodos en extremo
populistas, los países implementaron un
modelo radicalmente opuesto tendiente a respetar
en lo posible los lineamientos del Consenso de
Washington, de tal forma que la privatización,
la disciplina fiscal y la indiscriminada apertura
económica caracterizó la última
década a la economía latinoamericana,
sin embargo, el realizar cambios económicos
sin incluir la estructura social, como se dio
en la mayoría de los países de
la región, no permitió a los países
latinoamericanos una adecuada inserción
en el proceso de globalización.
Esta política
económica tampoco ayudó al crecimiento
de la región y dejó mucho que desear
en la distribución de la riqueza y la
disminución de la pobreza. Ante la desilusión
de las políticas neoliberales propuestas
desde Washington, la región se ha inclinado
hacia la izquierda, basta mencionar
que cerca del 60º% de la población
de Latinoamérica está dirigida
por gobiernos más o menos cercanos a esta
tendencia. De aquí la importancia del
2006, año en que convergen las elecciones
presidenciales de ocho naciones latinoamericanas
(Cuadro 1), países con grandes semejanzas
como es la profunda desigualdad social, quizás
por ello la tendencia hacia cambios significativos
en la orientación del modelo económico
hasta ahora imperante en la mayoría de
estos países, excepto Venezuela y Brasil
que desde las elecciones anteriores (1998 y 2003
respectivamente) giraron a la izquierda y ahora
buscan su reelección inmediata, no obstante,
es necesario puntualizar que a pesar de que en
ambos se busca la reelección, hay diferencias
radicales entre la izquierda del presidente
venezolano y la de Lula en Brasil.
Cuadro
1 : Calendario electoral 2006
País |
Elecciones
presidenciales |
Chile |
Enero 2006 |
Costa Rica |
Febrero 2006 |
Perú |
Abril 2006 |
Colombia |
Mayo 2006 |
México |
Julio 2006 |
Ecuador |
Octubre 2006 |
Brasil |
Octubre 2006 |
Venezuela |
Diciembre
2006 |
Fuente: Diaz Quiroz,
A. 2006
Una breve mirada
a las ofertas electorales en los países
con elecciones presidenciales durante el 2006,
nos muestra que la región latinoamericana
tiene un rumbo aparentemente claro, sin embargo,
aún no encuentra o no tiene definidas
las formas, es decir, la falta de propuestas
claras se van tornando como eje central en las
campañas presidenciales, excepto en el
escenario moderado de Chile y el radical de
Venezuela, en el resto de países se rechaza
retóricamente al neoliberalismo y se
evita entrar directamente en políticas
de claro tiente populista (o que la población
las visualice como tales).
En este sentido,
en nuestras frágiles democracias sabemos
que vamos hacia la consolidación de la
democracia, no obstante, para América
Latina tal como lo afirma el Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) “existe
malestar en la democracia pero no con la democracia”1
es decir, es evidente el avance en el ejercicio
de una democracia electoral, ahora se realizan
elecciones prácticamente sin ningún
tipo de cuestionamiento a su legitimidad pero
la satisfacción en la enorme mayoría
de la población deja mucho que desear,
tal como se señala en el Latinobarometro
2005; “existe una debilidad estructural
de la democracia latinoamericana”2
, éstas se han instalado en sociedades
pobres (más del 60 por ciento de la población
se encuentra por debajo de la línea de
la pobreza y pobreza extrema), donde conviven
sociedades altamente desiguales y tanto la exclusión
como la corrupción son parte de la cotidianidad.
En las siguientes
líneas realizaremos una breve mirada a
los escenarios electorales de los seis países
que de abril a diciembre del 2006 experimentarán
un proceso electoral presidencial.
Sólo en Costa Rica y Chile con un moderado
nivel de pobreza y con sobresalientes resultados
en la lucha contra la corrupción (con
un IPC de 4.2 y 7.3 respectivamente) podemos
observar la consolidación de un régimen
democrático en esencia. En el primer caso
una elección sumamente reñida (la
diferencia de votos no superó los 20 mil
votos) fue aceptada por el candidato perdedor
y el expresidente Oscar Arias retornó
al cargo con todas las credenciales democráticas
del país centroamericano. Por su parte,
en Chile la elección de la primera mujer
al más alto cargo de representación
popular consolidó la posición de
la Coordinadora Democrática que gobierna
el país después de cuatro gobiernos
de la misma agrupación política.
En Perú,
y en palabras del periodista Oppenheimer3
las buenas cifras económicas que deja
el presidente Toledo no sirven si sus efectos
demoran demasiado en distribuirse en una población
azotada por la pobreza. Esta situación,
explica el ascenso de la candidatura de Ollanta
Humala que responde más al rechazo a la
política tradicional en el país
andino que a una transparente política
de desarrollo a implementar por dicho candidato.
