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Por Juan González-Cantú
Número
45
Concluyes
tu pregón
apabullando al viejo,
al caduco,
al indolente y rejego.
Y, al arribar triunfante
por derechos beneméritos,
transformas percepciones
visuales…y auditivas,
olfativas… y tactiles.
Sensibilizas entornos
con efluvios vergelianos
que inflamando los sentidos
proporcionas a raudales.
Permites que al otear horizontes
en lontananzas dilectas
golpeen nuestra mirada
y enturbien los sentidos.
Haz emocionado el pecho
del poeta que te aborda
para crear mundos nuevos
donde lucirán tus pendones.
Sacrificarás tus encantos
pretendiento mitigar
las dolencias del anciano
que en discurso juvenil
ponderará tus fueros,
y creará nuevos ángulos
apenas perceptibles.
Arengas a los reinos terrenales
que armonizan
sus linderos en disputa
tomando con lujuria
la emancipación indivisa.
Ya te homenajeó Kukulkán
al preludiar tu arribo,
y hoy, se propaga tu estadía
con coros
de voces peregrinas:
canta el sauz, canta el huisache,
una proclama en altivo,
y con agendas multiformes
perennidades de trinos.
Son las aves
que al compás
de su arrullo matutino
predisponen muy activas
el inicio de sus ritos.
Vuela el romance por todo
el esplendor solariego
proclamando a plenitud
tu llegada y mi denuedo.
Deshielas la tinta guardada
que cristalizó el irredento,
y vuelves a hacerla correr
para dejar testimonio.
Fecundas la pluma del ser
que te avisora en su seno
permitiéndole rehacer
con previsión
tu refrendo.
Juan
Antonio González-Cantú
Escritor. Profesor Asociado del
Departamento de Letras Hispánicas de la
Universidad de Texas en Brownsville,
Estados Unidos |