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Por Martha García
Número 43
Cuánto tiempo,
cuanta tinta se ha gastado ¿o acaso invertido? en el caso
de Andrés Manuel López Obrador (jefe de gobierno de
la Ciudad de México) y el desafuero. La prensa nacional se
encuentra entre una lluvia de frases absurdas y descalificativos
sucesivos que van desde el intento por recordar a Mandela, Walesa,
a Gandhi y su movilización pacífica hasta aquellas
discusiones grotescas (como las del diputado Wintilo Vega Murillo
de la bancada priísta), se encuentra también entre
dichos y contradichos del propio jefe del ejecutivo, entre amigos
y fuego amigo, entre Yeidckol Poleynsky y Citlalli (candidata a
gobernadora del Estado de México, cuyo nombre verdadero no
ha sido aclarado a ciencia cierta).
La disputa por la noticia no se
sustenta en la oferta calificada sobre la solución a un problema
nacional de alguna agrupación política, sino en la
diatriba y su respectiva respuesta, pareciera que los importantes
problemas del país no importan si antes no se soluciona el
problema de quien dice puede ser el redentor de un proyecto que
nadie conoce pero que todos dicen defender, lo absurdo supera la
razón, y en un país con mínimos niveles de
lectura básica todos dicen conocer algo que se llama desafuero.
La banalidad convertida en conferencia día a día consume
un valioso activo que cualquier nación que se precie de ser
desarrollada tiene y la conserva como su principal recurso de reserva
ante la adversidad, sin embargo, en nuestro país ese activo
llamado tiempo parece haberse perdido en un túnel sin salida,
o al menos nuestra clase política pareciera no darse cuenta
que el desempleo, la marginación, la migración, la
pobreza y otros tantos problemas que laceran nuestra sociedad requieren
un mínimo de acuerdo entre los dirigentes del país.
Más allá de la sucesión
presidencial adelantada, también tenemos, obviamente no en
primera plana, la denuncia ante la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos por los crímenes en Chiapas y las agresiones
recurrentes de grupos paramilitares que aún no se investigan,
también está el problema del narcomenudeo como sucesión
del gran negocio del narcotráfico y la muerte de la joven
de 14 años que ante la presión decide quitarse la
vida. Y no es el deseo por la nota roja lo que le da relevancia
a este suceso, es la facilidad que tienen los jóvenes (no
solo del D.F.) de adquirir por sólo 50 pesos “una grapa”
a las afueras de la secundaria.
Hace más de 10 años en el marco de la globalización,
se firmó el Tratado de Libre Comercio de América del
Norte, se difundió en Internet el levantamiento armado más
promocionado en la historia de México, hace dos años
vía televisión vivimos la crónica y el inicio
de una guerra anunciada, y apenas han pasado un par de meses desde
que nos conmovimos ante la devastación provocada por el tsunami
en los países asiáticos, día a día veíamos
la tragedia y nos presentaban nuevos vídeos de aficionados,
y hasta las dolencias del Santo Padre nos acercan a las intimidades
del poder del Vaticano. Sin embargo, cuando las tragedias internacionales
dejan de ser noticia, continuamos en un México donde prevalece
la información local, nos aislamos y desgastamos aún
más “nuestras noticias”.
Es cierto, es vital para la democracia
de cualquier país conocer los sucesos locales (llámese
nacional, la ciudad, los estados), sin embargo, tendría
que cuestionarse en este mundo globalizado (donde la información
libra fronteras) ¿dónde inicia lo global y dónde
termina lo local? Habría que tener presente que en estos
tiempos de globalización, la escena internacional condiciona
nuestro propio desarrollo futuro, y no solo estamos hablando de
las grandes decisiones comerciales y financieras sino las de un
ámbito mucho mayor, como son las políticas de migración
por parte de los Estados Unidos y la política de seguridad
internacional entre otros aspectos.
En esta línea, el Protocolo de Kyoto (el mayor esfuerzo ambiental
para frenar el calentamiento ambiental) ¿es un asunto local
o global? es obvio que la respuesta es lo segundo, 141 naciones,
entre ellas México, se comprometieron a reducir la principal
causa del cambio climático del planeta, no obstante, en nuestro
país continuamos la discusión estéril en torno
a la política doméstica, dando algunos espacios a
elecciones estatales e incluso locales pero lejos del acontecer
mundial.
