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Por Javier Esteinou
Número
53
¿Qué
importancia tiene el estudiar los problemas de
la comunicación en México?, es
una de las preguntas centrales que nos plantea
Raúl Trejo Delarbre, en su interesante
y oportuno libro denominado “Poderes Salvajes.
Mediocracia Sin Contrapesos” y quién
sobre esto nos responde que su relevancia surge
desde el momento en que “el entendimiento
de los medios implica, hoy, comprender las dimensiones
del hombre. Los medios permean todas las actividades
humanas de manera tan insistente, intensa y extensa,
que el entendimiento de cómo funcionan,
con que contenidos, intereses y resultados, es
fundamental lo mismo para explicarnos las variaciones
de la economía, que las tensiones de la
política. Entender a los medios es necesario
tanto para prever los alcances de la educación,
como para apreciar el estado de la moral en nuestras
sociedades. A diferencia de la metáfora
de Mcluhan tenemos un sistema mediático
que lejos de ser extensiones de los hombres,
tiende a convertir a la gente en extensiones
suyas. De allí la enorme importancia que
tiene el estudio de la comunicación”1.
Así,
“estudiar a los medios implica examinar
la principal fuente de influencias sobre las
relaciones sociales, el factor más dinámico
en la conformación de la cultura política,
el instrumento más sobresaliente en la
instrucción o confusión de nuestra
población. Al mundo de hoy no se le puede
entender sin los medios. Con ellos están
imbricadas todas las nociones de futuro, desarrollo
y progreso de nuestros países. Además,
los medios constituyen el espacio privilegiado
para la exposición de las ideas”2.
Dentro de la
importancia de estudio que tiene la comunicación
como fuente de conocimiento de realidades super
estructurales, tradicionalmente se han estudiado
muchos ángulos de los medios, especialmente
de la radio y la televisión, como han
sido su papel como emisores, las alianzas que
establecen, los mensajes que transmiten, su impacto
sobre los auditorios, su evolución tecnológica,
las consecuencias culturales que generan, su
vinculación con el poder, etc. Sin embargo,
sobre ésta última realidad se puede
decir que habitualmente se ha analizado la función
de los medios como fuentes de presión
económica y política desde diversas
perspectivas teóricas e históricas,
pero que no se ha logrado conceptualizar cabalmente
éste fenómeno dentro de la teoría
del poder con nuevas categorías que expliquen
el reciente lugar que ocupan en la estructura
de creación y reproducción del
poder nacional en el siglo XXI.
Es dentro de
éste contexto que Raúl Trejo, realizando
una síntesis de diversos pensadores contemporáneos,
nos ofrece desde la perspectiva de la ciencia
política y de la comunicación una
nueva visión conceptual muy valiosa, apoyada
en nuevas categorías de pensamiento, que
nos permiten entender la actual acción
de los medios electrónicos, especialmente
de la televisión, dentro de la nueva dimensión
del poder que han alcanzado en la sociedad contemporánea.
En esencia se puede decir que los medios, particularmente
son macro herramientas colectivas neutras en
si mismas como tecnologías que reflejan
el avance técnico que el hombre ha alcanzado
sobre la conquista de la naturaleza física
para poderse informar, comunicar, organizarse
y vincularse entre si. Por lo tanto, desde el
punto de vista del impacto político su
connotación, implicación o trascendencia
social no reside básicamente en el tipo
de conformación tecnológica que
posee cada medio, sino fundamentalmente depende
del modelo económico, político
y social que administra y conduce a cada tecnología
de información. Por lo mismo, para descubrir
la función histórica que desempeñan
en cada coyuntura de la evolución social,
además de reconocer las particularidades
técnicas distintivas de cada medio de
difusión, en términos de análisis
de su repercusión social, lo que en última
instancia debemos examinar, comprender y transformar
es el modelo socio histórico que existe
detrás de éstos y que, para bien
o para mal, les da vida comunitaria.
En este sentido,
el poder tecnológico conquistado por los
medios de información colectivos puede
servir para fortalecer a los hombres o para hundirlos
dependiendo de los objetivos de los proyectos
político-sociales que los controlen y
administren. Así, según Raúl
Trejo, ese comportamiento puede tener 2 horizontes
de ejecución colectiva. En el primero
caso, la fuerza ideológico-cultural de
los medios puede ser utilizada para “alcanzar
un ejercicio más enterado, creativo y
provechoso del ocio, el esparcimiento, la educación,
e incluso de la gestión de los asuntos
públicos; para despertar a la sociedad;
para comunicarla entre si y con otras culturas;
para propiciar su discernimiento; para ser instrumentos
del desarrollo de las células humanas
básicas de las comunidades; etc.”3.
