Dimensiones Internacionales
de la Comunicación
Número 7, Año 2, junio - agosto 1997


| Número del Mes | Anteriores | Contribuciones | Sobre la Revista | Sitios de Interés | Directorio

Variables dialectales del español:
¿Valor agregado o descuento cultural en el flujo de productos audiovisuales?

por: Mariela Pérez Chavarría
ITESM Campus Monterrey

INTRODUCCION

En todos los productos de comunicación masiva -películas, videos, programas de televisión, entre otros- que se distribuyen nacional e internacionalmente, el lenguaje constituye sin duda uno de los elementos esenciales más fuertes porque como lo afirma Luyken (1991) es un factor relevante para el mercado de tales productos y para el mercado de los medios, pues por sí mismo determina la extensión de la audiencia y el tamaño del mercado.

Un idioma tan importante como el español, lengua oficial de 23 naciones, hablada por casi 400 millones de personas en el mundo, con una presencia activa y numerosa en otras zonas geográficas, y que según algunos lingüistas como Quilis (1992), por su peso cultural constituye la segunda lengua del mundo, indiscutiblemente representa un enorme atractivo para los productores de medios.

Los programas y las películas, tanto en español de origen como en traducción, se distribuyen y por tanto fluyen horizontal y verticalmente en toda América Latina y otros mercados de habla hispana, es decir, se consumen en ese gran mercado gracias -entre otras causas- a que pueden ser entendidos por los hablantes de este idioma. Sin embargo, a pesar de que la lengua es común, no todos los productos tienen la misma aceptación pues el acento y ciertas barreras culturales afectan su mercado.

Este problema del acento y las variedades léxicas con relación al flujo internacional de productos audiovisuales, al parecer no ha sido estudiado detenidamente o las investigaciones existentes no han tenido una adecuada distribución hasta la fecha. Este trabajo, a manera de ensayo intenta explorar qué sucede con este asunto. El tema es multifacético porque involucra, como se verá más adelante, aspectos lingüísticos, culturales y económicos; además, a diferencia de Europa donde se tiene un importante mercado regional, fragmentado por barreras lingüísticas, políticas y económicas, en América Latina se comparte el mismo idioma así como un pasado común o bastante parecido.

Con todo, las barreras lingüísticas parecen existir y en cierta forma limitan o restringen el mercado para ciertos productos. Como se sabe, muchos países latinos importan un buen número de programas de televisión, y aunque existe un intercambio regional (entre países vecinos), la gran mayoría de los programas se generan en Estados Unidos y son doblados o traducidos a un español que intenta ser neutro. ¿Cuáles son las barreras culturales y lingüísticas que enfrentan estos programas? ¿Qué nivel de aceptación tienen, especialmente por el español que manejan? ¿Qué sucede con las variedades dialectales del español y las diferencias en el acento? ¿Cuál es el impacto para los mercados de tales productos?

Estas y otras preguntas guiarán el análisis en un tema que tal vez parezca demasiado específico. No obstante, el problema planteado es interesante y relevante porque las exportaciones y las importaciones de productos culturales en español crecen día con día. Además, el lenguaje, y por supuesto la cultura que refleja, son factores decisivos para la integración de un mercado común de habla hispana. Asimismo es importante tener presente que el lenguaje no sólo es un vehículo de expresión o comunicación entre individuos y/o naciones, sino también -como lo refiere Kilborn (1993)- un instrumento de control social, una cierta forma de práctica del imperialismo a través de los medios.

Finalmente cabe mencionar la estructura del trabajo, dividido en tres partes. La primera presenta una beve introducción a los mercados de comunicación, así como a las diferencias entre dialecto y acento y se alude al papel del lenguaje en los medios audiovisuales. La segunda plantea un panorama del mercado hispano de productos audiovisuales compuesto por producciones hechas originalmente en español y las de idioma distinto, pero que se distribuyen gracias al doblaje; por último, la sección final se dedica al lenguaje como elemento de homogenización cultural.

Más que una investigación cabal, este documento intenta un acercamiento a un tema que casi no está documentado, pero que ofrece -a mi parecer- un interesante campo para futuros estudios donde se vincule a la lingüística, a la teoría de la comunicación, a la globalización y a los llamados mercados culturales basados en ese ámbito común que es la lengua.

1. MERCADOS DE COMUNICACIÓN Y DIFERENCIAS LINGÜÍSTICAS

Es claro que en los últimos 20 años de este agonizante siglo XXI, la economía mundial ha tendido a la integración y a la búsqueda de grandes mercados para la compra y venta de productos; hecho que sucede en todos los ámbitos. En el campo de la comunicación, los avances tecnológicos y los satélites han permitido que se incremente cada vez más la audiencia para los mercados audiovisuales (cine y televisión) y que el flujo de los llamados productos culturales (películas, videos, programas de televisión, entre tantos otros) se dé en todas direcciones: entre países desarrollados, entre éstos y los que están en desarrollo, y por supuesto entre las diferentes naciones que se incluyen en esta última categoría.

Pero a diferencia de otros productos, los culturales, por su naturaleza están sustentados casi siempre sobre la base de un idioma o lenguaje desde el cual reproducen una realidad que los origina, y como dice García Canclini (1992 ) "tienen valores de uso y de cambio, contribuyen a la reproducción de la sociedad y a veces a la expansión del capital, pero en ellos los valores simbólicos prevalecen sobre los utilitarios y mercantiles"(p. 12).

