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Por José Manuel de
Pablos
Número 38
La
no-información se castiga en elecciones. Al menos eso es
lo que acaba de pasar en España, que resultó no ser
la “España, una y grande” que el jefe del Partido
Popular creía haber logrado con su entrega al otro jefe,
su nuevo jefe. Ese partido autodenominado “popular”
se ha transferido en partido pinochero, palabra que viene de Pinocho
(aquel muñeco mentiroso, al que le crecía la trompa):
el diario Le Monde, de París, llevó a su portada una
caricatura de Aznar con una nariz muy larga, de la que se columpiaba
Bush. Ahora, a ver si Kelly lo baja de ese columpio.
Y en ese 11-M, la especulación,
la hipótesis sin contrastar, el morbo, el sensacionalismo
y a veces lo amarillo se impusieron al Periodismo, saltaron también
por los aires algunos de los fundamentos de la información
periodística, al infligirse la suposición a la noticia,
al dejarse engañar el periodista director por el político
presidente. La prensa fue la víctima 201 del 11 de marzo
en Madrid.
Mentiras antes de llegar
a la meta
Las mentiras han dirigido al final la acción política
de un gobierno que pensó que podía falsear sin que
tuviera que pagar factura por ello. Las encuestas indicaban día
a día muy cerca de las elecciones que iban a ganar, pero
sin tener la mayoría, como había sucedido en las elecciones
anteriores. Intentaron lo que hicieron no para ganar, que lo tenían
casi asegurado, sino, maximalistas, para acceder de nuevo a la mayoría
que les facilitara aplicar el rodillo político. La desinformación
tras la terrible serie de atentados de terrorismo de venganza contra
trenes de gente humilde y los embustes que armaron cambió
todo y hoy están camino de sus mansiones... de sus grandes
empresas…
Veamos algunas de las primeras ruinas
de ese edificio de mentiras. Sin duda, la piedra angular fue asegurar
una y mil veces que en Irak había armas de destrucción
masiva y por eso España tenía que entrar en guerra.
Después manipularon el lenguaje cervantino y no llamaron
guerra a lo que desarrollaban en suelo iraquí. La gente,
ya se sabe, es tan tonta…
Aunque no aparecían tales
armas de destrucción masiva, estos personajes aliados con
Bush y con la mentira seguían erre que erre asegurando que
sabían de la existencia de tales ingenios y así han
pasado los meses. Llegaron unas primeras elecciones locales y volvieron
a ganar, lo que venía a demostrar una de estas dos cosas:
el pueblo verdaderamente olvida desastres como el de la guerra y
está narcotizado con tanta tele-basura oficial y acepta la
mala gestión del petrolero hundido en aguas de Galicia o
el votante estaba a la espera de una reprimenda mayor. Parecía
más lo primero que lo segundo, porque hasta unos días
antes de la matanza de Atocha y alrededores el partido pinochero
salía airoso en las encuestas, aunque deseaban con ardor
la mayoría.
La mala gestión informativa
Lo sucedido desde el 11 de marzo fue una lección del mal
gobierno de la información política, que solamente
puede salir airosa y beneficiar a su gestor si porta en todo momento
la verdad por delante, no la intoxicación, que siempre acaba
siendo tosca, muy burda, en esta ocasión, además,
cuajada de prepotencia y descalificaciones, que es un arma arrojadiza
de ida y vuelta, que acaba golpeando a quien la esgrima y la lanza.
Aunque es archisabido lo acontecido
entre el 11 y el 14 de marzo, veamos algo de lo más grosero.
Los ataques fueron a primera hora
de la mañana y la gente los fue conociendo a medida que se
incorporaba al día, por llamadas telefónicas y, está
claro, por los medios calientes de difusión, emisoras de
radio y de televisión, que emitían en directo lo que
sucedía en el escenario de las tragedias. En un plazo muy
corto de tiempo toda la sociedad sabía lo sucedido y se iba
enterando de los nuevos detalles que aparecían en escena.
El significado político y
social de El Pozo del Tío Raymundo
No es un error entender que la primera impresión ciudadana
era que se trataba de un nuevo atentado de la organización
etarra. Era la primera impresión, que enseguida se desmoronaba
por sí sola, aún en la duda de si realmente eran etarras
los responsables de tanta muerte discrecional y sinsentido. El primero
de los datos que sumaba dudas sobre la identidad de los responsables
del atentado múltiple era la elección del Pozo del
Tío Raymundo para asesinar allí a personas de la sociedad
civil.