En el segundo
caso, siguiendo el modelo de reforzamiento del
control social y la lógica desigual del
poder autoritario, los medios pueden alcanzar
niveles tan altos de concentración de
supra poder y de gobernabilidad colectiva que
dan origen a la Mediocracia, entendida
ésta como la hegemonía política,
cultural e ideológica creciente que alcanzan
los medios de comunicación y sus conglomerados
mediáticos contemporáneos, sobre
el Estado, el poder político, las instituciones
públicas y el resto de los organismos
sociales o entidades tradicionales, para imponer
sus intereses, dinámicas y proyectos sobre
la mayoría social4.
En éste sentido, la mediocracia
debe ser entendida como “una nueva forma
de gobierno, dominada por los medios de masas
que en los pasados treinta años emergieron
en las naciones abundantes de información
y que ahora se diseminan globalmente y se propagan
a través de fronteras nacionales en la
convergencia del entretenimiento, las cadenas
de televisión, los gigantes de la computación
y las telecomunicaciones, resultando en menos
de una docena de grandes conglomerados corporativos
globales que ahora han capturado mercados
de interés de ciudadanos alrededor
del planeta”5.
De ésta
forma, debido al ascendiente que tienen sobre
la sociedad, a la formidable capacidad para propagar
mensajes que han alcanzado, a la concentración
de la propiedad de los principales canales, especialmente
de la televisión, a la poderosa influencia
política que han alcanzado, a las alianzas
corporativas que han emprendido con los más
diversos sectores, al empleo de tecnología
informativa altamente compleja, a las grandes
capacidades técnicas que han conquistado,
al anacronismo o abandono legal que existe en
éste terreno, a la estandarización,
la uniformidad de la comunicación y la
cultura, al discurso unidimensional, y a la información
homogéneamente manipulada, desigual, desequilibrada,
y mercantilizada; todo ello ha hecho de los medios
un consolidado poder paralelo, e incluso superior
al que ejercen las instituciones políticas6.
Así, la mediocracia se ha convertido en
el gobierno de los medios o controlado por los
medios donde se establece una mediación
irremediable e ineludible entre el poder político
y la sociedad.
Incluso, ampliando
el factor legal se puede decir que “las
leyes para los medios de comunicación
en algunos casos son tan obsoletas que casi nunca
se aplican o no registran los avances tecnológicos
que han ocurrido en ese campo en los ultimas
cuatro décadas. Al margen de éste
marco jurídico desactualizado, los dueños
de empresas radiodifusoras y periodísticas
suelen establecer arreglos casuísticos
con el poder político para conservar su
poder. Y sobre todo, persiste la ausencia de
una reglamentación específica que
ampare los derechos de los ciudadanos ante posibles
abusos de los medios”8.
Dentro de éste
marco de impunidad legal la hegemonía
mediática de los medios ha llegado a ser
tan grande que “si en un primer tiempo,
el hombre político busca controlar los
medios, estas tentativas resultan vanas, pues
su posición ante las nuevas reglas del
juego político resultan patéticas.
Entonces, en un segundo momento, hace un llamado
surrealista a la responsabilidad de los medios,
pero ésta cuestión se encuentra
totalmente liquidada en la práctica mediática.
Si un diputado se equivoca o actúa mal,
tendrá la sanción del voto; si
un estudioso no estudia, tendrá la sanción
de los exámenes, pero ¿Cuál
es la sanción del hombre de los medios?
Basta con que tenga el beneplácito del
propietario del medio y del anunciante, es decir,
en ambos casos, del dinero, para que no suceda
nada”9.
Con la nueva
macro concentración de éste super
poder, los medios realizan, entre otras, las
siguientes 35 funciones y efectos sociales10:
1.- Son intermediarios
entre la sociedad y el poder, entre los acontecimientos
y los públicos, o entre los diversos segmentos
que conforman la sociedad.
2.- Tienen un peso determinante en la conformación,
orientación, modelación y acaparamiento
del espacio público.
3.- Son el entramado inevitable para el ejercicio
de la actividad pública.
4.- No crean la realidad, solamente la retratan
y contribuyen a explicarla.