De esta forma, la difusión de los productos culturales, especialmente aquellos que se transmiten a través de los medios masivos, exige entre otras condiciones salvar la barrera del idioma que impide su libre flujo, para poder exponerlos al consumo masivo de audiencias internacionales. Para ello, sin duda los doblajes y los subtítulos constituyen un gran recurso, sin embargo las diferencias lingüísticas y culturales persisten y forman una realidad muy difícil de borrar. Straubhaar (1991), reconoce incluso que tales diferencias son un importante obstáculo para los mercados audiovisuales, pues las audiencias tienden a preferir productos locales y regionales en los que además del idioma, encuentran otros elementos de identificación que los investigadores denominan cultura.

Esta relación entre lenguaje, cultura y mercado de productos audiovisuales se ha estudiado en los últimos años y los especialistas han desarrollado el concepto de "mercados de comunicación lingüísticos y culturales (Collins, 1990; Wildman,1988; Wilkinson 1995) para designar a la serie de factores que los constituyen; es decir, lenguaje común, la misma base cultural y especialmente sistemas de negociación o de intercambio para estos productos. (Wilkinson, 1995).

Wildman y Siwek (citados por Collins, 1990), identificaron los 12 mercados lingüísticos más grandes para las economías de mercado. En este grupo, el español ocupa el tercer lugar con 265 millones de hablantes nativos, y 653, 958 millones de dólares de PIB en 1981. En la actualidad, el mercado es todavía mayor -casi 400 millones de personas- y por ello ha despertado un gran interés entre las grandes compañías productoras, tanto de Estados Unidos como las nacionales (Televisa, por ejemplo). Esto se debe a que a diferencia del mercado europeo -sumamente fragmentado- el hispano presenta un enorme potencial económico, tanto para la importación, como para la exportación hacia Estados Unidos.

Sin embargo, las diferencias lingüísticas o variedades dialectales del español, junto con las variantes en el acento de los hispanos parecen añadir una barrera adicional -más sutil si se quiere ver así- pero posiblemente con un significativo impacto entre las preferencias de la audiencia. ¿Cuánto?, es difícil precisarlo. ¿Por qué? Porque la lengua es así, es una sola pero muy rica, y el dilema para algunos productores es cómo enfrentar esta barrera: ¿con un lenguaje neutro y sin acentos, o con uno variado? A otros esto no les preocupa porque sólo consideran las dimensiones del mercado y no ven estas "sutilezas", pero las variedades dialectales existen, están ahí. Revisemos un poco, desde el punto de vista de la Lingüística, en qué consisten y cuál es el papel del lenguaje en los medios audiovisuales.

1.1 Dialecto y acento

El lenguaje desempeña un importantísimo rol dentro de los medios de comunicación, porque más allá del medio en el que se emplee (radio, prensa, televisión, cine, etc), la lengua es el código común para los hablantes del mismo idioma, y junto con las imágenes y la ordenación de ciertos elementos, permite que suceda el fenómeno comunicativo. Curiosamente, al mismo tiempo que facilita la comunicación también puede ser un posible obstáculo para que ésta ocurra, sobre todo cuando en una lengua coexisten muchas variedades o dialectos, fenómeno común del que no se escapan los idiomas.

Pero, ¿qué es un dialecto? Veamos algunos ejemplos: "La nona, con una gamba averiada siguió nomás con el laburo" (Argentina) "A la orden señor. ¿Qué le provoca? ¿Desea un tinto?"(Colombia) "Orale mano, échame aguas". (México) (1)

Sí, las tres expresiones corresponden al español, pero aún para los hispanos es difícil y a veces imposible entender el significado, porque los dialectos son variedades o diferencias entre los hábitos lingüísticos de hablantes concretos. En otras palabras: "es una forma de habla común a un grupo social establecido en un zona geográfica que posee ciertas características propias".
(Bolaño, 1982, p. 26)

Las diferencias pueden ser a nivel léxico (vocabulario), sintáctico (estructura de las partes de una oración), semántico (significados), morfosintáctico (deformaciones en las palabras), y fonológico (acentos). En algunas regiones las variaciones son más evidentes a nivel léxico (Argentina, por italianismos; o Paraguay por el Guaraní), pero todas las diferencias obedecen al desarrollo y evolución particular de cada país o región y a la flexibilidad de una lengua viva que se nutre con las voces de todos sus hablantes. No se trata de una disminución o una forma peyorativa de habla, simplemente son dialectos, variedades inevitables, conformadas -entre otros factores- por el uso, la clase social, el lugar, la escolaridad, etc.(Gregory, 1986).

Como los hablantes del español pertenecemos a 20 naciones, las variedades dialectales son muchísimas. Por ello no es extraño que ante la aparente homogeneidad del idioma, algunos lingüistas sostengan la posición contraria. "No se trata de una modalidad dialectal, sino de una entidad multiforme y variada" (Henríquez Ureña, citado por Fontanella, 1992).Así, la homogeneidad del español americano es para algunos un mito más dentro de los muchos que circulan en este terreno (Rona, citado por Fontanella 1992). Y en efecto, según lo expresa este lingüista, en el español americano sólo hay dos rasgos comunes: el seseo y la eliminación de la oposición entre el vosotros y ustedes. (2) Por lo tanto, las posibilidades de los mercados lingüísticos aparentemente son limitadas ante esta realidad.

Por otro lado, el acento es una particularidad distintiva en una lengua. Alude a los rasgos articulatorios y acústicos de la misma, es decir a la pronunciación, la cual está incluida en el dialecto pero es distinta de él. "Puede considerarse como la identidad macrolingüística del hablante, que lo define en términos de nacimiento, clase, educación y edad" (Gregory, 1986, p. 30)

De esta manera, dialecto y acento forman parte de un mismo idioma o lengua y constituyen los rasgos de identidad lingüística más ampliamente reconocidos, porque apuntan a señalar los orígenes geográficos de los hablantes. Sin duda cada hispano se siente orgulloso de su país o región y en la medida en que la forma de hablar de los otros se asemeja a la propia, encuentra elementos de identidad.