La duda nacía desde el momento
en que se conoce un poco de la historia reciente de este país,
España, tan maltratado desde el poder. El Pozo del Tío
Raymundo fue durante la (última) dictadura un foco de resistencia
constante contra el franquismo, probablemente el barrio obrero y
pobre de los alrededores de Madrid donde vivieran más simpatizantes
con los etarras, al menos en los tiempos de la dictadura, donde
la única voz que resonaba contra el franquismo con hechos
contundentes era la de aquellos en un sentido y de éstos
en el plano social y más visto, o sea, más represaliado.
Allí, en ese barrio, surgieron
movimientos sociales como los de los curas obreros, nada que ver
con el movimiento de curas pederastas ni el de los curas empeñados
en catolicismo para todos en las escuelas públicas, algo
que a dios gracias ya se va a acabar con el nuevo gobierno. Esa,
al menos, ha sido una de sus promesas; ya veremos si la cumplen,
si la pueden consumar.
Si eran etarras los que atentaban
en El Pozo, no eran ‘etarras normales’: tenían
que ser tan jóvenes que desconocieran ese dato histórico…
o eran extranjeros. Que la Eta esté dirigida por gente tan
joven que desconozca el significado de El Pozo del Tío Raymundo
era posible, pero muy poco probable. Cabía la tercera posibilidad,
que estuvieran tan desarticulados, tan al borde del cierre, que
hicieran el atentado más facilón, el único
al que pudieran poner su sello. Ésta fue una de las primeras
aseveraciones sin sentido que manifestó algún pinochero.
Y se equivocó, se empezaron a confundir también al
no plantearse con un mínimo de rigurosidad la poca credibilidad
del binomio maligno Eta – Pozo.
Esto sólo valía para
los primeros instantes, que como es lógico fueron momentos
de nerviosismo y rabia, pero de poca gimnasia con la inteligencia.
Despreciar el dato que no
gusta
El segundo dato que aconsejaba dirigir las sospechas hacia
otro lado que no fuera el ángulo superior derecha de Iberia
fueron las palabras que nos llegaron desde allí, por boca
del dirigente de la organización política puesta fuera
de la ley por los cachorros del franquismo en el poder, que saludaron
la idea equívoca de que es mejor tener a los malos fuera
del sistema que integrados en el mismo. Otegui, responsable de la
ilegalizada organización política Batasuna, aclaró
en conferencia de prensa que los atentados de Madrid no tenían
nada que ver con Eta y que ni siquiera como hipótesis se
planteaban tal cosa.
Sin saberlo, este político
independentista forzaba a los gubernamentales a seguir la política
de Pinocho: empezaron a insistir en la vía etarra y a descalificar
a Otegui.
No tuvieron el mínimo de
lucidez para percatarse de algo funcionalmente importante: el terrorista
‘doméstico’ que opera en la península
ibérica comete sus atentados para que se sepan que los ha
perpetrado. No es un ‘terrorismo de venganza’ sino ‘de
propaganda’ (con la alianza mediática)2,
aunque en ocasiones el etarra también haya sido indiscriminado.
Si la Eta comete el atentado y lo desmiente un supuesto portavoz
político, sólo podía implicar que se hubieran
asustado por las consecuencias, pero, ¿es creíble
semejante temor en estos activistas? Aquí se equivocaron
en el gobierno pinochero; no tuvieron cintura suficiente para captar
el dato. O tal vez sí, pero la autoría etarra les
podía ayudar tres días más tarde a alcanzar
la mayoría que las encuestas cantaban como perdida.
Alguno dijo que los mensajes etarras
no podían ser atendidos, que no eran creíbles, pero
como las hemerotecas y los fondos audiovisuales también cantan,
poco tardaron algunos medios en recordar el episodio de la entrevista
de Carod Rovira con etarras en Francia. Con aquel motivo, los que
ahora tildaban de no aceptable el mensaje que llegaba del norte,
antes decían que la Eta no mentía, aludiendo al comunicado
alusivo a que dejarían de atentar en Cataluña. O sea,
lo que valía en enero ahora no se apreciaba en marzo. Aquí
se iniciaba el rosario de mensajes enemistados con la información,
empezaba la desinformación y la manipulación más
burda y grosera que se ha visto nunca (y captada como tal) por estos
lares.