5.- Contribuyen a la socialización de
las creencias, las convicciones, la apreciación
del entorno y del mundo en que se vive.
6.- Contribuyen a formar gustos y estilos culturales.
7.- Tienen un papel indispensable en la formación
de consensos en las sociedades contemporáneas.
8.- Configuran la opinión pública.
Los que no existe en los medios no existe. “Ser
es ser bien visto por los medios”11.
9.- Son un espacio insustituible para la discusión
de las ideas y para la creación.
10.- Son contrapesos del poder institucional.
11.- Legitiman o deslegitiman al sistema político
y sus instituciones.
12.- Pueden cumplir con una función democrática
en la medida en que permitan que todos los sectores
se puedan expresar vía éstos.
13.- Se constituyen en fiscales del poder y el
resto de la sociedad.
14.- La
desregulación se ha convertido en la principal
bandera de las empresas de comunicación.
15.- En
cuanto a espacios de relación y encuentros
estratégicos de la sociedad, se han convertido
en actores de la vida pública que les
da tanta o más responsabilidad que los
gobernantes, los legisladores, los partidos políticos
o cualquier otro protagonista de la vida pública.
16.- Son
un árbitro de acceso a la existencia política.
17.- Se
constituyen en el referente de la dinámica
política y estatal.
18.- Median
la relación entre el sistema político
y la ciudadanía.
19.- Se
erigen en representantes de la opinión
pública.
20.- Se
mantienen como reguladores de los asuntos públicos.
21.- Edifican
los hechos políticos.
22.- Fortalecen
el televínculo y debilitan el vínculo
partidario.
23.- Les
permiten a distintos protagonistas de la política
y a la sociedad comunicarse entre si.
24.- Además
de su papel de intermediarios, los medios les
permiten a los políticos relacionarse
con la sociedad y darle a conocer lo mismo sus
posiciones que sus diferendos12.
25.- Los
ciudadanos suelen quedar reducidos a espectadores.
26.- Convierten
la información en una mercancía
sujeta a la racionalidad dominante del mercado.
27.- Convierten
la privacidad en mercancía.
28.- Modifican
o transgreden a su conveniencia los linderos
entre la vida privada y la pública, entrometiéndose
en la vida intima de las personas.
29.- Imponen
la lógica del espectáculo
a la cual debe ajustarse todo discurso.
30.- Banalizan
la información por medio de recursos como
la fragmentación, la simplificación,
la teatralización, el show, los golpes
de efectivización, etc.
31.- Generan
confusión entre las informaciones y las
opiniones.
32.- No inventan los errores ni los abusos del
poder político, pero en ocasiones se ocupan
de enfatizarlo con provechosa ferocidad.
33.- Se
aprovechan inmoderadamente de la explotación
del sensacionalismo, dándole preponderancia
al escándalo y a la estridencia en el
tratamiento de los asuntos públicos.
34.- Se
empeñan en llamar la atención a
costa de lo que sea, pues de esa capacidad de
resonancia se deriva poder, influencias y ventas.
Cualquier noticia la muestran como si se tratara
de un asunto inédito o de significación
histórica. Cada hecho ha de ser nuevo,
cada declaración se pretende insólita,
cada conflicto es presentado en ese estilo, como
parteaguas pero sin contexto. Bajo ese prisma,
los acontecimientos no son expuestos como parte
de procesos sociales e históricos, sino
como si brotasen de manera repentina. En su afán
de efectivismo, los medios suelen conferir a
numerosos hechos cotidianos una preeminencia
que por si mismos no tendrían”13.
35.- Producen
un incansable afán de trascendencia que
muestra cada noticia como si se tratara de un
asunto inédito o de significación
histórica.
En síntesis,
el homo politicus abandona el ágora
para convertirse en el homo videns e
insertarse en la Atenas mediática de nuestra
sociedad moderna14.
Sin embargo,
el grado de poder conquistado no sólo
los ubica como poderosas instituciones culturales
que crean la mediocracia o la telecracia,
sino que sobretodo los coloca como macro poderes,
con débiles límites, controles
legales formales y contrapesos sociales, y sólo
excepcionalmente regidos por autocontroles de
carácter ético, que les permiten
desarrollarse con dinámicas propias, arrollando
los intereses públicos, las garantías
de los derechos de los trabajadores, los principios
de transparencia y concurrencia, y los derechos
sociales, condicionando fuertemente la esfera
de los poderes públicos. Se han convertido
en una mediocracia sin mediaciones15.
