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15 de Marzo
2007

 

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Quisiera hablar del Manual para aprender Náhuatl, de Marcelino Hernández Beatriz*

 

Por Susana Arroyo-Furphy
Número 55

El Manual para aprender Náhuatl1 del maestro Marcelino Hernández Beatriz no es un manual más para aprender un idioma, es un compendio del saber de los tiempos, es la piedra filosofal de la historia de nuestros pueblos, de nuestra raza, de nuestra verdad.

Conocí a Marcelino en los pasillos de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Y reconocí de inmediato su interés por la Semántica, materia que impartí a lo largo de 13 años. Las aulas de nuestra máxima Casa de estudios se ven engalanadas, aunque no de manera frecuente, con personas que son verdaderos amantes del estudio, no como mero trayecto hacia la obtención de un título sino como fin y objeto de encuentro, de discusión, de trascendencia. Marcelino Hernández Beatriz ha sido una de esas personas de quien al humilde catedrático le queda el placer y el deleite de haber compartido las horas de un curso.
Marcelino propone, en su Manual, conocer la lengua náhuatl desde su morfología y no desde un punto de vista aislado como palabras con sentido literal sin considerar el contorno del medio natural y social. Y es que Marcelino es hablante nativo del melodioso idioma que heredamos de nuestros antepasados. Y es que, además, es amante del conocimiento y del encuentro de la palabra con la idea, con el concepto, con la imagen, con el símbolo y con la realidad que le ha tocado –y ha elegido vivir- día con día en sus talleres de creación literaria, en sus actividades hacia la trascendencia de la añeja cultura.

El Manual comienza con la identificación de los aztequismos en la lengua española y poco a poco nos conduce al mundo maravillosos del náhuatl, hasta llegar a realizar traducciones del español al náhuatl y del náhuatl al español.

Me siento afortunada de ser amiga de Marcelino y de que hasta esta gran isla-continente donde vivo: Australia, me ha enviado su Manual, el cual es producto de sabiduría, constancia, férrea disciplina y absoluto rigor.

El autor ha considerado la importancia de enseñarnos el alfabeto pues hay sonidos del español que no existen en la lengua náhuatl, así, notamos la ausencia de “b”, “d”, “f”, “g”, “ñ”, “r”, “v”; observamos que “c” y “q” se sustituyen por la “k”; y la “z” se sustituye por la “s”. Sin embargo, percibimos que en náhuatl “tl” no es parte de una sílaba sino una letra, así como “ts”.

En relación con la acentuación, el Manual señala: “la lengua náhuatl es de acentuación grave, es decir, que la sílaba tónica se presenta en la penútima sílaba. Sin embargo, en algunas variantes podemos encontrar que se acentúa como aguda. Ejemplos: maltí, se baña; mauiltí, juega; si no se pone el acento respectivo y se lee como una palabra grave, cambia de tiempo presente a pasado.” (p. 13)

El mosaico, o mejor dicho, el tejido laborioso de la lengua nos invita a internarnos en un mundo mágico. Algunos objetos considerados inanimados en español o en otros idiomas como ‘estrella’ = sitlali o ‘cerro’ = tepetl, “no son cosas inanimadas para los indígenas ya que se les da vida y se les rinde culto” (p. 29).

El Manual nos lleva de la mano mediante capítulos que nos acercan a la gramática, al vocabulario, y lo más importante a la cosmogonía de la cultura náhuatl; nos explica las diferencias dialectales, nos ubica en el tiempo y en el espacio, elementos sine quan non del idioma y de la percepción del mundo de los hablantes.

A lo largo de sus cien páginas se encuentran fotografías ad hoc al proceso de concienciación del lector en el mundo actual que viven las comunidades indígenas en nuestro país cuya población se estima en 1,697,000 habitantes, según la más reciente información de Etnologue, de 19962, siendo el náhuatl la familia de lenguas indígenas con más hablantes.

El náhuatl es la lengua que hablaban los aztecas en México-Tenochtitlan, en los siglos XV y XVI, sin embargo, existen variantes, una de ellas, la de los aztecas, es la denominada náhuatl clásico. En la actualidad las variantes del náhuatl se encuentran algunas partes del Distrito Federal (Ciudad de México) y en los estados de Durango, México, Guerrero, Michoacán, Morelos, Oaxaca, Puebla, San Luis Potosí, Tabasco, Tlaxcala y Veracruz.