Aparecen pistas y se tratan
de obviar
El mismo jueves se tuvo noticia de la furgoneta encontrada
con indicios que aludían a personas de lengua árabe.
(Hay que ‘resistirse’
a hablar de ‘islamistas’, porque sería lo mismo
que denominar ‘cristianistas’ a los terroristas occidentales,
ambas palabras sustentadas en que unos y otros de alguna manera
han tenido una formación religiosa, pero, ¿no hay
que aceptar que, al menos en la teoría, las religiones están
en contra de estas actividades que culminan con la muerte de semejantes?
Está claro que decimos ‘en teoría’, porque
la historia y la realidad nos habla sobradamente de los atentados
que, por ejemplo, cruz en mano, se han hecho en tantas partes del
mundo: América nuestra, África, Oriente... El hecho
de que la Cruz Roja se viera obligada a cambiar la cruz por una
media luna en suelo árabe habla por sí solo de esa
realidad, que en el mundo árabe ha dejado la impronta del
binomio cruz – salvajismo, desde los tiempos de los cruzados
que iban a imponer sus creencias a sangre y fuego. Por eso no hay
que dar mucha cancha a la cuestión religiosa, al menos para
los seguidores de Isabel… la Católica… Por ejemplo.)
Hablemos, entonces, de Alqaedistas
y no de islamistas. Generalizar siempre es discutible.
En ese vehículo se encontraron
temporizadores, precisos para realizar explosiones, pero de un material
diferente a los empleados por los etarras. Ése tenía
que haber sido otro dato que unido a lo anterior podía aconsejar
llevar la mirada, o sea, las investigaciones, hacia otros lugares.
No se hizo. Al menos, no se dijo y se siguió insistiendo
en la hipótesis etarra.
Se inicia la intoxicación
desde el gobierno
Cuando a algún iluso se le ocurrió hablar
de la posibilidad del terrorismo árabe, otro pinochero dijo
que no, que lo más probable era un matrimonio entre etarras
y árabes…, que era algo que ya entraba en el terreno
del sainete, y de la mentira, cuando el presidente Aznar le manifestó
al director de El País, Jesús Ceberio, que eso era
un bulo lanzado por el entorno de la Eta:
Añadió [el presidente
Aznar, en la primera de sus dos llamadas telefónicas al
director del periódico, como no había hecho en los
ocho años anteriores] que las versiones que empezaban a
apuntar hacia otro tipo de terrorismo nacían del propio
entorno de ETA para desviar la atención3.
Las mentiras se manifestaron ya
con toda rapidez: se supo la idiotez de la ministra de Asuntos Exteriores
que pasó un fax a todos los embajadores españoles
en el exterior, donde les aconsejaba que mantuvieran la teoría
etarra, frente a gobiernos y medios de comunicación. Fue
una manifiesta deficiencia, porque si un político quiere
difuminar un rumor o una mentira, no lo hace por escrito ni de forma
indiscriminada. Lo realiza por teléfono y solamente cerca
de aquellos diplomáticos que a carta cabal son de su cuerda.
Al enviar ese fax a todos, lo más
probable es que al menos haya uno que piensa en la manipulación
idiota y si casualmente se da la coincidencia de que también
sea una persona seria o sensata, pues su mente le aconseja pasárselo
a alguien, a un periodista o a los compañeros de su partido,
por ejemplo, para que la mentira quede al descubierto. Hecho. Poco
después, las emisoras que no juegan al gobierno pinochero
contaron con detalles el contendido del fax, que después
incluso sería reproducido en algunos periódicos. Puestos
a mentir y a intoxicar con la información, al menos que lo
hagan con un mínimo de inteligencia y no de forma tan torpe.
La intoxicación llegó
a los niveles más altos: al Consejo de Seguridad de la ONU.
Allí, los responsables diplomáticos creyentes en la
mentira convencieron a los demás diplomáticos para
que se acordara una condena contra la Eta por los atentados de Madrid.
Cuando se conoció el engaño, el mundo supo lo que
era una mentira de altos vuelos y el crédito de Naciones
Unidas quedó tocado una vez más. No importaba, había
que ganar el domingo y hacerlo por goleada.
El muerto 201
El embuste fue engordando y acabo por contaminar a los
periódicos. La prensa fue el muerto 201 el 11 M4.