El discurso antisistema que desarrolla el excomandante
del ejército del Perú va en la
línea del discurso del chavismo y se complementa
con las posiciones que viene ejerciendo desde
el poder Evo Morales en Bolivia.
Por su parte,
en Colombia es casi un hecho la reelección
del presidente Álvaro Uribe, quien desde
el 2002 es quizás el gobernante que mejor
ha llevado sus relaciones con Estados Unidos,
su lucha frontal con las guerrillas y el narcotráfico
permearon en el ánimo de la población
que parece estar dispuesta a renovarle la confianza
por cuatro años más. El riesgo
para Colombia es que se encuentra en su frontera
sur en medio de dos países virtualmente
explosivos como es Ecuador y Perú, y en
el norte con Venezuela, gobernada por el exmilitar
Hugo Chávez quien abiertamente descalifica
a los gobiernos que no presentan roces con Estados
Unidos.
En Ecuador,
las constantes revueltas indígenas han
provocado inestabilidad y el derribamiento de
gobiernos; el actual presidente Palacios tiene
un margen reducido de legitimidad y posiblemente
continuará con sus constantes idas y retrocesos
en la política interna de dicho país.
Por su parte,
Brasil aún es una incógnita en
cuanto al relevo del poder en las próximas
elecciones, si bien el presidente Lula ha recuperado
un poco la popularidad que lo acompañó
en las elecciones en el 2002, los hechos de corrupción
de miembros de su partido y el enfrentamiento
frontal con la posición radical del mismo
puede llevar a una reducción de votos
y permitir la elección de José
Serra el principal opositor y fuerte candidato
a sucederle en el cargo. Definitivamente lo que
suceda en este país marcará la
agenda económica y política en
Sudamérica en los próximos años.
El estilo de gobierno del presidente Lula ha
sido fomentar la participación de los
sectores más pobres del país, empero,
ha seguido una fuerte línea en lo económico
sin apartarse de los principales lineamientos
que dejó su antecesor. Sin embargo, la
pobreza y el hambre aún agobian a gran
parte de la población por lo que será
el principal pasivo que tendrá que enfrentar
el próximo gobernante del país
amazónico.
El año
cerrará con las selecciones en Venezuela,
a pesar de la tendencia autoritaria el régimen
Hugo Chávez se ha consolidado gracias,
entre otros aspectos, a que la riqueza que les
permite el petróleo se distribuye a través
de subsidios que le ha permitido al gobierno
incrementar el control de la población.
De aquí que practicamente no existe oposición
en este país y tal parece que el escenario
más cercano es que las puertas seguirán
abiertas para el presidente Chávez por
otros seis años y quizás más,
como él mismo lo ha afirmado.
De una superlativa
importancia tenemos las elecciones en México,
país que actualmente se encuentra sumergido
en un mundo de encuestas donde prácticamente
todas las semanas las empresas encuestadoras
nos dan sus resultados, no hay diferencias, coinciden
en que el candidato que puntea es Andrés
Manuel López Obrador del Partido de la
Revolución Democrática. Sin embargo,
las mismas encuestas señalan que la fuerza
es del candidato y no del partido, es decir,
se sigue en la línea de una democracia
que apuesta a líderes carismáticos
y providenciales y no a la calidad de las instituciones.
Las limitadas ofertas electorales de los candidatos
a la presidencia se pierden entre los continuos
enfrentamientos y descalificaciones de los presidenciables,
donde el mismo personaje puede ser a la vista
del opositor un día neoliberal radical
y el otro populista de izquierda. Si no hay cambios,
y de acuerdo a las encuestas, el candidato con
más posibilidades de llegar a la presidencia
es López Obrador del partido opositor,
político con una propuesta económica
que ve por los pobres, toma distancia de los
empresarios, promete reducción de impuestos,
incluso de precios, constantemente promete un
cambio de rumbo en el modelo económico,
sin embargo, aún queda la interrogante
de la aplicación y viabilidad de su propuesta.
Finalmente,
salvo Chile y Costa Rica, a Latinoamérica
la rige la falta de institucionalidad y el respeto
pleno a la legalidad, el reto en las próximas
elecciones es la búsqueda de la plena
gobernabilidad para las naciones de la región.
Notas:
1
Informe sobre la Democracia en América
Latina 2005. PNUD
2 Latinobarometro
2005
3 Oppenheimer,
Andrés, “La paradoja peruana”,
en Reforma, 22 de marzo del 2006.
Mtra. Martha
García Damián
Profesora
del Departamento de Estudios Sociales y Relaciones
Internacionales del Tecnológico
de Monterrey, Campus Estado de México,
México. Mtro.
Alejandro Díaz
Economista,
profesor del Tecnológico
de Monterrey, Campus Toluca, Estado de
México, México. |