Por otra parte, mientras que el acento y el vocabulario (léxico) son de los rasgos más peculiares de la lengua, también constituyen una de las principales barreras de comunicación pues algunas modalidades resultan difíciles de entender o son incomprensibles hasta para los mismos hispanos. Tal es el caso del español del Caribe, que forma una zona lingüística especial porque la pronunciación de las palabras entre los hablantes se caracteriza por un consonantismo débil (Matluck, Joseph, S/F ) (3). Y esta dificultad o barrera ejemplifica lo que Hoskins y Mirus (1988) denominan descuento cultural; es decir, todo aquello que empaña la aceptación de productos culturales de una región a otra, o de un país a otro, porque el producto conlleva una disminución o reducción ante los ojos del espectador y/o consumidor.

El descuento cultural es un concepto que proviene de la economía y se emplea para identificar un valor para un producto cultural.(Wilkinson, 1995). Entre más diferencias culturales existan entre el país emisor o productor y el país o países receptores, el descuento será mayor. Esto tiene que ver con las audiencias e implica directamente al lenguaje en todas sus dimensiones. Por lo tanto, ante la marcada diferenciación dialectal y de acentos que manejan los hablantes del español, esa aparente homogeneidad de la lengua, base de los mercados lingüísticos, parece no encontrar soporte. La realidad luce más compleja de lo que se ve ya que la cultura subyace en el lenguaje y se transmite -entre otras formas- gracias a él.

Frivalds (1994 ) comparte esta posición de divergencia dentro de la lengua y dice al respecto lo siguiente:

"Algunos tienen la equivocada idea de que hay un mercado unificado del español en Norte América, pero los anunciantes han encontrado que una sola forma del español no funciona para los cubanos en Miami, para los salvadoreños en Washington, D.C., para los puertorriqueños en Nueva York y los mexicanos en California o Texas". (p. 29)

Detrás de esta postura subyace un sentimiento de nacionalismo que afecta, al "principio de identidad que cada hombre incardina en su propia lengua", dice Alvear (1991) y agrega: "si se prestigia uno de los dialectos nacionales es probable que, lejos de unificar, se creen tensiones" (p. 187) y la lengua pierde con ello una de sus principales funciones que es la unificadora.

Sí, porque la unidad del idioma es una realidad indiscutible que existe más allá de las particularidad distintiva de la lengua (dialecto y acento) y esto parece parece un contrasentido a lo que se señaló líneas arriba, pero no lo es. Lo que sucede es que en esta perspectiva el lenguaje se concibe como un sistema o suprasistema que está fuera de cualquier variedad dialectal. Gracias a él adquirimos una visión del mundo, nos expresarnos y comunicarnos con nuestros semejantes; además él nos confiere un sentido de pertenencia e identidad que nos hace sentirnos parte de un grupo o nación. "Mi lengua es mi patria", dice el filólogo español Manuel Alvar. (1992, p.24)

Gracias a esta unidad del idioma, al sentido integrador que entraña, los hablantes del español nos comunicamos sin importar el origen. La lengua es el prodigioso instrumento que hace posible la difusión de las ideas y el intercambio de las mismas. De ahí la conveniencia -dice Alvar- de la unificación lingüística, pues permite la comercialización de libros, la venta de programas de televisión, la creación de agencias de prensa, entre otras negociaciones.

Ahora bien, ambas posiciones -la particular y la universal-, para Alvar (1991) son propias de una lengua como la nuestra, cambiante y "mestiza", "criatura llena de vida". "La unidad está ahí, en el milagro de la comprensión; la variedad es el otro prodigio de la particularidad que no desintegra, sino que enriquece lo que tenemos unido" (p. 24). (4)

De esta manera, unidad y variedad son complementarias en la lengua: una nos hermana y unifica; la otra nos caracteriza como mexicanos, colombianos o venezolanos; y dentro de la mima patria, como norteños, sureños o costeños. En este marco se asienta el concepto de "mercados culturales lingüísticos", base para los flujos de los productos audiovisuales (cine y televisión).

2. MERCADO HISPANO DE PRODUCTOS AUDIOVISUALES

Dentro del mercado lingüístico hispano para productos audiovisuales es posible encontrar dos variantes perfectamente delimitadas en cuanto al uso del lenguaje: 1) Programas traducidos, que proceden sobre todo de Estados Unidos, en los cuales gracias al proceso de doblaje se maneja un español aparentemente estándar y sin acentos. 2) Programas en español, de factura local o nacional que tienen un buen mercado regional (México, Argentina, Venezuela, etc.), pero que llevan de origen un determinado acento y ciertas variedades dialectales (modismos, giros idiomáticos, "doble sentido", etc.), (descuento cultural según Hoskins y Mirus,1988).

Las dos modalidades conllevan características especiales en cuanto al idioma, porque en el primer caso se involucra al doblaje y por lo tanto a la traducción, mientras que en el segundo las limitantes se refieren exclusivamente a aspectos dialectales. Revisemos las dos.

2.1 Producciones dobladas al español Desde los albores de la televisión en América Latina, la dependencia con respecto a los Estados Unidos -principalmente- ha sido innegable. Al principio, como no se contaba con la tecnología fue necesario importar recursos para desarrollar el medio; pero más tarde, con el advenimiento del video y ante la muy escasa o nula capacidad de producción se recurrió también a la importación de programas.