Los grandes periódicos prepararon
ediciones extras. El diario madrileño El País se salió
de los límites del periodismo y en portada mintió
a sus lectores. Se olvidó de virtudes periodísticas
como la templanza y cayó en el sensacionalismo y en la mentira.
En su edición especial insertó un titular enorme,
nada habitual, con un mensaje falso: “Matanza de ETA en Madrid”.
Torpes, reproducen una foto en la edición normal del viernes,
en la que aparece un lector con el diario abierto y la mentira resonando
de nuevo en sus páginas. [Ver 1ª reproducción]
Esto, sin contar con los numerosos textos que llevaban su mirada
hacia la Eta, cuando ya resonaba Al Qaeda en las nuevas que eran
noticias y no intoxicaciones.
Ya en la edición del viernes,
con un cuerpo bastante más bajo, el titular de portada, también
a toda plana, cinco columnas, y en dos líneas, se acercaba
más a la verdad: la portada retornaba a los límites
del Periodismo. Decía: “Infierno terrorista en Madrid:
192 muertos y 1.400 heridos”, con un subtítulo que
centraba la situación respecto a la autoría: “Interior
investiga la pista de Al Queda sin descartar a ETA”. [Ver
2ª reproducción]
Los dos graves errores de El
País en su portada, contrarios a su historia, era decir
lo que no era más que una especulación, una posibilidad,
una sospecha o una intoxicación gubernamental. Informaban
de algo de lo que no estaban seguros ni habían confirmado,
contrastado, su fuente, como se establece con toda claridad en su
Libro de estilo. El problema de la fuente informativa es en tantas
ocasiones el vicio que arrastra muchas noticias aparentes a la cesta
de la basura, extremo que a veces no llega a captar el lector.
El propio presidente desinforma
a los periódicos
En este caso, la fuente fue ni más ni menos que don José
María Aznar, quien no tuvo empacho en telefonear a los directores,
aunque a algunos de los cuales no los había ni siquiera saludado
en sus ocho años de mandato. Nunca había hablado con
algunos de ellos, como es el caso de Franco, el director de El
Periódico de Catalunya, o Jesús Ceberio, director
de El País. O sea, fue una acción intoxicadora
a la desesperada. Se jugaban mucho los pinocheros o así lo
debieron haber entendido.
Aznar les aseguró que era
Eta, que no se equivocaran en la información que fueran a
dar en las ediciones extra. Y ahí aparece el nuevo error
de Jesús Ceberio, director de El País: aseguró
lo que le dijo su fuente, pero sin citar a la fuente, que en periodismo
entra en el plano de los vicios infantiles, porque después
falla ‘el soplo’ que era intoxicación y te ves
con tus galeradas al aire, necesitado de pedir disculpas, de aclarar
el error, después de cometido. Está claro que no podía
haber reproche alguno si el titular “Matanza de ETA en Madrid”
llevara un subtítulo donde dijera que la fuente informante
era el presidente Aznar, la presidencia del gobierno, el gobierno
o cualquiera que hubiera sido la fórmula para decir el origen
de la noticia. No indicarlo era asumir la verdad de aquel título
que resultó erróneo. Indicarlo acaso era dar protagonismo
al político intoxicador.
Este error lo ventila El País
con un párrafo de nada en las primeras explicaciones
que dan el domingo día 14, al amparo de la defensora del
lector, “Informar en medio de la confusión”5,
bajo el epígrafe “Llamada del presidente”:
El titular de portada a cinco
columnas es contundente: Matanza de ETA en Madrid. ¿En
qué se basaba El País para afirmar tal cosa si todavía
el ministro del Interior no lo había confirmado? Muy sencillo.
Al margen de distintas fuentes de Interior que así lo habían
asegurado, el presidente del Gobierno, José María
Aznar, había llamado al director, Jesús Ceberio,
para confirmar la autoría.
Está claro que este error
no se puede acallar con ese “muy sencillo” del texto
de la defensora del lector, que aquí es defensora del director.
Esas fuentes innominadas no sirven, al menos desde la letra del
Libro de estilo del periódico.
Los lectores empiezan a
quejarse
Cuando llegan los comentarios de algunos lectores avisados6,
la defensora Malén Aznárez, después de reseñar
algunas críticas que hablan del “titular falso o cuando
menos precipitado” y de reproducir preguntas que quieren saber
por qué no se dijo que era Aznar la fuente, trata de aclararlo
y dice:
“Por supuesto que El País
contactó con numerosas fuentes para contrastar la información.
