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Hacia una Ecología Social y Estratégica de la Comunicación*
 

Por Eduardo Vizer
Número 40

Si las respuestas fallan, ¡volver a las preguntas!

Introducción
El epistemólogo húngaro Imre Lakatos –al abordar en forma crítica la filosofía de la ciencia de Popper- propone desarrollar líneas estratégicas de investigación estructuradas como Programas de Investigación (PIC, o Programas de Investigación Científica)2.

A lo largo de los años he intentado (a veces en forma deliberada, y otras veces como una exploración mas intuitiva), cultivar una línea de reflexión crítica en relación a ciertos presupuestos y “fundamentals” del pensamiento sociológico, y al mismo tiempo orientar las proposiciones y las hipótesis de trabajo hacia una perspectiva constructivista y pluridisciplinaria de los procesos de conocimiento. La problemática –y las preguntas- se han centrado sobre las relaciones –e interdependencias mutuas- entre la formación de estructuras y organizaciones, y la praxis de la interacción en los vínculos sociales (la tradición del viejo dilema de pensar lo social desde las estructuras, o bien desde la acción social). Pero las nuevas hipótesis exploratorias para abordar este dilema se orientaron hacia el desarrollo de modelos teóricos desde una “perspectiva comunicacional” (B. Pearce, 1994). Las preguntas y las investigaciones se dirigieron originariamente hacia la construcción de un modelo de agente o sujeto en comunicación (el modelo actor-observador) y hacia las diversas formas y dispositivos de comunicación y de formación de sentido. Hacia las prácticas de comunicación que cumplen un rol fundamental, ya sea en la modalidad de las expresiones discursivas, ya sea como prácticas sociales, como contextos y matrices culturalmente institucionalizados, o bien por medio de la estimulación mediática permanente que -como una “ecología informacional”- es construida a través de las redes de los medios de comunicacón. Las proposiciones teóricas se orientaron hacia las relaciones de mutua interdependencia entre los procesos de estructuración (generación y reproducción de las estructuras sociales), entre los procesos de interacción social, las mediaciones de la comunicación y la construcción de sentido y valor en la multiplicidad de contextos de la vida social.

Generalmente se hace difícil construir proposiciones teóricas valiosas e innovadoras que permitan articular en forma fructífera -y científicamente rigurosa-, la sistematización y la coherencia lógica sin caer en un formalismo nomológico (en busca de “leyes universales”). E incluir al mismo tiempo en nuestras proposiciones lo particular, la historia, o –al decir de Prigogine- la inevitabilidad de las transformacions impuestas por “la flecha del tiempo” y la complejidad creciente de nuestras sociedades. Solamente algunos pocos padres fundadores de la sociología lograron construir sistemas teóricos capaces de articular fructíferamente el pensamiento social sistemático con las transformaciones del tiempo y la historia; las proposiciones lógicas de las leyes sobre las regularidades sociales, con la argumentación siempre incierta y abierta a hipótesis sobre las condiciones del cambio histórico, las alternativas de la acción estratégica y las bifurcaciones que se abren en las situaciones de crisis (seguramente Marx y Weber se aseguran un primer puesto en la lucidez y la riqueza de la productividad de sus sistemas de pensamiento).