Tapio Varis (1984) refiere que desde 1972, según un estudio de la UNESCO, el tráfico de productos tendía a ser en un solo sentido y predominaba el material de entretenimiento. En su reporte, Varis encontró que en América Latina cerca de las tres cuartas partes del material importado provenía de Estados Unidos; 12% de otros países de América Latina, y el resto de Europa. Por supuesto, el material importado se doblaba al español, pero ¿cómo era el doblaje?, ¿dónde se hacía? Al respecto vale la pena mencionar que esta información está muy poco documentada en México, al menos no fue posible localizar fuentes escritas y los conocedores locales confirmaron esta versión. (5)

Según Andrés Bermea, crítico local de cine (comunicación personal, julio, 1995), para expandir su mercado Hollywood hacía más de una versión de la misma película. Una era en inglés y otra con actores que hablaban la lengua del país o países meta, sin embargo esto no funcionó y las películas fracasaron. Kilborn (1993) parece confirmar este supuesto: "Una de las primeras estrategias que utilizaron los cineastas para superar las barreras del lenguaje fue producir versiones multilingües de la misma película".(p.642)

En México se recurrió a los subtítulos, como todavía se hace, con la excepción de las películas de Disney, especialmente las de dibujos animados, aunque también se hace para otros géneros porque son producciones destinadas al público infantil y por lo tanto deben ir dobladas. Además, Disney cuida o cuidaba mucho la calidad de su producto y se preocupaba por seleccionar las mejores voces para los doblajes.

No es objeto de este trabajo analizar cómo se hacen las traducciones para los subtítulos de las películas, ni con qué calidad respecto al lenguaje, pero vale la pena mencionar una de las posibles ventajas que trajo consigo esta técnica y es el hecho de haber contribuido de algún modo a la práctica de la lectura rápida pues los subtítulos pasaban rápido y si no se leían, la historia no se entendía.

En la televisión de habla hispana, los primeros doblajes se hicieron posiblemente en Puerto Rico y en Cuba ("Bonanza", "Yo amo a Lucy", respectivamente), pero según lo refieren conocedores locales como Bermea, Alvarez y Barahona (comunicación personal, julio, 1995), el acento era molesto y algunas veces los diálogos resultaban incomprensibles.

Hacia finales de los cincuentas México ya era uno de los principales centros de doblaje y como lo expresan Antola y Roger (1984), nuestro país se convirtió en el "ujier de los flujos de televisión Paisaje y galope Manuel Álvarez Bravo.desde Estados Unidos hacia América Latina" (p. 13). Esta posición obedeció a que México tenía la capacidad para llevar a cabo los doblajes y contaba con la infraestructura necesaria gracias a su industria cinematográfica (Antola y Rogers 1984), lo que le dio una ventaja competitiva frente a otras naciones. Además, como lo menciona Alvarez (comunicación personal, julio,1995) y lo confirman Antola y Rogers nuestro país tiene casi 40 años de experiencia en el doblaje, el cual se caracteriza por emplear un español neutro, al que se han acostumbrado las audiencias.

Para Barbero (1987), los latinoamericanos se prepararon al acento mexicano desde el cine, pues a partir de la llamada "época de oro" el cine mexicano contribuyó a fortalecer la identidad de América Látina. Este género, como lo reconoce Monsiváis (citado por Martínez, 1997) recogió la voz del pueblo y en figuras como Pedro Infante, "Cantinflas", "Piporro" y "Tin Tán", entre otros, difundió un acento y una forma de hablar peculiares pero comunes."Estoy convencido que el cine modificó el modo en que se hablaba en la Ciudad de México, y luego en el País, y lo que haya habido antes ya será siempre parte del misterio..." (Monsiváis, citado por Martínez, 1997, p.7A )

Desde el punto de vista económico, la difusión y aceptación del acento trajo sin duda muchas ventajas para los distribuidores y contribuyó a fortalecer el poder de empresas como Televisa, que doblaba programas sin costo para el productor, a fin de obtener ganacias en la distribución (Wilkinson, 1995).

2.1.1 Características del doblaje

Ya se ha hablado en términos generales sobre cómo surge la "industria del doblaje", y le llamo así porque alcanzó tales dimensiones en tanto que funcionó y funciona como una empresa dedicada a ofrecer un servicio específico para el cine y la televisión. Pero... ¿qué es exactamente el doblaje?

Para Luyken (1991) este término se utiliza para describir la técnica de sincronización de los labios con la cual se reemplaza la pista de la voz original en la que se hizo un programa. Existen diferentes métodos para traducir de un lenguaje a otro, pero no debe olvidarse que traducir significa -entre otras cosas- cambiar, mudar, trocar, es decir perder o cambiar el significado original de un texto o palabra por otro, y con ello estamos ante otra forma de descuento cultural o disminución que sufren los programas.

El mismo Luyken (1991) nos da una completa definición al respecto:

"...La traducción o el traslado de una lengua a otra describe el proceso por medio del cual una película o un programa de televisión se vuelve comprensible para una audiencia meta que no está familiarizada con el lenguaje original. Este proceso puede hacerse de dos maneras: con subtítulos si es en forma escrita, en cuyo caso el texto se sobrepone a la película en un proceso conocido como "subtitular", o bien de forma oral, en donde la voz original se reemplaza o se vuelve a grabar una nueva y a esto se le conoce como "doblaje"". (p. 180)

El doblaje es un proceso complejo que entraña varias dificultades; por un lado están los aspectos técnicos de los que sólo se mencionará que en México el doblaje se hace por ritmo, es decir, se mide la longitud de la frase en el idioma original y aplicando el sentido musical se crea un diálogo sincrónico basado en el ritmo y la cadencia del idioma de partida o base. El contenido es importante, pero la traducción generalmente es libre. (Alvarez, 1995) Y cuando se dice traducción libre significa que: "Se pasa por alto la estructura lingüística de la lengua de partida y se encuentra su equivalente a partir del significado que transmite." (Cristal, 1994, p. 344)

Esto implica gran libertad para acomodar al lenguaje "de llegada", los giros y modismos del lenguaje "de partida". Además, quien hace el doblaje actúa también como censor o "gatekeeper", pues elimina o suaviza frases o palabras "malsonantes". Antola y Rogers (1984 ) dicen que incluso los estudios de doblaje cortan segmentos de programas en los que se presentan conductas inmorales o sexuales. Obviamente este "proceso" puede alterar significativamente el contenido de los programas.