Pero a esas horas de la mañana --la edición especial
se cerró a la una de la tarde del mismo jueves-- poco se
podía contrastar, puesto que nadie tenía dato alguno
y los supuestos abundaban a la autoría de ETA. Estábamos
todavía en los primeros momentos del horror, y Gobierno,
instituciones, políticos y medios de comunicación
trabajaban entonces con tal hipótesis, no exenta de altas
posibilidades de certeza. A esas horas, el lehendakari7
Ibarretxe había atribuido la autoría a ETA, y sólo
Arnaldo Otegui, portavoz de la ilegalizada Batasuna, la había
rechazado y adjudicado a la “resistencia árabe”.
De las palabras anteriores se desprende
con toda claridad que “poco se podía contrastar”
y deja claro que “nadie tenía dato alguno”. ¿Cómo,
en tales condiciones, se atreven a decir lo que nadie sabe seguro,
de lo que no hay datos?
La defensora del periódico
en su informe a los lectores matiza que estaba ya cerrada la portada
del periódico cuando se recibió la llamada telefónica
del presidente. Y que entonces se cambió el titular. Y se
pregunta Malén Aznárez: “Teníamos que
dudar de la palabra del presidente de un país democrático
europeo?”. Bueno, pues lo más razonable es que de José
María Aznar sí que podían dudar, ¿o
es que habían olvidado la mentira de la existencia de armas
de destrucción masiva en Irak? No son aceptables los olvidos
cuando nos interesa sacarlos de la memoria. Además, ¿qué
significa esa alusión a “país democrático
europeo”? ¿Si fuere el presidente de un país
democrático pero no europeo sí se podía desconfiar?
¿No hay aquí algo de ‘ombliguismo’?
Las disculpas del director
El propio director, Jesús Ceberio, no en la primera entrega
de la defensora sino en la segunda, diez días después,
por fin pide disculpas de manera pública a sus lectores y
trata de aclarar lo inaclarable:
A todas luces, fue un grave error
cambiar el título con el que había decidido encabezar
la edición especial del jueves 11 de marzo: “Matanza
terrorista en Madrid”. (Es) Un error que asumo en su totalidad.
La validez de la titulación
como recurso informativo
La titulación en periodismo es un recurso para exponer en
pocas palabras lo que se va a decir a continuación y siempre
ha de responder a la verdad conocida y contrastada. Si el periódico
hubiera titulado como tenía previsto: “Matanza terrorista
en Madrid” hubiera acertado de pleno y nadie, desde ningún
ámbito, le hubiera podido encarar una falsedad: era una matanza,
era terrorista y era en Madrid. Sólo se exponía a
ser calificado de ‘tibio’ por la derecha, capaz de discernir
entre un terrorismo y otro o que deseara incrementar el desprecio
hacia el terrorismo doméstico. Ése fue el error de
Ceberio, su temor a ser calificado de poco patriota o algo semejante,
según el vocabulario descalificatorio y españolista
empleado por los pinocheros en sus últimos tiempos y en la
campaña electoral. Se salió, pues, del periodismo
y entró en otros terrenos.
Lamento que esa decisión
equivocada haya podido contaminar el formidable esfuerzo profesional
llevado a cabo desde primera hora de la mañana por una
Redacción que fue capaz de superar su propia conmoción
para elaborar 19 páginas de información rigurosa:
textos, imágenes que han dado la vuelta al mundo, infografías
y diseño (…)
Ronda lo pueril esa alabanza al
‘formidable esfuerzo profesional’ de sus redactores,
que no habrá sido mayor que el del resto de los medios, de
los servicios de seguridad, de los bomberos, de los servicios sanitarios,
de tantos voluntarios… Lo mismo se ha de decir de la alusión
a que algunas fotos ‘han dado la vuelta al mundo’. De
hecho, todos los días ‘dan la vuelta al mundo’
miles de fotografías: todas las imágenes de los servicios
de telefotografía de las agencias de prensa con tal oferta.
Esa idea de conectar la calidad de una foto con su ‘vuelta
al mundo’ es ñoña y de cuando no existía
la telefotografía, ahora, digital y telemática; es
obsoleta, en suma.
Poco antes de la una de la tarde
decidí llamar al secretario de Estado de Comunicación,
Alfredo Timmermans, para obtener un contraste directo con el Gobierno.