En este incierto campo de exploración donde se cruzan disciplinas y diversas metodologías de investigación social, los proyectos emprendidos se han focalizado sobre los diferentes problemas y las múltiples dimensiones que se entrecruzan como una urdimbre que genera estructuras, y determina la conformación y regeneración de las relaciones sociales y de los procesos de organización en comunidades, instituciones, colectivos y movimientos sociales, Asociaciones Voluntarias y Organizaciones No Gubernamentales. Este informal “Programa” ha requerido proseguir líneas y experiencias de investigación sumamente variadas, intentando no reducir la realidad multidimensional y compleja a recortes teóricos predeterminados por una u otra línea de pensamiento. El objetivo por un lado consistía en desarrollar un modelo conceptual de análisis no reduccionista sobre conjuntos (o colectivos) sociales. Objetivo posiblemente demasiado ambicioso pero necesario, e iniciado muchos años atrás y con el aporte de variadas disciplinas (fundamentalmente a partir de la sociología, la comunicación, la psicología, la antropología, la semiología y la sistémica). Las formas organizativas de los grupos humanos son tan diversas y multifacéticas como las modalidades vinculares de relación y acción social, y tan ricas y cargadas de significación, de sentido y valor como las manifestaciones culturales, discursivas y comunicacionales que las expresan y acompañan, y por medio de las cuales se construyen y reconstruyen los “mundos de la vida” (Husserl, Habermas). Pero además del objetivo teórico, se requería cumplir con una condición de “aplicabilidad social” de los conocimientos. Evitar la separación drástica entre el saber sin el desarrollo de una práctica operativa, o el uso de técnicas de acción y de intervención social, pero sin un sustento teórico fundamentado. Afortunadamente, existían ya antecedentes que permitían desarrollar experiencias teórico-prácticas sumamente fructíferas centradas en metodologías cualitativas, en la interpretación y el análisis diagnóstico y en la práctica de la intervención: ya sea en instituciones y organizaciones sociales acotadas, o bien en el desarrollo e implementación –que podemos considerar experimentales- de técnicas focalizadas hacia la comunidad y las poblaciones marginales, la educación popular, la comunicación institucional y la actual comunicación comunitaria.

En buena medida, tanto el campo de conocimiento como la práctica de la investigación propuestas –antitéticas a una perspectiva positivista-, se hubieran asociado en las décadas de los sesenta y setenta a la problemática propia de la “ideología”, o bien en parte también cercanas a lo que la antropología clásica denominó “cultura simbólica”. Desde la perspectiva de las teorías de la comunicación influenciadas tanto por los paradigmas del constructivismo radical como el social, se puede concebir la existencia de procesos transsubjetivos que relacionan, mediatizan y “comunican” a los sujetos entre sí (en tanto agentes sociales) y a las instituciones, construyendo -o destruyendo- “universos de sentido”, operando sobre las instituciones, las creencias y las expectativas en la formación de valores y normas de existencia social. La proposición fundamental que guía esta línea de investigación estratégica se asienta en la hipótesis de que es posible –y necesario- explorar un campo de problemáticas sociales que las propias sociedades construyen “transsubjetivamente” (mas allá de la mera subjetividad de las conciencias individuales, y propias del funcionamiento de los dispositivos y las matrices culturales). Como una forma reactualizada del “inconsciente colectivo” del viejo Durkheim, investigamos los fundamentos culturales e imaginarios de ciertos dispositivos socioculturales y simbólicos por medio de los cuales los agentes sociales (re)construyen en sus mentes, en las prácticas y en las instituciones, las condiciones de existencia de las certidumbres: certezas sobre la relación efectiva y operativa que se produce entre las representaciones y la propia “realidad”. Por ende, también exploramos las condiciones para el quiebre de las creencias, las certezas y la efectividad de las acciones sociales que los individuos imprimen sobre las realidades cotidianas, “construyendo y cultivando” un habitat que Lacan llamaría “real, simbólico e imaginario” (un habitus social compartido expresado en las formas, los símbolos y las señales cultural y objetivamente reconocibles por los agentes sociales, y que aseguran la acción y la participación social activa para la reconstrucción colectiva de los diversos contextos sociales y culturales). Certezas asentadas en el "sentido común", construidas por medio de la acción social y el lenguaje (dos procesos elementales de comunicación). Certezas y representaciones construidas por la sociedad y la cultura para asegurar la asociación entre "sentido y realidad", (que son las que fundamentan, reproducen y transforman las dimensiones de formación del sentido y de la realidad a lo largo de procesos históricos). Certezas sobre el futuro, sobre la naturaleza y la sociedad, sobre las relaciones humanas, sobre "la moral", sobre la política y las instituciones, sobre "el sistema", sobre la justicia y sobre nosotros mismos.

