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WIKILEAKS: ¿PODER DE LA INFORMACIÓN O ESCÁNDALO MEDIÁTICO?

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Por Juan José Solis Delgado

 

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La era de la información, documentada excelsa y profusamente por Manuel Castells, es el rasgo que caracteriza sin lugar a dudas a la sociedad moderna. El poder, flujo, velocidad y capacidad de penetración que tiene la información en este mundo interconectado a través de la Internet, nos pone ante una idea compleja del entendimiento de las relaciones, estructuras, mecanismos  y convivencia sociales. Hoy por hoy, la información juega un papel relevante y la forma (hasta el momento más sofisticada) de comunicación como lo es la Internet, determina el proceso de construcción social de la realidad.

Un ejemplo que ilustra nuestra convivencia en la era de la información, es la actividad que se desarrolla en el portal de Internet fundado en el año 2007: WikiLeaks (filtraciones rápidas). Este sitio cibernético es considerado para algunos como la forma del nuevo periodismo de investigación, mientras que para otros simplemente es un experimento más, de las posibilidades que ofrece la Internet.

WikiLeaks, ha dado a conocer informaciones que de cierta forma han conmocionado las conciencias de quienes reciben con asombro lo que ahí se expone. Por ejemplo, se exhibió el video que mostraba el asesinato del periodista de la agencia de noticias Reuters, información que las autoridades del gobierno estadounidense ocultaron por todos los medios; pero también situaciones tan locales como los correos electrónicos de la cuenta personal de la entonces candidata a la vicepresidencia y gobernadora de Alaska, Sarah Palin, en los que se discutían asuntos oficiales de la campaña.

La fama (e influencia) de este portal de Internet, se sustenta por tanto en la relevancia informativa y social de un evento, pero también en el grado de escándalo mediático que genera en cada golpe asestado. Porque quizá es importante señalar, que una cosa es la noción del derecho a la información y otra la filtración de documentación que desnuda las prácticas de espionaje de un gobierno maniqueo, como el de los Estados Unidos de América. En otras palabras, lo que divulga WikiLeaks se encuentra en el límite de la frontera entre la información periodística y de análisis y la información inútil que simple y sencillamente causa escándalo sin tener un factor de trascendencia.

En fechas recientes, el portal dirigido por Julian Assange, filtró (antes de colocarlo en su sitio web) a cinco importantes medios de comunicación de influencia internacional, una serie de documentos que, en apariencia, ubicarían ante un inminente colapso al gobierno estadounidense; las cerca de 250 mil comunicaciones diplomáticas de las distintas embajadas del mundo con el Departamento de Estado norteamericano, se han convertido en el foco de atención de prácticamente todos los medios de comunicación del planeta. Sin embargo, llama la atención que estas filtraciones no sorprendieron en ningún sentido ni a propios o extraños, pues desde siempre se ha sabido que el gobierno norteamericano sostiene una importante infraestructura de espionaje en todos los niveles. En todo caso, lo que plantean estás filtraciones es el nivel de vulnerabilidad que tiene la secrecía del sistema de seguridad estadounidense.


No obstante, la información que se ha conocido hasta el momento, tiene más rasgos de escándalo, morbo y chisme, que verdaderamente de información sustancial que modifique las estructuras de la composición geopolítica internacional. El propio aparato de comunicación social de Estados Unidos, ha enfrentado el escándalo con mesura (sin minimizarlo) evitando el menor daño colateral posible. En ese sentido, si bien es importante que los ciudadanos tengamos un acceso transparente y expedito a la información de nuestros respectivos gobiernos, para el caso de WikiLeaks no ayuda mucho exponer una serie de informaciones (hurtadas) que difícilmente tendrán la capacidad de ser procesadas y analizadas en su totalidad, ya que tendrán que valorarse en categorías de lo verdaderamente sustancial y lo frívolo.


Antes estos hechos, lo que tenemos frente a nosotros, allende el escándalo mediático, es la obligatoriedad de reflexionar sobre las reglas del flujo de información a través de las sofisticadas plataformas cibernéticas. Seguramente, el gobierno norteamericano impondrá medidas severamente estrictas para el control de su información que muy probablemente pudieran incluso afectar al usuario común en todo el mundo. La libertad que permite la Internet, podría verse trastocada al implementar medidas de protección de información donde el usuario sea vigilado e identificado en todo momento, de ahí que si bien esta vez el contenido de los documentos expuestos por WikiLeaks se lean más desde el escándalo, es importante señalar el poder de la información, en términos de su capacidad exponencial de replicarse con un alto grado de eficacia y eficiencia por toda la plataforma cibernética.


Al final, llegamos al resultado que si bien este tipo de filtraciones puedan provocar ciertos malestares o rencores entre los gobiernos de los países involucrados, lo verdaderamente importante es comprender de mejor manera el esquema de nuestro mundo permanente interconectado que necesita seguridad en el manejo y tránsito de la información, pero también formas de interpretar los contenidos de esas comunicaciones. En este sentido, este tipo de eventos pone de relieve el papel de comunicólogos, comunicadores, periodistas, analistas y académicos, como aquellos profesionales que justamente deben encontrar la forma precisa de entendimiento de estos hechos, no acudir necesariamente al escándalo como reducto inmediato de exhibición de la información, sino actuar con mayor sensatez y en todo caso valorar la validez periodística o informativa de documentos que a pesar de ser ilegales, verdaderamente impacten la vida social. De no ser así, estaremos consistentemente en la confrontación de distinguir entre el poder de la información y el escándalo mediático.

 


Juan José Solis Delgado
Licenciado en Comunicación Social por la UAM. Diplomado en creación literaria por la Universidad del Claustro de Sor Juana. Especialidad en Desarrollo de Habilidades Docentes por la Universidad Tecnológica de México y cursó la maestría en Comunicación en la Universidad Iberoamericana. Por más de 12 años ha trabajado como productor de radio. Ha sido docente en diversas instituciones de educación superior, actualmente imparte cursos en la Universidad Iberoamericana y en la Escuela de periodismo Carlos Septién García.

 


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