Me anunció que en unos diez minutos iba a comparecer el
ministro de Interior, Ángel Acebes, para informar de que
ETA era la autora de la cadena de atentados sin ningún
género de dudas. Apenas unos minutos más tarde recibí
una llamada del presidente del gobierno, José María
Aznar, que en una breve conversación telefónica
(no más de un minuto, probablemente) me garantizó
la autoría de ETA, con toda rotundidad. No se trataba de
una convicción o una deducción lógica, era
una aseveración en términos absolutos (…)
Está claro que me equivoqué y, por ello, debo disculpas
a los lectores y también a la Redacción, en cuyo
descargo señalaré que las diversas informaciones
incluidas no descartaban la hipótesis del terrorismo fundamentalismo
islámico. El hecho de que excepcionalmente esa edición
del diario no incluyera ningún texto informativo en su
primera página me impidió una asignación
directa de la fuente informativa.
El mensaje, marginado
De nuevo aparece el error admitido: el diseño de prensa nunca,
jamás, se ha de imponer al mensaje. Si una portada se decide
de lleno en el campo sensacionalista, todo titular, nada de masa
gris de texto, como ésta que comentamos de El País,
y a un cuerpo muy pocas veces visto, sus mentores se exponen a que
algo quede fuera, por ejemplo, la autoría de la fuente que
ha aconsejado semejante error.
Por eso, si la noticia ha de llevar
fuente, la fuente se coloca como sea. Si persiste el error de no
poner masa de texto, la fuente se pone en el titular y éste
se hace menos sensacionalista, de un cuerpo más templado
y no del cuerpo de una boda real…
La ‘dictadura del diseño’
nunca es recomendable y aquí el periódico se ha dejado
enamorar por el esquema sensacionalista, que será amarillo
si lo que se dice no es verdad, como ha sucedido: la portada de
El País es una muestra de prensa amarilla, aunque con la
salvedad de que ha sido motivado su director por un engaño,
mentira o desinformación, que es una escala menor del diario
que inserta un titular falso a sabiendas de que lo es. En todo caso,
si por la sinrazón que fuera y que acabamos de ver no cabe
poner la autoría en la portada, ¿qué impide
que dentro se aclare la fuente? ¿Se quiso acaso dejar en
la nada el contacto telefónico Aznar – Ceberio? Como
no lo han explicado no lo podemos saber.
Detalles escondidos o minusvalorados
Hubo, no obstante, otros errores imperdonables en un diario que
se tilda de referencia, hablamos ya de la edición normal
del viernes. La rueda de prensa de Otegui se escondió en
la última página dedicada a dar cuenta de lo sucedido
y no se ofreció a los lectores el texto de la carta donde
un primer portavoz de Al Qaeda informaba en el periódico
árabe Al Quds al Arabi, de Londres, de la responsabilidad
de los atentados. Esconder noticias que no gustan tampoco es periodismo,
es decisión que expulsa al periodismo de nuestra actividad
profesional. Esta decisión no se ha explicado en las páginas
de la defensora del lector / periódico.
Recordemos que la conferencia de
prensa sin preguntas de Otegui fue por la mañana y la nota
de Al Qaeda en el rotativo londinense se supo por la tarde-noche
del mismo jueves, de 20:30 a 21:00 horas, y a pesar de su interés
informativo sólo sirvió para dar cuenta entre líneas,
sin titulación individual, sin darle importancia.
Al margen de lo anterior, El
País entró en barrena en el terreno feo del sensacionalismo
el viernes y regresó de nuevo el domingo día 14. Lo
hizo con el trato dado a las fotos insertas en sus páginas.
Recordemos que la diferencia entre prensa amarilla y periodismo
sensacionalista es clara. Para empezar, la primera actividad es
prensa (todo lo que se imprime) pero no es periodismo8.
Sensacionalismo es dar un tratamiento exagerado y no habitual a
una información. Entró en el sensacionalismo dando
fotos a un tamaño enorme y dos páginas enteras de
megainfografías.
El tamaño mayor de fotos
e infos sólo significa morbo y aumentan la sensación
de que lo que nos están narrando es muy importante, por si
acaso nosotros, los lectores, no nos hubiéramos dado cuenta
que un rosario de atentados con casi 200 muertos fuera algo de poca
monta. Será, entonces, al ver grandes fotos, algunas de ellas
en color y muy dramáticas, cuando nos daremos cuenta de lo
sucedido… Sensacionalismo, no más: La foto de portada,
a toda plana y en color, tomada a pie de tren, con víctimas
tiradas por el suelo, una muestra mayor del drama. Dentro, fotos
de más de media plana en las páginas 13, 14 y 15.