Por otra parte está el aspecto económico de los doblajes, pues se trata de un procedimiento caro porque implica contar con tecnología especial y apoyo de suficiente personal para hacer el trabajo.También es necesario asegurar una mínima venta a ocho países para sacar los costos (Alvarez, comunicación personal, julio, 1995). Con todo, gracias a este proceso es posible la venta potencial de producciones extranjeras.

Sin embargo, por encima de todo está el problema del acento y el dialecto en la versión traducida o doblada, porque muchos países son muy susceptibles al respecto:

" Un programa doblado en el lenguaje apropiado (correcto), pero en otro dialecto, puede no ser aceptado por algunas audiencias. Por ejemplo, un programa doblado en portugués brasileño es inaceptable en Portugal". (Luyken, 1991, p. 84)

¿Cómo han salvado esta situación los responsables de los doblajes? Al parecer, al traducir utilizan una variedad lingüística neutra, es decir, seleccionan una codificación especial en la que las palabras estén desprovistas -lo más posible- de connotaciones locales y se busca una relación con la realidad que se desea expresar. En ello hay una clara manipulación del lenguaje con fines de rentabilidad "…y esa rentabilidad suele ser económica, por más que se disfrace con otros atuendos" (Alvar, 1991, p. 190)

El extremo de este procedimiento es llegar a un lenguaje aséptico para volverlo comprensible a muchísima gente. El caso de la BBC de Londres es muy ilustrativo porque se buscó unificar la lengua para que pudiera cumplir con su finalidad comunicativa, sin embargo "…lo que se hizo fue crear un sistema nunca hablado, pero válido para la transmisión de ciertos programas"
(Alvar, 1991, p. 230)

Para los doblajes se utiliza un "Español en conserva" que resulta vacío, frío y mecánico hasta cierto punto, porque le resta vida a lo que sucede en la pantalla y lo vuelve inexpresivo al no ser de ninguna parte. Por eso Alvar afirma que los doblajes necesitan acento. "Escuchamos películas dobladas: no hay mayor inexpresividad que esa lengua neutra, válida -dicen- para todos. Pero ¿qué hispanohablante no entiende una película española o argentina o mejicana?" (Alvar, 1991, p.207)

Todo lo anterior, como puede observarse sugiere la existencia de dos posiciones antagónicas respecto al doblaje y al acento en los productos audiovisuales. Por una parte está la búsqueda de la neutralidad o estandarización con el propósito de garantizar una amplia distribución o mayor mercado para los países productores. Por otra, está la necesidad de proporcionar a las audiencias programas atractivos, que tengan éxito comercial porque satisfacen las preferencias de la gente al ofrecer una identificación a través del acento, lo cual en cierto modo limita o segmenta al mercado hispano.

Straubhaar (1991) en una investigación encontró que los flujos de los programas en América Latina están determinados en gran parte por las preferencias de las audiencias, las cuales, según su clase económica y capital cultural (nivel de educación y referencias familiares) "consumen" programación importada o nacional. Sin embargo, la tendencia a preferir programas nacionales es mayor por la proximidad cultural y la identidad, en la que por supuesto se halla contenido el lenguaje y la variedad dialectal del país.

En ese estudio, el mismo investigador refiere que cuando las audiencias no encuentran determinados géneros en las producciones nacionales o locales prefieren las regionales, es decir las procedentes de otros países hablantes del español, especialmente de los que son relativamente más próximos en lo cultural, relegando a un tercer plano las series extranjeras dobladas al español. Así, las determinantes de estas preferencias son importantes para el análisis del acento y las variedades dialectales que se revisan aquí, porque ayudan a comprender mejor los segmentos o las capas que conforman ese aparentemente homogéneo mercado cultural lingüístico, hispano.

El impacto económico de la diversidad dialectal y de acentos en un idioma, respecto a las producciones audiovisuales, parece ser muy significativo y puede ser crucial para las producciones Caja de visiones Manuel Álvarez Bravo.en español destinadas al mercado hispano de los Estados Unidos, porque la gente tiende a aceptar con más facilidad lo que está en su lengua materna, además, en su condición de extranjeros es muy posible que busquen un poco de información y entretenimiento en programas que manejan su idioma (Proximidad cultural -Straubhaar, 1993). Por supuesto, habría que investigar con cuidado esta suposición.

Por lo tanto, en el caso de los doblajes, el problema con el dialecto y el acento del español podría manejarse de tres maneras distintas:

(1) Evitar asépticamente las variedades dialectales y buscar la estandarización, con todo lo que ello significa: lenguaje frío y mecánico, pero con posibilidades de abarcar un mayor mercado, aunque con dudosa aceptación.

(2) Incorporar esas variedades dialectales a los programas doblados para asegurar una mayor aceptación, pero con el inconveniente de ocasionar más costos por el número de versiones en español.

(3) Dejar que cada país -con capacidad de hacerlo- compre y doble los programas extranjeros, con lo que se asegura una mayor aceptación para los mismos. Esta es la opción menos viable por los costos (se requiere la venta a ocho países para sacar costo del doblaje).

2.2 Producciones hechas en español

Aunque en el punto anterior ya se aludió indirectamente a estas producciones, vale la pena hacer algunas aclaraciones adicionales para revisar el tema del acento y el dialecto.Como se sabe, muchos programas destinados al consumo nacional y posiblemente regional hispano, son realizados en un lenguaje aparentemente estándar, libre de acentos, por lo que pueden llamarse produccciones monolingües. En ellas, la audiencia parece ser concebida como una sola: los hablantes del español, que lo mismo pueden vivir en Monterrey, Yucatán, Lima, Managua o Tierra del Fuego.