Así,
por la falta de límites y controles que
los acoten se han transformado en poderes
fácticos que, de hecho y no de derecho,
alcanzan un peso político y social muy
importante para influir sobre la dirección
del país. Incluso cuando estos poderes
fácticos funcionan al margen de la
ley o cuando las leyes no son suficientes para
acotarlos, y cuando de ellos surgen abusos y
exacciones de diversa índole en contra
de los derechos ciudadanos, se convierten en
poderes salvajes16.
Con la conquista
de estas enormes cuotas de poder, de influencias
y de presión sobre el Estado y la sociedad,
los medios, como fuerzas salvajes, especialmente
la televisión, han alcanzado, entre otros,
los siguientes 18 posicionamientos políticos
salvajes:
1.- Imponen
la prevalencia de sus intereses por encima de
las necesidades colectivas.
2.- Ejercen
un poder inmoderado, prepotente e impune para
someter al resto de los actores públicos
a su voluntad.
3.- Posen
grandes capacidades de resistencia y respuesta
frente a las imposiciones del poder político.
4.- Se
han situado por encima de los marcos jurídicos.
5.- Impiden
o entorpecen el avance de las leyes en ésa
materia que intentan modificar ésta realidad
y definir sus compromisos con la sociedad.
6.- Los
medios ya no son parte del espacio público,
sino se han transformado en monopolizadores casi
incontrolables de éste.
7.- Adquieren
enorme capacidad para gestionar, propagar, imponer
y manejar la agenda pública a su antojo,
que no necesariamente corresponde a los intereses
de la sociedad.
8.- La
expresión social vía éstos
no es para todos los sectores, sino que su apertura
pasa por procesos de selección subjetivos
y determinados por intereses muy específicos.
9.- Han
obtenido un gran fuerza de influencia ideológica
sobre los auditorios.
10.- En
muchos momentos su poder ideológico se
traduce en una gran capacidad de manipulación,
deformación y seducción sobre la
sociedad. En éste sentido, debido a sus
fuerza de difusión han alcanzado un enorme
poder de promoción, acotamiento o devastación
de organismos y personajes públicos y
privados.
11.- No
acostumbran considerar a sus destinatarios como
ciudadanos, sino consumidores.
12.- Trivializan
y empobrecen el debate político y la mayor
parte de lo asuntos que se ventilan en el espacio
público mediático.
13.- “Nos
tanatiza, es decir, nos quedamos prendida
de ella. Concentrados en un canal o haciendo
zapping parece que logramos una belleza
o un placer que ya no descubrimos como cuando
compartimos un guiso, o un vaso de vino, o una
sopa de caldo humeante que nos vincule a un amigo
en una noche cualquiera”17.
14.- “Se
constituyen en fiscales del poder y del resto
de la sociedad. Son muy inquisitivos con todos,
pero no suelen tolerar el menor escrutinio. Al
estar al margen de mecanismos formales de rendición
de cuentas, los medios de comunicación
adquieren una impunidad de la que no disfruta
ningún otro actor de la vida pública18.
15.- Aunque
suelen erigirse en interventores de todos los
actores sociales y políticos, por lo general
son refractarios a que se les examine con seriedad.
Respecto de si mismos son complacientes, la autocrítica
no es parte de sus hábitos.
16.- Modifican
o transgreden a su conveniencia los linderos
entre la vida privada y la pública, entrometiéndose
en la vida intima de las personas.
17.- La
diversidad de opciones culturales queda limitada
por la concentración de medios de comunicación.
18.- Mediante
su programación estridente, mantienen
a la sociedad contemporánea en un ambiente
de constante crispación y desasosiego,
debido a su estilo de difundir los hechos que
explota al máximo los recursos alarmistas
y amarillistas al informar sobre los desastres
naturales, las vicisitudes financieras, los escándalos
políticos, la inseguridad, los conflictos
bélicos, etc.
Con todo ello,
los medios electrónicos y en especial
la televisión, como poderes salvajes,
se han convertido en el principal problema y
enemigo de la democracia19.
En éste sentido, la preeminencia que han
alcanzado los poderes salvajes, como el de los
medios, contrarían o limitan la soberanía
derivada de las decisiones de la sociedad en
las urnas, se constituyen en fuerzas paralelas
a las que articulan el quehacer político
institucional, para enfrentarse al enorme esfuerzo
invertido en las transiciones democráticas
como las que hemos presenciado en éstos
años en México20.
