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Febrero - Marzo
2007

 

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Editorial
 

Por Alejandro Ocampo
Número 53

Bienvenidos a la edición 55 de Razón y Palabra. En esta ocasión la coordinación del monotemático corrió a cargo del maestro Lenin Martell, investigador de la Universidad Autónoma del Estado de México y está dedicado al análisis y reflexión en torno al espacio público global. Gracias a Lenin y a todos los colaboradores de este número por compartirnos sus pensamientos.

Esta edición abre de la mejor manera nuestro año número 11 y de igual forma nos reitera lo importante que es y será este año para Razón y Palabra, así como para su comunidad. Así pues, aprovechamos para desearles a todos un excelente año, lleno de aprendizajes, productividad y éxitos. Uno de los nuestros es continuar con nuestro trabajo de la mejor manera posible.

También desde ahora queremos hacerles una cordial invitación a participar en el congreso de la Media Ecology Association que, por primera vez fuera de la Estados Unidos, se realizará en junio próximo en el Tecnológico de Monterrey Campus Estado de México, nuestra casa. Esta organización, la Media Ecology Association, representa la continuación de la escuela que formara Marshall McLuhan y que en la Universidad de Nueva York fundara Neil Postman. Ambos, McLuhan y Postman, representan dos de los principales estudiosos –y críticos- de las tecnologías en su relación con el hombre y con la sociedad en general. La sana aireación de estas ideas en la realidad y pensamiento iberoamericanos seguramente resultará en un enriquecimiento de ambas. De lo que se trata es de construir.

En este sentido, la comprensión de una –nueva o actualizada, pero vigente- antropología es imperante para el siglo que apenas comienza. Ante nuestra cada vez mayor inventiva para crear tecnología que rebasa o de plano olvida que su principal función es la de simplificar y estar al servicio del hombre, es preciso recuperar lo importante de la ética y aplicarla a esos nuevos desarrollos. Establecer este cambio de concepción e incorporar una visión de hombre que nos permita ser el centro –crítico para consigo mismo- y no sólo un accesorio periférico, es el reto para estos tiempos. En este sentido, el lúcido Edgar Morin nos da un indicio que puede servir de punto de partido hacia una comprensión más integral:

El siglo XXI deberá abandonar la visión unilateral que define al ser humano por la racionalidad (homosapiens), la técnica (homo faber), las actividades utilitarias (homo economicus), las necesidades obligatorias (homo prosaicus). El ser humano es complejo y lleva en sí de manera bipolarizada los caracteres antagónicos: sapiens y demens (racional y delirante); faber y ludens (trabajador y lúdico); empiricus e imaginarius (empírico e imaginador); economicus y consumans (económico y dilapidador); prosaicus y poeticus (prosaico y poético). (Morin, 2001, Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. México: UNESCO, p. 55).

Por otra parte, si como Toffler mencionó, la tercera ola se caracterizará porque las personas puedan pensar más y trabajar menos, será necesario incluir a todas las personas y no sólo a algunas, por lo que elevar esa antropología a aun rango de hombre genérico es también indispensable. Ya Orwell nos ha recordado hasta la saciedad que esa idea de que todos somos iguales, pero algunos más iguales que otros, es abiertamente incompatible con una democracia efectiva y que va más allá de la parte electoral. Ese es el reto. Es necesario asumirlo.


Alejandro Ocampo Almazán
Director de Razón y Palabra