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QUISIERA HABLAR DE El amor en los tiempos del cÓlera, Love in the Time of Cholera, de Mike Newell.

Por Susana Arroyo
Número 60

Es casi imposible hablar de una película cuando ésta ha sido nombrada de la misma forma que una famosa novela y aún más difícil es el reto cuando se trata de la obra de un Premio Nobel, Gabriel García Márquez.

Menos simple es pensar en García Márquez sin recordar Cien años de soledad, por mucho la mejor novela del escritor colombiano, intento fílmico que sería un reto sine qua non, lo cual espero sinceramente que no ocurra pronto, dado que los directores en la actualidad parecen empecinados en ridiculizar el otrora sublime ingrediente: real-maravilloso o realismo mágico, con que nos deleitasen en su momento Mario Vargas Llosa, de quien por cierto, mi profesor y amigo Eduardo Casar dice que a él le daría el Premio Nobel (con lo que coincido plena y humildemente): Conversaciones en la catedral, La tía Julia y el escribidor, El hablador, Los cachorros, entre muchas otras; así como nuestro compatriota Carlos Fuentes: La región más transparente, Artemio Cruz, La cabeza de la hidra, Cantar de ciegos, Aura, por nombrar solamente algunas de sus obras; Julio Cortázar: Rayuela, Bestiario; Jorge Luis Borges: El jardín de los senderos que se bifurcan, Ficciones, entre otras; Alejo Carpentier: El siglo de las luces, Los pasos perdidos, Concierto barroco; José Lezama Lima: Paradiso; Bioy Casares: El caso Morel, Dormir al sol, y algunos escritores más de una brillante época que, en lo personal, me tocó vivir (¡beber de sus libros!) con los autores representativos del mal llamado boom latinoamericano, cuando yo era sólo una adolescente.

He pensado que debo esperar sugerente y pacientemente que las obras se reediten en excelente papel, en tipo de letra Courier, con filo dorado y pasta dura en relieve o algo similar pero no, por favor, no las hagan películas, no destrocen el material que con gran maestría nos han legado las brillantes plumas del idioma español, éste, nuestro idioma, que por cierto hay que verlo en inglés. Sí, está usted leyendo bien: la película El amor en los tiempos del cólera no se llama así, tiene un título en inglés y debemos ver a Javier Bardem hablando en inglés y a muchos otros ridiculi…, perdón caracterizando a los personajes cuyos nombres creo que los tomaron prestados de la novela homónima, o mejor dicho de la traducción de lo que despedaza…, perdón, nuevamente, de lo que produjeron como un filme artístico (!).

Así las cosas, empezaré por comentar la dirección del filme, o mejor no, creo que lo dejaré para el final pues fue lo peor de la cinta y no quisiera dar inicio a mi reseña con un mal comentario.

¡Cuánta razón tenía Roland Barthes al señalar que el texto no es uno sino muchos! Cada lector agrega o resta intenciones, percepciones, emociones a la lectura e interpreta la lectura de acuerdo con diferentes niveles o valores o conocimientos previos o capacidades personales. No sé si el director de este filme  los en él implicados realizaron una concienzuda lectura a la novela en cuestión.

Recuerdo haber leído El amor…, varias veces. En aquella época todos esperábamos el siguiente libro de García Márquez pues siempre uno se imagina que de lo bueno continuará algo mejor, como lo que ocurría con Borges o algunos otros como Vargas Llosa. Por desgracia, no sucedió así, sin embargo, puedo asegurar que es una novela color de rosa, romántica e ideal como lo es todo lo romántico pero con ciertos matices garciamarquezianos que nos dejaba un dulce sabor de boca: la descripción de su terruño, el dolor de la muerte por el cólera y la tiranía de un padre absurdo, dejaban al lector capacitado para reconocer sentimientos encontrados y experimentar las sensaciones que solamente el buen escritor logra despertar en su lector.

El filme da inicio con una escena bastante caricaturesca en la cual ridículamente cae del árbol el marido de Fermina Daza y muere. De inmediato nos preguntamos qué ha pasado: ¿acaso usaron a los maquillistas del “Teatro Fantástico” de Cachirulo? Creo que sus personajes de la bruja, la princesa y el príncipe, siempre los mismos, eran mejores.
Es imposible evitar los comentarios sarcásticos sobre el maquillaje, particularmente porque inunda y permea la película ya que la historia transcurre desde que la pareja es muy joven hasta ya muy ancianos. Lamentablemente la belleza y la juventud de Giovanna Mezzogiorno (Fermina Daza), en el filme, nunca desaparecen y digo que esto es de lamentarse pues esas dos virtudes no ocurren ni aún en las novelas real-maravillosas. Es decir, todos envejecemos y normalmente nos hacemos feos.

Aunque el premio al peor maquillaje no sé si se lo daría a Giovanna, la joven italiana a quien el papel de Fermina Daza le quedó muy grande o al chistoso Javier Bardem, quien es bastante ridículo desde jovencito (Unax Ugalde) ya que no tenían por qué hacerle la horrible nariz con plastilina al actorcito que interpretó al Juventino joven, es decir, el Bardem joven de quien todos conocemos su deforme nariz. Quizá el premio al peor se lo daría a la joven Catalina Sandino Moreno en su papel de prima de Fermina cuando se hace vieja y horrible.