Es fácil presuponer y comprobar que el español sólo en apariencia es estándar, porque series como "El Chavo " o "El Chapulín Colorado", dos de los programas más antiguos en el mercado regional hispano, están plagado de modismos y palabras con usos y connotaciones bastante localistas. Por ejemplo: "chavo", "órale mano", "chusma", "colorado", "se me chispotió" (es decir, se me escapó, frase que se dice sin pensar y sale de la boca como un chispazo). (6)

Por lo anterior, no resulta extraño que ante la invasión de programas como el citado, Argentina haya protestado por lo que consideran "la defensa de nuestro propio modismo idiomático", pues de lo contrario -aseguran- en poco tiempo habrá "un cambio radical en nuestra más fiel expresión idiomática." (Silvio, 1971, pp. 100-101)

Esta posición que parece muy nacionalista refleja también una preocupación económica, porque en las series extranjeras, desde 1965 ellos consiguieron reglamentar que el doblaje se hiciera dentro del país. Por una parte para cuidar su propio "modismo idiomático", pero sobre todo por promover el desarrollo de su propia industria local, que está paralizada por el fuerte monopolio ejercido por México. (Silvio, 1971)

Además, más allá del acento y el dialecto está la cuestión ideológica, porque a pesar de que en los pueblos hispanos existe una base cultural común, aun en los programas hechos en español se promueve un estilo de vida y unas costumbres que no son iguales para todo hispanoamérica.

Por otro lado, dentro de los programas monolingües, las diferencias dialectales y los acentos pueden afectar la comercialización de los productos audiovisuales (cine y televisión), porque la manera de hablar de los actores y sus modismos, forman una inevitable "barrera lingüística" adicional que constituye otra forma de descuento cultural, como se mencionó anteriormente.

Un claro ejemplo de lo anterior se encuentra en el programa argentino "Las gatitas de Porcel", que originalmente era un show en el que se manejaban tantos giros idiomáticos mezclados con alusiones sexuales y argentinismos, que algunas partes del programa resultaban incomprensibles para otros hispanos. Actualmente -1997- este mismo programa se produce en Miami y aunque mantiene su estructura original y sus características esenciales, ha cambiado notablemente en el lenguaje utilizado (más estándar) y en el acento (se suavizó y se mezcló con el de otros actores latinos).

En términos económicos, esta forma de descuento cultural podría significar una limitante para los productores hispanos, pues al parecer no basta con hacer un programa "atractivo"; es necesario que la audiencia comprenda lo que en él se dice. En consecuencia, detrás de aspectos que en apariencia podrían considerarse "superficiales" como son las variedades dialectales de una lengua, existen una serie de debates y discusiones económicas por el dominio de un mercado tan importante como lo es el hispano.

De esta manera, en el umbral del siglo XXI, ante el dilema de usar un español neutro o permitir el libre flujo de acentos y dialectos para incrementar el mercado de productos audiovisuales, algunas cadenas de televisión como Tele Uno, Univisión y CNN en español tienden a preferir el lenguaje (español) estándar, pero en las voces de diferentes conductores y actores latinos quienes mezclan sus acentos previamente limados o suavizados y de esta forma, en lugar de ofrecer programas o noticieros que llevan un cierto descuento cultural, los productores le añaden esta característica como valor agregado, lo que podría aumentar su potencial de aceptación.

Otro ejemplo similar, pero a nivel infantil, es el del canal 17 de cablevisión (Nickelodeon), que en sus anuncios publicitarios utiliza a niños de diferentes países, que evidencian su origen a través del acento, el cual es manejado también como un atractivo y no como descuento cultural. Lo anterior parece indicar que al menos en la televisión por cable, los productores extranjeros quizá han encontrado un salida a la problemática que aquí se dsicute; con todo, son las audiencias las que decidirán finalmente si aceptan o no este recurso.

3. EL LENGUAJE COMO ELEMENTO
DE HOMOGEINIZACION CULTURAL

Un último aspecto imposible de soslayar es el que da nombre a este apartado, pues ciertamente existen muchos procesos de integración cultural que se llevan a cabo a través del lenguaje, ya que en muchos sentidos no sólo es el mejor recurso para esa integración, sino una de las manifestaciones más vivas de una cultura; de hecho, la socialización de los individuos ocurre por el lenguaje. Por tal motivo, aunque sea en forma muy general es necesario comentar este tema que se vincula de manera directa con los productos audiovisuales.

Como se sabe y lo afirman los lingüistas, el lenguaje es una representación de la realidad y cada ser humano aprehende esa realidad a través de la lengua, (conoce formas de vida, tipos de relaciones socialmente aceptadas, etc.), por eso cabe preguntar cuál es el papel que desempeña el lenguaje en la televisión, especialmente en los programas doblados. Si se parte del hecho de que en los productos audiovisuales (cine y televisión) las imágenes y el diálogo integran un solo resultado altamente polisémico para las audiencias, es posible suponer que con el proceso de doblaje el producto final sufre alteraciones que podrían impactar aun más en la recepción .

Desde la perspectiva de la semiótica existen diferentes niveles de "lectura" en los textos (programas) televisivos, que generan multiplicidad de significados en la interpretación de los diferentes mensajes (Fiske, 1991). Pero si tales lecturas están condicionadas por un lenguaje que actúa como "gatekeeper" del mensaje original, la alteración puede ser muy fuerte. Desafortunadamente parecen no existir estudios que profundicen en las implicaciones semánticas del proceso de transferencia de un idioma a otro.