Bajo esta lógica intentaré
hablar del Protocolo de Kyoto desde México, desde lo local,
intentando no cruzar abiertamente esa línea apenas perceptible
entre lo local y lo global:
- México ocupa el lugar
16 entre los países más contaminantes. Genera 2%
de los gases efecto invernadero (con emisiones per cápita
que corresponden al promedio mundial de cuatro toneladas de bióxido
de carbono por habitante por año, en quema de combustibles
fósiles1).
- De acuerdo a un informe presentado
por el Programa de Naciones Unidas para el Ambiente (PNUMA), México
es el país de América Latina que más contribuye
al cambio climático en nuestra región.
- México, junto con Brasil,
Venezuela y Argentina contribuye con más del 70 por ciento
de los gases de efecto invernadero en la región latinoamericana
.
- A decir del ecólogo José
Sarukhán (ex rector de la UNAM), en México, la Sierra
Madre Oriental, las costas del Golfo de México y del Pacífico,
así como los arrecifes de coral de la Riviera Maya y Veracruz,
son los puntos que corren más peligro debido al calentamiento
global. Afirma además, que de “continuar las mismas
tendencias de contaminación global, cientos de especies
animales que viven en México estarán amenazadas
porque no tendrán hacia donde emigrar para buscar alimento
y habrá problemas de mortalidad muy serios”3.
- Fundamentalmente el Protocolo
obliga a los países firmantes a reducir entre 2008 y 2012,
un 5% respecto a los niveles del año 1990 las emisiones
a la atmósfera de los gases que provocan el efecto invernadero
(cabe mencionar que Australia y Estados Unidos no firmaron el
documento, justificando su negativa al considerar que el convenio
limita el potencial de su crecimiento económico, a pesar
de que éste último genera casi la cuarta parte de
los gases contaminantes a nivel mundial4).
Ante estas cifras, podemos continuar
con la discusión estéril del desafuero, la pareja
presidencial y el regreso de los hombres de la “dictadura
perfecta”, creo que nuestros excelentes caricaturistas se
los agradecerán. Sin embargo, recordemos que en México,
existen 24 millones de personas en condiciones de pobreza alimentaria,
que no pueden esperar a que el próximo presidente se decida
por el desarrollo sustentable, esta población junto con la
que se encuentra en pobreza de capacidades y patrimonio (53.7 por
ciento de la población de nuestro país5),
necesitan una respuesta pronta, de aquí que sea necesario
aprender de la historia. Obviamente nuestro espacio aéreo
no termina en el río Bravo o en el Suchiate, es evidente
que la naturaleza no selecciona la población que será
devastada por los desastres naturales, sin embargo, bastaría
con observar las noticias internacionales para reconocer que hay
una relación (no espuria) entre las muertes humanas y la
pobreza ante un desastre natural.
Notas:
1
Zepeda Patterson, J. “Todos somos Kyoto”. Periódico
El Universal, 20 febrero de 2005.
2 En el artículo, “El
protocolo de Kyoto y el futuro crecimiento económico mundial,
Alejandro Diaz Quiroz nos dice, que en contraposición el
“continente africano y el sudeste asiático debido a
su débil desarrollo económico aún no generan
importantes sustancias contaminantes”.
3 José Sarukhán,
en entrevista para el periódico El Universal, 17
de febrero de 2005.
4 Al respecto, en el artículo
“El protocolo de Kyoto y el futuro crecimiento económico
mundial, Alejandro Diaz Quiroz nos dice que en el otro extremo de
la Unión Norteamericana se encuentra Suiza quien con solo
siete millones de habitantes suscribió el protocolo, dándose
así la posibilidad de pedir y cuestionar sobre el cuidado
del medio ambiente al resto de los países.
5 Cifras que da la SEDESOL en
el Informe sobre la Medición del Desarrollo en México,
2000 – 2002. 23 de junio 2003.
Mtra.
Martha García Damián
Profesora del Departamento
de Estudios Sociales y Relaciones Internacionales del Tecnológico
de Monterrey, Campus Estado de México, México. |