En las dos siguientes, dos megainfos a plana entera, para seguir
la colección de megafotos de víctimas en las páginas
19, 20, 21, 22, 23, 24, 25, alguna de ellas a más de media
plana, esto es, en un tamaño mayor que el DIN A4. [Ver 3ª
reproducción]
No será hasta la página
48 cuando el lector encuentra la rueda de prensa de Otegui que fue
uno de los primeros datos que apuntaban al menos hacia quien no
había sido el causante de la catástrofe.
Si esto ocurría el viernes,
el domingo el diario El País volvió a pisar
el terreno del sensacionalismo, al dedicar las primeras nueve páginas
del suplemento Domingo a la tragedia, con profusión
de fotos, ahora todos en color y descarnadas, con cuerpos destrozados
y muy al estilo de cierta prensa sensacionalista latinoamericana,
nada que ver con el legado del bogotano El Espectador,
por ejemplo. Ni qué decir que varias de estas fotos ya se
habían publicado, pero, eso sí, sólo en blanco
y negro. Ahora, el domingo, había que reproducirlas en todo
su color: más dramáticas. Eran 29 imágenes
en 9 páginas, según el mismo estilo que en Canarias
se emplea para dar muchas fotos en pocas páginas, en tiempos
de carnavales. Algunas de estas 29 páginas eran hartamente
irrespetuosas con los muertos, sobre todo la que aparece en la página
5, a media página, en cabecera, donde observamos la cara
aterrorizada de una mujer muerta, con el sello del terror establecido
en su rostro. [Ver 4ª reproducción] No pasará
el director Ceberio a la historia del periodismo por decisiones
como las de publicar esta foto y su tratamiento.
Bajo el epígrafe “Fotos:
traspasar el umbral”, la defensora del periódico se
refiere al asunto en su artículo del 21 de marzo: “…
la falta de sensibilidad con los familiares…” dice un
lector, pero la defensora del periódico no tiembla al asegurar
que es
un tema en el que existen serias
discrepancias entre los propios lectores, ya que en momentos tan
brutales la necesidad informativa suele rozar los límites
de la sensibilidad y dignidad para las víctimas que algunos
exigen.
Estas pocas líneas de Malén
Aznárez pasarán a la historia de lo que no se debe
hacer en un periódico, ya no digamos serio o de referencia:
“… la necesidad informativa suele rozar los límites
de la sensibilidad y dignidad para las víctimas…”.
¿Se entiende, pues, que la prensa fue la víctima 201?
¿Es que acaso las fotos descarnadas e irrespetuosas con el
último instante de intimidad de los fallecidos eran “necesidad
informativa”? ¿Hubiera sido menor la carga emotiva
del periódico con fotos respetuosas con los muertos, con
sus familiares, sus amigos… el público lector? Esas
palabras de Aznárez se expondrán en las aulas como
lo que no se puede permitir un periodista, como ejemplo de salirse
de los límites del periodismo, no, como dice, de ‘rozar
los límites’: si los ha rozado habrá sido por
fuera…
Los lectores, que siempre son menos
tontos de lo que a veces creen algunos periodistas, reaccionan ante
esta mala práctica periodística. La defensora del
lector (¿o del periódico?) reproduce algunas de estas
críticas, todas muy sensatas:
“Jan Steensman, de Madrid,
las considera ‘amarillistas’ y ‘propias de un
tabloide inglés’.”
“Cristina Robles pregunta:
¿Por qué imponer esta exposición tan dolorosa
a unas familias ya destrozadas? (…)”
“Y Alfonso Carlos
Pérez Álvarez considera que esa imagen en concreto
vulnera el derecho a la privacidad, que debe privilegiarse por
encima del derecho a la información (…) Y en ese
momento se vulnera el derecho a la privacidad, incluso después
de muerta”.
Una cosa también está
clara en la periodística: información es aquello necesario
o preciso para que el lector se percate de la realidad en que vive.
La foto que analizamos no era necesaria ni precisa para que los
lectores llegaran a conocer la realidad que el diario estaba comunicando.
