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Abril de 2002

 

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Carlos Bonilla

La buena relacion con la prensa, insoslayable

 
Por Carlos Bonilla Gutiérrez
Número 26

En los viejos tiempos, el ser un mensajero del rey era un trabajo peligroso. El que llevaba buenas noticias era recompensado por sus esfuerzos. El desafortunado que portaba malas noticias, perdía la cabeza.

Hoy en día los portadores de malas noticas no son decapitados. Hasta hace poco se les quitaban las concesiones, se les cortaba el suministro de papel o se les dejaba de comprar publicidad.

Ahora se les acusa de publicar babosadas y se les deja de leer.
Estas son algunas de las reacciones viscerales producto de la ira de los gobernantes contra la publicación de información desfavorable para sus intereses.

En el ambiente organizacional, la publicación de información contraria a los intereses de las instituciones o empresas, con frecuencia provoca reacciones virulentas de los dueños o directivos contra los reporteros o articulistas, que suelen desencadenar en cancelación de pautas publicitarias o en demandas penales que, dicho sea de paso, en la gran mayoría de los casos no prosperan.

La miopía de muchos gobernantes, empresarios o dirigentes, les impide darse cuenta de que los medios de comunicación colectiva (periódicos, revistas, estaciones de radio y televisión) son sólo transmisores de la información que se genera (o debería generarse) en las empresas o instituciones y que dichas reacciones sólo provocan el deterioro de las relaciones entre la entidad que representan y la prensa.

Parafraseando a la "Décima Musa", podría calificarse como necios a esos gobernantes o dirigentes que acusan sin razón a los medios informativos, sin saber que son la ocasión de lo mismo que culpan.

Los medios informativos tan sólo son eso, los medios. Recopilan, procesan y difunden información. Pero la generación de la misma está a cargo de las llamadas "fuentes" (empresas o instituciones). Si la información carece de sustancia o de sustento, no tiene las características necesarias para interesar a la opinión pública y, por ende, a la prensa.

Cuando las empresas o instituciones no generan información cuyo contenido interesa a la prensa, o aunque la generen, no son capaces de transmitirla eficientemente a los periodistas, éstos tratarán de hurgar en los datos para buscar el ángulo noticioso -a veces ligado al sensacionalismo -, conseguir la información sobre la empresa con fuentes ajenas - a veces mal intencionadas - ó simplemente tomar esa información intrascendente que le envían las instituciones -léase "babosadas" - y publicarla aderezada con mordaces críticas.

Cuando los funcionarios o empresarios detectan las publicaciones negativas de la prensa, de inmediato se consideran víctimas de "campañas" en su contra y condenan por ello a los medios informativos, sin considerar que antes de acusar a los mensajeros deberían ser críticos con la forma en que procesan los mensajes sobre la empresa y la manera en que la presentan a la prensa.

La creencia de que "las buenas noticias no son noticias" deriva de los criterios de jerarquización de la información que se utilizan en los medios de comunicación colectiva, guiados por los llamados "valores de la noticia" en los que los hechos de la vida cotidiana pierden relevancia ante los acontecimientos fuera de lo común que ocurren a diario y por ello llaman la atención de lectores, radioescuchas y televidentes. La gente tiende a interesarse más en el conflicto que en la armonía. No es noticia el que una empresa haya pasado diez años sin problemas laborales. Es noticia cuando estalla en ella una huelga y los trabajadores interrumpen sus labores.

No es noticia el que la mayoría de la gente sea respetuosa de la ley, lo es cuando alguien asalta un banco o cuando se descubre que un ejecutivo ha robado. No hay noticia cuando un perro muerde a un niño. Lo es cuando un niño muerde a un perro.
En este contexto, es tarea del relacionista público identificar aquellos aspectos de la vida cotidiana de la empresa que son de interés para la opinión pública y que los periodistas no conocen por no estar involucrados suficientemente con la actividad de la empresa. La actividad de las empresas está plagada de noticias interesantes para la prensa y de historias interesantes para la opinión pública que no son identificadas por falta de un trabajo periodístico hacia adentro, por parte de quienes tienen a su cargo la tarea de comunicar a las audiencias internas y externas, fundamental para lograr la aceptación y el apoyo de individuos e instituciones que constituyen el ámbito de relación de la empresa o institución.

El apoyo de los medios de comunicación colectiva es indispensable para hacer llegar información a grandes audiencias. Por ello la buena relación con la prensa es un asunto de suma importancia para cualquier empresa o institución. El trato con la prensa es obligado, no opcional. De la buena relación y del establecimiento de un esquema de colaboración recíproca con la prensa depende en gran medida el el éxito de la empresa o institución para posicionarse ante la opinión pública.

Algunos periodistas se refieren a las relaciones públicas en términos peyorativos. Mientras que el periodismo se considera como una actividad de interés público, las relaciones públicas son percibidas como una actividad con fines comerciales para engañar al público.

Sin embargo, la contribución de actividad de relaciones públicas para facilitar el trabajo de los medios y hacerles llegar información de interés para la opinión pública es cada día mayor. Si se eliminaran de los medios informativos los materiales que actualmente provienen de las áreas de relaciones públicas de las empresas o bien de las agencias de esa especialidad, el producto final sería una versión disminuída del original. Ello representa un ahorro en costos para los medios informativos, puesto que para lograr el mismo producto sin tales aportaciones tendrían que invertir en más personal e incurrir en gastos mayores.

La realidad es que, tanto periodistas como funcionarios públicos o empresarios -éstos últimos a través de sus áreas de relaciones públicas o de las agencias que les dan servicio- tienen que cohabitar a pesar de sus diferencias. Ambas entidades tienen un propósito común, que es hacer llegar a la opinión pública información de interés. Las instituciones y las empresas tienen la información, los medios la posibilidad de difundirlas entre grandes audiencias. Las circunstancias se prestan para construir un esquema de colaboración recíproca en el que las partes involucradas resulten beneficiadas: la prensa, al cumplir con su misión de llevar al gran público información de interés para la toma de decisiones y para formar opinión pública; las empresas, al ser percibidas efectivamente por el gran público, con lo cual obtienen el apoyo de quienes constituyen su ámbito de relación (clientes, proveedores, empresarios, funcionarios públicos, representantes populares, la comunidad, etc.); y la opinión pública, al enterarse oportunamente de lo que acontece en las empresas e instituciones, de las características de los productos que salen o están por salir al mercado, etc.


Lic. Carlos Bonilla Gutiérrez
Director General de AB Comunicación, empresa de consultoría estratégica y servicios de relaciones públicas y comunicación organizacional.

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