Con escasas cualidades histriónicas, la joven italiana logra medianamente convencer cuando le da rotunda negativa a Juventino, esto sucede cuando ella es ya una anciana, bueno, cuando eso nos quieren hacer creer.

Yo me pregunto si el señor García Márquez, luego de vender los derechos de la obra, habrá visto lo que hicieron de su novela.

La ambientación del paisaje salvaje de la bella Colombia comienza en algún momento, de la nada, como por encanto, a desplegar algunos intentos por la mejora del ritmo de la historia visual, pero en realidad no agrega nada, así como estos intentos aparecen, desaparecen; es como si los hubiesen tomado de otros filmes; la cinta es un enorme rompecabezas, se nota la falta de tino en el montaje y la pésima dirección.

La voz de Shakira es impresionantemente desagradable en medio de la nada, ah, y por cierto, uno de los temas que apenas se escuchan se encuentra nominado (!) para algún premio. De alguna manera el director musical jamás estuvo conectado con algo que en cine es elemental: continuidad.

El derroche del vestuario, único elemento convincente, fue desperdiciado en la inutilidad de los personajes o sus representaciones, así como el falso mobiliario y la torpe ambientación. Nunca me creí la tinaja en la que se bañan las dos bellas jóvenes, Giovanna/Fermina y su prima, la guapa Sandino, quien por cierto habrá recibido un magnífico sueldo para aceptar salir con cejas de crayón o tiza, falsa barriga (llena de papel periódico, quizá) y diciendo: “ahora soy gorda, mírame”, cuando debió decir: miren lo que el director ha hecho de mí, un ridículo saco de papas (o patatas, a la española).

De manera general, el filme se propone como minúsculo reducto de un circo romano de tercera o cuarta categoría. La selva insinuada no se parece en nada a la descripción que nos ofrece el escritor bogotano.
Lo más simpático, por no decir bochornoso, fue el tiempo de la actuación de Javier Bardem. Hemos visto y nos hemos deleitado con soberbias ejecuciones del actor hispano, prueba de ello desde Jamón jamón (1992), han sido Mar adentro (2004), The Dancer Upstairs (2002), Before Night Falls (2000); y ahora la novísima No Country for Old Men (2007) No entiendo qué le pudo pasar. Quién le diría que aceptara que se le ridiculizara con una calva falsa; se notaba perfectamente el cráneo rasurado desde la frente con unos cuantos pelitos cayendo en dos olas, las gafas, y lo peor: su falsa sonrisa y actitud permanente de viejito decrépito/vigoroso. Inconcebible el todo. Quizá los jueces de Hollywood no tomen en cuenta semejante desliz actoral y lo premien por sus otros logros.

Love in the Time of Cholera

Considero que les faltó a todos, desde el director y el productor, hasta los maquillistas, el montajista y los actores en general un simple detalle: leer la novela antes de hacer la película.

Fernanda Montenegro se salva, ejecuta con maestría el papel de Tránsito, la madre de Juventino. Otro actor de gran trayectoria que intenta rescatar el filme es Hector Elizondo en su rol de Don Leo, el tío de Juventino. Sin pena ni gloria Benjamin Bratt. Le dieron un papel muy grande y pudo hacer algo mejor.

Si les agradan esos tres actores, vean la cinta y disfruten sus breves participaciones. Pero si no creen soportar dos horas de Shakira intermitente, quien de por sí canta como con intermitencias; si no les preocupa la falta de fidelidad a la novela, el maquillaje caricaturesco, así como malas actuaciones debidas, aunado todo esto a una pésima dirección y falta de credibilidad en la totalidad de la cinta; si no les importa todo lo anterior, vayan a ver la película en inglés. Aunque, claro, pueden optar por la versión doblada y entonces escucharán unas voces (no de Bardem o Sandino, claro) en un español mezcla del ibérico y el americano. Sin pena ni gloria el colombiano (!) John Leguizamo/Lorenzo Daza, ¿qué le pasó a ese mediano actor?

Para resumir, el mosaico fílmico de El amor en los tiempos del cólera, no pasa de ser eso, un mosaico, nunca un todo, ni al menos buenas partes. El guión es de Ronald Harwood (quien ganara un Óscar…??).

Antes de terminar mis comentarios quisiera señalar que he intentado realizar algún tipo de análisis semiótico y me ha sido imposible pues la relación signo-icono-indicio-símbolo, es inexistente en este filme. Nada de lo que sucede parece serlo. El representamen, el interpretante y el faneron quedarían faltos de material visual y auditivo.

Lamento la brevedad de mi reseña pero para decir que todo o casi todo ha sido malo, no se necesitan muchas líneas.
Hasta la próxima...


Dra. Susana Arroyo-Furphy
Investigadora, The University of Queensland, Australia.

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