Sin esa foto, de un grupo de tantas otras, el lector se hubiera
enterado exactamente igual, de ahí el tinte amarillista de
la elección de semejante fotografía. Además,
si cupiera la disculpa del error en la primera edición confeccionada
a toda prisa, esta imagen iba para la edición dominical y
aunque se hubiera cerrado el mismo jueves siempre podía llevar
aparejada mayor grado de sensatez y de reflexión, al menos
de tiempo.
Por esto, de nuevo el infantilismo
del director, Jesús Ceberio, aclarando o informando de que
varias de sus fotografías aparecieron en las portadas de
muchos periódicos de todo el mundo. Eso solamente es muestra
de sus contactos y relaciones internacionales, de los compromisos
que tienen. Por ejemplo, ¿cómo se iban a negar a facilitar
imágenes al diario mexicano La Jornada, el mismo que les
facilitó la foto del torturador Cavallo en calzoncillos,
que sirvió para ilustrar una portada criticada de El
País?9 ¿Acaso
la aparición de una foto en portada en signo de su calidad?
¿No lo puede ser de las ansias amarillistas de un diario,
de las ganas de dar morbo a sus lectores?
Ya con más sensatez, el propio
Ceberio vuelve a reconocer el desaguisado en este mismo epígrafe:
en algún caso, hemos traspasado
el umbral de sensibilidad al que está obligado el periódico
en cualquier circunstancia, tanto más en una tragedia como
ésta. Hay un principio que tratamos de aplicar y que en
algún caso, producto también de la tremenda presión
a la que trabajamos esos días, se ha rebasado. Las familias
de las víctimas tienen derecho a exigir que no aparezcan
en el periódico imágenes explícitas de los
fallecidos, sobre todo cuando son directamente identificables.
Una edición menos apresurada nos habría llevado
a evitar la publicación de algunas fotografías.
Según esta confesión
sincera del periodista Jesús Ceberio:
- El periódico debe no traspasar
el umbral de sensibilidad al que está obligado”.
- Esto ha de suceder “en
cualquier circunstancia”.
- Se trata de una cuestión
de “principio” que tratan de aplicar.
- Ese principio en esta ocasión
“se ha rebasado”.
- Ha sucedido “producto
de la tremenda presión” a la que se vieron obligados
a trabajar esos días.
- Las familias tienen derecho
a que no aparezcan “imágenes explícitas de los
fallecidos”.
- Algunas de tales fotografías
se hubieran evitado en “una edición menos apresurada”.
Estos son siete aparentes cuestiones
que se dieron o se vulneraron y originaron que el periódico
“traspasara el umbral”, o sea, se echara fuera del Periodismo,
entrara en el terreno pantanoso del sensacionalismo, de la prensa
amarillista.
¿No será, acaso, que
el periódico ha dado un paso más en su camino hacia
la prensa popular, en su retroceso, su alejamiento del concepto
diario de referencia?10
El 11-M, algún sector de
la prensa también fue víctima.
Notas:
2
Vid. “Terrorismo y medios: juego de intereses dobles”.
Razón y Palabra, 37, febrero de 2004
3 Columna “La resaca”
/ La defensora del lector, periódico El País,
domingo 21 de marzo, p. 12 / Opinión.
4 Luego se supo que la cifra de
personas muertes era inferior a 200, con la que se contó
varios días. Cuando se hablaba de 200 víctimas, en
realidad el muerto 201 fue un tendero de Navarra que cayó
muerto por los disparos de un policía nacional libre de servicio,
que acudió en defensa de su esposa, que se empeñaba
en imponer al tendero un lazo de luto por los atentados. Hoy, el
tendero está enterrado y el agente tan valiente ha de estar
a la espera de juicio, pero vivo.
5 El País, domingo
14 de marzo, página 13.
6 “La resaca”, El
País – La defensora del lector, domingo 21 de
marzo, página 12.
7 Presidente del gobierno vasco.
8 Vid. Amarillo en prensa.
José Manuel de Pablos, Idea, Tenerife, 1998.
9 Interesados, ver “Caballo
en calzoncillos nos informa de la impunidad en que anda el periodismo
de estos tiempos”, Razón y Palabra 34, agosto
de 2003.
10
Vid. El periodismo, herido Estudios que delatan divorcio entre
prensa y sociedad - El País, como referente. José
Manuel de Pablos Coello, Madrid, Foca Investigación, 2001.
Dr.
José Manuel de Pablos Coello
Catedrático
de Periodismo, Universidad de La Laguna,
España. Del equipo de investigación Latina de Comunicación
Social. |