Por otra parte, además de los aspectos semánticos está la cuestión ideológica que consciente o inconscientemente se transmite con el lenguaje. Gracias al doblaje que permite el consumo de programas extranjeros, se conocen y se difunden estilos de vida ajenos, y esto podría encajar en una forma de imperialismo cultural, el cual se acentúa si se concibe a la audiencia como pasiva; pero aunque ésta sea activa, es posible que tarde o temprano, por la magia del lenguaje, la sociedad "dominada" se transforme.

Finalmente, si en los doblajes se lleva a cabo un proceso deliberado de manipulación del lenguaje para comercializar un producto que de otra manera no tendría mercado, ¿no es esta una forma de imposición? ¿Hasta dónde -en ese proceso- México o el país que tenga el control de los doblajes está imponiendo su visión del mundo y su variedad dialectal? ¿Es esta una nueva colonización?

Una posible explicación, desde el punto de vista de la sociolingüística, es que si la variedad del lenguaje usada como forma ideal para traducir o doblar un programa es concebida como estándar, posiblemente sea más prestigiada porque es la utilizada por los miembros más cultos y/o económicamente poderosos de una sociedad. (Bolaño, 1982) En contraste, hay una actitud de menosprecio hacia otras variedades o dialectos que no tienen el mismo prestigio. Por eso en México se dan algunas reacciones negativas hacia los doblajes hechos en español peninsular, porque por razones históricas esa forma de hablar podría considerarse "colonizante" y en nuestro país, por estereotipo parece haber una tendencia a ver a los españoles como cerrados o "limitados".

Ciertamente no es fácil dar una respuesta certera para las preguntas anteriores y además hacerlo sería aventurado porque se necesitan investigaciones más profundas a fin de comprobar o no lo planteado. Sin embargo, lo que se vislumbra detrás de estos cuestionamientos es un íntimo enlace entre lenguaje, cultura y mercados, para el que no parece existir un equilibrio perfecto.

CONCLUSIONES

No cabe duda que el surgimiento y el éxito de los mercados de comunicación lingüísticos y culturales, para el flujo de productos audiovisuales depende de muchos factores, entre ellos el lenguaje, que desempeña un importante rol en la difusión y comercialización de dichos productos. El problema es que el lenguaje, al mismo tiempo que une también separa, por las variedades dialectales y de acentos inherentes a todos los idiomas. Así, para el caso del español, en este trabajo se ha hablado de la existencia de dos dimensiones respecto al lenguaje:

(1) el español de los hispanos no es uno sino muchos a lo largo del continente y más allá del mar.
(2) El español como idioma es uno solo, sin importar dialectos ni acentos.

De esas dos dimensiones se derivan a su vez dos posiciones aparentemente antagónicas en el uso del lenguaje, tanto para los doblajes de productos audiovisuales, como para los programas hechos en español:

(1) la tendencia a la homogeneización o estandarización para abarcar más mercados, y
(2) la posición contraria que propone una salvaguardia de la identidad nacional y el "patrimonio cultural" a través de la preferencia de una variedad dialectal.

No es el propósito de este estudio defender una posición o la otra, sino dejar en claro que estas consideraciones dialectales, que pueden parecer superficiales, parecen tener una importancia muy significativa en el mercado de productos culturales, porque existe una muy estrecha relación entre lenguaje, cultura y economía. Desafortunadamente casi no hay estudios que aborden este problema, sobre todo en el mercado hispano; además, desde el punto de vista lingüístico tampoco parece haber teorías al respecto.

La diversidad lingüística es un problema serio que implica no sólo estudios de comunicación, sino planteamientos con un enfoque sociolingüista, ya que las audiencias que interactúan con los mensajes manejan distintas modalidades dialectales y el problema en los doblajes se centra en encontrar estándares válidos para todos los hablantes de un mismo idioma. Por supuesto, sin cambiar significativamente el mensaje original

Por otra parte, las dificultades o barreras lingüísticas no se refieren únicamente a problemas relativos a la forma de transmitir los mensajes, sino también abarcan al contenido de los mismos, que se altera en diferentes grados por el proceso del doblaje, porque no se traduce literalmente sino con adecuaciones, teniendo como único fin el comunicar un mensaje. Sin embargo, esto conlleva una forma dedescuento cultural, aunque lo mismo ocurre con los programas de televisión hechos en español, por los giros y modismos que emplean.

Otro aspecto interesante que está directamente involucrado con el lenguaje y el contenido es el del significado de los mensajes en los productos audiovisuales, porque si se considera que las audiencias construyen su propio significado a partir de sus experiencias anteriores, resulta difícil dilucidar hasta qué grado se modifica un significado cuando el mensaje es alterado por un proceso como el doblaje.

Además, en este planteamiento deben considerarse aspectos como el prestigio de una variedad dialectal que supone una forma de imposición por encima de otras variedades, lo que explicaría hasta cierto punto la hegemonía de México -si es que todavía la tiene- en el control y flujo de programas doblados al español.

En términos económicos, el doblaje y esa imposición de una variedad dialectal suponen un proceso deliberado de manipulación del lenguaje para comercializar productos que en su idioma original tendrían un mercado más restringido; de ahí que sea posible y válido hablar de una interrelación lingüístico-cultural-económica para productos audiovisuales.

Finalmente, en este marco de discusión resulta muy difícil inclinarse por una sola alternativa, pues a pesar de los incipientes esfuerzos de la televisión en español de Estados Unidos, de recurrir a conductores latinos como una forma de identificación con los hispanos, no debe olvidarse que las audiencias son las que finalmente deciden sus consumos. Por otra parte, es evidente que la integración de un mercado cultural hispano traería muchos beneficios en todos los órdenes. Sin embargo, es probable que en él persistiría el problema del acento y el dilecto, porque la lengua es una entidad viva que cambia día con día por la acción de los hablantes, quienes intercambian, incorporan o rechazan palabras.