Aunque el estudio del maestro Marcelino se ha centrado en el náhuatl hablado en el estado de Hidalgo, su tierra de origen, el Manual comprende reglas generales para la comprensión de la estructura del idioma.

El náhuatl es una lengua aglutinante, es decir, añade muchas clases de afijos (prefijos y/o sufijos) a una raíz hasta poder construir palabras muy largas; de tal suerte, encontramos palabras como: ‘tsinkechkuayotl’ = ‘cintura’, o ‘kuitlapamitl’ = ‘espalda’. O ideas contenidas en una sola palabra: ‘atsintla’ = ‘atraviesa el agua’.

El Manual está orientado tanto para los hablantes de la lengua indígena, como para los no hablantes, investigadores, maestros bilingues, amas de casa y a todas las personas interesadas en comprender y entender esta lengua.

El maestro Marcelino se ha dado a la tarea de colocar mapas cuidadosamente elaborados para la identificación de los lugares donde se habla el náhuatl, un glosario, un apéndice con las partes del cuerpo, los números, colores, multiplicaciones y variadas referencias. Dentro del apéndice, observamos con deleite un listado de algunas palabras de origen náhuatl, entre ellas: aguacate, ajonjolí, atole, cacahuate, coyote, ejote, chapulín, elote, epazote, mecate, metate, milpa, nixtamal, papalote, tecolote, tianguis, tomate, zacate, zapote, zopilote, y muchas más.

Esta breve semblanza de una parte del trabajo del maestro Marcelino es una invitación a conocer su trabajo, a disfrutar de un idioma maravilloso y verdadero, actual y vigoroso.

Marcelino se ha dado a la tarea, además, de compartirnos su amor por las letras pues es un estudioso de la gramática, dirige talleres literarios, escribe, organiza actividades y forma parte de fundaciones que se orientan a la divulgación de la lengua náhuatl, es maestro, padre de familia, poeta, es un hombre comprometido con su tiempo y con su historia… me siento muy orgullosa de ser su amiga.

Para quienes no conozcan nada del idioma, he querido transcribir un poema de Nezahualcóyotl, el rey poeta. Curiosamente este fragmento se encuentra en los billetes mexicanos de 100 pesos:

Nehhuatl nictlazohtla
in centzontototl
icuicauh

nehhuatl nictlazohtla
chalchihuitl itlapaliz

ihuan in ahuiyacmeh
xochimeh
zan oc cencah,

noicniuhtzin in
tlacatl,
nehhuatl nictlazohtla3


Notas:

*Hernández Beatriz, Marcelino. Manual para aprender náhuatl. México, Edición Makuilxochitl, Cruzhica, 2004.
1 Marcelino Hernández Beatriz nació en la comunidad de Cruzhica, municipio de Xochiatipan, en el estado de Hidalgo. Hizo sus estudios primarios en su propia localidad. Es egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM donde estudió la carrera de Letras Hispánicas. Ha sido Coordinador Académico de la región de Huejutla que forma parte del Consejo Nacional de Fomento Educativo, desde 1995. Ha realizado estudios de inteligibilidad de la lengua náhuatl logrando con ello la reorientación del trabajo pedagógico del PAEPI.
Es traductor del náhuatl, principalmente en poesía. Ha publicado la Monografía del estado y El Vocabulario náhuatl-español de la huasteca hidalguense.
Escribe poesía y cuento, además de impartir talleres sobre la lengua náhuatl y realizar actividades de difusión cultural.
Actualmente es Jefe de Programas Eductivos en el CONAFE, delegación Hidalgo.
2 2,500,000 de hablantes, según datos del INEGI, 2000.
3 Amo el canto del zenzontle
pájaro de cuatrocientas voces
amo el color verde del jade
y el enervante perfume de las flores
pero amo más a mi hermano: el hombre.


Dra. Susana Arroyo-Furphy
Investigadora, The University of Queensland, Australia

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