Pero, la cuestión
central no radica en el funcionamiento autoritario
de los medios, particularmente los electrónicos,
ni en el hecho que tengan agendas privadas; sino
fundamentalmente en la debilidad de la existencia
de los contrapesos en el espacio público
para equilibrarlos o limitarlos. Hoy en día,
hasta los más fanáticos defensores
del liberalismo a ultranza, reconocen que ningún
mercado se regula a si mismo, sino que requiere
de la intervención regulatoria del Estado21.
En consecuencia, su responsabilidad social debe
ser igualmente paralela al poder histórico,
político, cultural y espiritual que han
conquistado sobre nuestra comunidad. Por ello,
Raúl Trejo D. señala que es necesario
que las fuerzas salvajes que han conquistado
el poder fáctico de los medios
quede acotado por normas y contrapesos sociales
que modulen su relación y acción
con la sociedad, entre los cuales, destacan los
13 siguientes:
1.- En base
a que los medios de información electrónicos,
por una parte, para funcionar tienen que utilizar
el espacio electromagnético, que es un
bien público, escaso y propiedad de la
nación, y por otra, su esencia es de naturaleza
colectiva; éstos deben de cumplir con
altas responsabilidades sociales determinadas
por el interés colectivo y no nada más
por las necesidades del mercado, en el mejor
de los casos autorregulado.
2.- “Como
ninguna actividad que tenga repercusiones sociales
puede autorregularse eficazmente a si misma,
también es indispensable la existencia
de leyes que definan y acoten el ejercicio del
poder que tienen los medios de comunicación”22.
3.- Resignarse
a que el poder económico sea la única
autoridad para dirigir a los medios. Al contrario
de lo que plantean las leyes salvajes del mercado
globalizado, hoy es indispensable la revaloración
y presencia activa del Estado como una entidad
rectora, o por lo menos reguladora, para desempeñar
un rol cardinal sobre los procesos de comunicación
colectivos. De lo contrario, seguirán
gobernando los principios de la Mano Invisible
del Mercado Comunicativo que lo que generan
es la máxima desregulación informativa,
con la creación de su ambiente de jungla
y de triunfo de la Cultura Idiota respectiva.
4.- Para
no tener una ciudadanía a medias, se tienen
que crear un marco de normas jurídicas
muy precisas que acoten la responsabilidad social
que deben cumplir los medios23.
En éste sentido, la disyuntiva que surge
es contar con un mercado comunicativo más
o menos regulado o bien un mercado desregulado,
es decir la jungla24.
5.- Se
pueden crear parámetros éticos
complementarios al orden jurídico estricto,
pero nunca éstos solos pueden normar el
comportamiento colectivo responsable de los medios.
Son sólo un apoyo paralelo en su autorregulación25.
6.- Se
requiere que sea regulada la concentración
de las empresas comunicativas en base al interés
colectivo y no sólo a partir de la lógica
del mercado26.
7.- Es
necesario que protejan las prerrogativas individuales
y sociales como el derecho de réplica
y el respeto a la vida privada27.
8.- Es
indispensable “la defensa de los derechos
de los ciudadanos mediante la existencia de reglas
y de un Estado eficiente que las aplique para
defender a la sociedad de los posibles abusos
y prepotencias de los medios de comunicación.
En la actualidad, no es mediante la censura o
la supervisión previa de los contenidos
en donde resulta necesaria la actuación
estatal. En éstos tiempos el desarrollo
de la democracia y las capacidades tecnológicas
hacen indeseable, pero también imposible,
la persistencia del estado despótico que
decide que imágenes y mensajes podrán
llegar a sus ciudadanos. La sociedad se ha ganado
el derecho a ser considerada mayor de edad y
no requiere de ningún cancerbero que fiscalice
la literatura, el cine o las noticias que tiene
derecho a conocer”28.
9.- “Con
reglas claras y consensos que favorezcan la variedad
en condiciones de auténtica competencia,
los medios pueden ser contrapesos los unos de
los otros. Sin embargo, ese equilibrio no es
suficiente, porque el interés mercantil
que los anima, condiciona la programación
y la orientación de los medios en manos
privadas. Por eso otro recurso que tienen las
sociedades contemporáneas para facilitar
la diversidad mediática, así como
la producción de contenidos no mercantiles,
se encuentra en la existencia de los medios de
comunicación de carácter público.