Por último, como se expuso a lo largo de este trabajo, si bien el problema de las variedades dialectales del español podría considerarse como una cuestión menor dentro del estudio de los flujos de productos audiovisuales, la realidad parece mostrar lo contrario, pues el lenguaje es un elemento fundamental en la transferencia de productos culturales. Además, todas las implicaciones económicas de este tema requieren un tratamiento especial por su impacto en la industria de productos culturales. Por tales razones, es claro que a la luz de la lingüística, de la comunicación y de la economía, entre otras disciplinas, los investigadores tenemos un nuevo campo de estudio casi sin explorar todavía, que ofrece un sinnúmero de posibilidades; complejas y simples, llanas y profundas como lo es nuestra lengua.

NOTAS

(1) Una aproximación al significado de esas expresiones sería la siguiente: La abuela , con un pierna enferma siguió trabajando / A la orden señor, ¿qué le ofrezco? ¿Desea tomar un café? / Ahora hermano, avísame si alguien viene.
Regreso

(2) Sobre estos dos rasgos, véase Fontanella, Ma. Beatriz.(1992). El español de América. Edit. Mapfre. España.
Regreso

(3) Según Matluck, unos ejemplos de estos rasgos son: Español de México: [adaptár] [admirár] [observár]; español puertorriqueño: [adattál] [ammirá] [obseltal].
Regreso

(4) Estas dos posturas indican lo que los sociolingüistas denominan habla (performancia), que varía según la condición social, educación, etc., y lenguaje (competencia), en donde entraría la gramática.
Regreso

(5) Comentarios de Rosaura Barahona, escritora y conocedora del cine; Jesús Torres, maestro de cine en el ITESM, Campus Mty.; Andrés Bermea, crítico de cine; Fernando Alvarez , supervisor artístico de Audio Master 300, S.A, empresa de la ciudad de México dedicada a doblajes para Discovery Chanel.
Regreso

(6) Los dos progamas ya no se producen, pero "El Chavo" suele retransmitirse en canales regionales, tanto en México como en diferentes países de habla hispana e incluso en los canales en español de Estados Unidos.
Regreso

BIBLIOGRAFIA

•Alvar, Manuel (1991). El español de las dos orillas. Madrid, España: Mapfre.
•Antola, L, y Rogers, E. M.(1984). Televisión en América Latina. Chasqui. No. 9, enero- marzo. pp.10-16.
•Avila, Raúl (1977). La lengua y los hablantes. México: Trillas.
•Barbero, Jesús Martín. (1987). De los medios a las mediaciones. Barcelona, España: Gustavo Gili. •Biltereyst, Daniël (1992) Language and Culture as Ultimate Barriers? An Analysis of the Circulation, Consumption and Popularity of Fiction in Small European Countries. European Journal of Communication. London, England:SAGE.Vol. 7, 517-540.
•Bolaño, Sara (1982). Introducción a la teoría y práctica de la sociolingüística.México: Trillas. •Collins, Richard (1990) Television: Policy and Culture. Boston: Unwin Hyman.
•Crystal, David (1994).Enciclopedia del lenguaje . España: Aguilar.
•De Swaan, Abram (1991) Notes on the emerging global language system: regional, national and supranational. European Journal of Communication. London, England: SAGE.Vol. 13, 309-323. •Fontanella, Ma. B. (1992). El español de América. Madrid, España: Mapfre.
•Frivalds, John (1994) The Translation Explosion. IABC Communication World. December. •García Canclini, Nestor. El Trabajo interdisciplinario en tiempos neoconservadores. En Diá--logos de la Comunicación, Núm. 32, 1992, 8-15
•Gregor, M y Carroll, S. (1986) Lenguaje y situación..México: Fondo de Cultura Económica. •Hoeffel, John (1994). A new twist of Spanish Television. American Demographics. August. p. 16-20.
•Hoskins, C. y Mirus, R. (1988) Reasons for the US dominance of the international trade in television programmes. Media, Culture and Society. SAGE, London.
•Kilborn, Richard. (1993). Speak my language: current attitudes to television subtittling and dubbing. Media, Culture and Society. Vol. 15, 641-660.
•Lope Blanch, Juan (1977) Estudios sobre el español hablado en las principales ciudades de América. UNAM. México.
•Luyken, G. (1991). Overcoming language barriers in television. The European Institute for the Media. Manchester University.
•Matluck, Joseph. (s/f) Fonemas finales en el consonantismo puertorriqueño.Nueva Revista de Filología Hispánica. Vol. XV.
•Martínez, Juan C. (1997, Abril 9). Da cuenta de lingüistas populares.El Norte, p.7C.
•Quilis, Antonio (1992). La lengua española en cuatro mundos..Madrid, España: Mapfre.
•Silvio, Héctor (1971). El doblaje.Historia de la televisión Argentina. Buenos Aires,Argentina: Centro Editor de América Latina.
•Strubhaar, Joseph. (1993). Más alla del imperialismo de los medios. Interdependencia asimétrica y proximidad cultural. Comunicación y Sociedad. p. 67-107.
•Tomlinson, John (1991). Cultural Imperialism. Baltimore MA: Johns Hopkins.
•Varis, Tapio (1984). The international flow of television programs.Journal of Communication. Winter, 143-154.
•Wildman S. y Siwek S.(1988) International Trade in Films and Television Programs. Ballinger Publication.
•Wilkinson, K.T. (1995). Where culture, language and communication converge: The Latin American regional Television Market. Unpublished, doctoral dissertation. Univ. de Texas.


Regreso al índice de este mes