Mientras más autonomía tengan respecto
de los vaivenes en las instituciones gubernamentales
-sin que por ello estén al margen del
financiamiento estatal- estos medios podrán
cumplir mejor con su tarea de hacer una comunicación
distinta a la que practican los medios privados”29.
10.- Además
de la existencia de los marcos legales, es necesario
que exista supervisión del respeto a la
ley por parte del Estado y la sociedad civil,
pues no existe responsabilidad colectiva sin
supervisión.
11.- Se
requiere la observación y la acción
organizada de consumidores de mensajes mediáticos,
y de organizaciones y grupos civiles, preocupados
por la transformación de los medios30.
12.- Es
necesario utilizar la red de Internet como un
espacio público paralelo y libre para
construir contrapesos y eventualmente contar
con opciones a los contenidos de los medios convencionales31.
13.- Se
requiere que los medios tengan contenidos útiles
y creativos, independientemente de los criterios
de calidad con que se les evalúe.
En síntesis,
“la relación deseable que debe existir
entre medios, leyes e instituciones políticas,
es la de contar con un Estado democrático
sustentado en la participación de los
ciudadanos y reglas equitativas apoyadas en el
reconocimiento de que las empresas de comunicación
tienen derecho a hacer negocios, siempre y cuando
su crecimiento no se oponga al derecho a la sociedad
a contar con variadas opciones mediáticas”32.
De aquí
la gran importancia de leer y discutir el libro
de Raúl Trejo Delarbre, “Poderes
Salvajes. Mediocracia Sin Contrapesos”,
que nos aporta elementos conceptuales fundamentales
para conocer y vernos en el espejo de los medios
electrónicos que hoy día tenemos
en el país y señala algunos caminos
políticos, jurídicos, culturales
y éticos para superar ésta realidad
autoritaria y construir nuevas bases de comunicación
civilizatorias que permitan edificar una nueva
sociedad mexicana más equilibrada en el
nuevo milenio.
Notas:
1
Trejo Delarbre, Raúl, Poderes Salvajes.
Mediocracia Sin Contrapesos, Editorial Cal
y Arena, México, D.F, México, D.F,
2004, pagina 29.
2 Ibid, pagina
30.
3 Ibid, pagina,
9, 46 y 47.
4 Ibid, paginas
16, 17 y 22.
5 Ibid, pagina
21.
6 Ibid, paginas
17, 18, 21, 37, 195 y 202.
7 Ibid, paginas
17 y 20.
8 Ibid, pagina
202.
9 Citado por
Raúl Trejo Delarbre de Fátima Fernández
Christlieb, en: La Responsabilidad de los
Medios de Comunicación, Editorial
Paidós, México, D.F. 2002, pagina
124 y 125, en: Poderes Salvajes. Mediocracia
Sin Contrapesos, Editorial Cal y Arena,
México, D.F, México, D.F, 2004,
paginas 2176 y 177.
10 Ibid,
paginas 16, 18 y 20.
11 Ibid,
pagina 173.
12 Ibid,
pagina 173.
13 Ibid,
paginas 173, 200.
14 Rojas,
César, “Los Nuevos Populismos Mediáticos.
La Relación Entre Ciudadanía, Medios
Masivos y Política en Bolivia”,
CIC Digital, No. 5 Madrid, España,
citado por Raúl Trejo Delarbre en: Poderes
Salvajes. Mediocracia Sin Contrapesos, Editorial
Cal y Arena, México, D.F, México,
D.F, 2004, pagina 20.
15 Ibid,
pagina 192.
16 Ibid,
paginas 192 y 193.
17 Ibid,
pagina 46.
18 Ibid,
paginas 200 y 2001.
19 Ibid,
paginas 13, 202 y 191.
20 Ibid,
pagina 191.
21 Ibid,
pagina 200.
22 Ibid,
pagina 196.
23 Ibid,
pagina 177.
24 Ibid,
paginas 196 y 197.
25 Ibid,
paginas 177.
26
Ibid, pagina 37.
27 Ibid,
pagina 37.
28 Ibid,
pagina 37.
29 Ibid,
pagina 39.
30 Ibid,
pagina 201.
31 Ibid,
pagina 201.
32 Ibid,
pagina 39.
Dr.
Javier Esteinou Madrid
Investigador Titular del Departamento de Educación
y Comunicación de la Universidad
Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco,
México, D.F., México |