La condición social y la y la “cultura institucional u disciplinaria” en la práctica de la investigación
A partir de las fuertes críticas al positivismo, y una filosofía de la ciencia marcada por el cientificismo y la búsqueda ilusoria de la neutralidad valorativa, los que fuimos formados en ciencias sociales en los años sesenta, concientes de los “privilegios” -a pesar de pertenecer a contextos universitarios del tercer mundo-, nos hemos visto obligados a convivir y construir una cultura esquizofrénica. Las “reglas” de la academia exigían tomar en bloque un modelo universalista de producción y legitimación del conocimiento. Las condiciones institucionales de nuestras universidades y centros de investigación solo nos permitían construir un remedo (un “simulacro”?) de la cultura académica institucional del primer mundo. Y por último –last but not least- la realidad social y cotidiana nos apabullaba con sus crisis e incertidumbres permanentes, sus restricciones inevitables y los problemas personales que oscilaban entre la frustración económica, la abierta –o encubierta- persecución política y las exigencias de compromiso ético, o bien la fría indiferencia, la desvalorización de la actividad científica y la falta de reconocimiento social.

La esquizofrenia cultural surgía como un emergente de las problemáticas y las frustraciones con las que el investigador convive y se nutre en sus condiciones de vida y de trabajo diario en las “tres” realidades: la vida cotidiana, la “cultura institucional” de una universidad de “primer mundo inserto en el tercero”, y la “cultura científica de una academia con valores universalistas” (con remedos de primer mundo). Entre el investigador social del primer mundo y el del tercero, la diferencia abismal en las condiciones de producción obligan a redefinir no solamente las condiciones materiales sino también el objeto y el sentido de las investigaciones. A su vez, hemos tomado conciencia que el replanteo de los criterios para la producción de conocimientos sobre la propia realidad requiere inevitablemente de un replanteo epistemológico y metodológico crítico. Conocer la realidad va mucho más allá de una mera descripción objetiva empírica, (la interpretación es inevitable); “describir” una realidad conlleva hacer explícitos los criterios de selección de los datos y el recorte de la realidad que ha realizado el observador. La división del trabajo intelectual no implica que es suficiente diagnosticar los problemas de una comunidad o una institución (los “diagnosticados” son actores sociales con sus propias capacidades de observación y “autodiagnóstico”). El profesional (en tanto observador calificado y con experiencia) es el mas preparado para sugerir estrategias de acción o de mediación social, pero no es el único dueño de los instrumentos intelectuales que aseguran una intervención social exitosa. La mirada del observador científico –paradógicamente, y en pleno apogeo de la era científico tecnológica- ya no se constituye en la única mirada legítima de un saber “verdadero”. El ojo del observador –científico- es también objeto de observación crítica. Creemos que la ciencia social debe revisar sus premisas, y repensar críticamente el viejo paradigma sujeto-objeto (tan caro a Durkheim cuando propone “estudiar los hechos sociales como cosas”). Desde una ciencia social “aplicada”, se debe desarrollar estrategias que aseguren la inclusión respetuosa de la “mirada del Otro” en el proceso de construcción del conocimiento social. Más aún, pensar en un proceso de co-construcción de conocimiento. Un paradigma de cooperación epistemológica entre diferentes “sujetos de conocimiento”. Sujetos de conocimiento situados social e históricamente; sujetos de análisis y de interpretación. Y finalmente: sujetos que “cultivan” y desarrollan –conciente o inconcientemente-, estrategias de (auto)intervención sobre sus medios ambientes, sobre sus condiciones de vida y sobre sus creencias y valores culturales. No debemos olvidar las frustraciones y los fracasos estrepitosos que produjeron los ensayos de modelos políticos, económicos y culturales extraños impuestos sobre las propias realidades nacionales, regionales o locales por parte de organismos internacionales, y gobiernos implícita o explícitamente autoritarios, con un desconocimiento grotesco o un desprecio soberano por las condiciones particulares de la propia sociedad. Hemos sido formados en universidades que han pasado por crisis cíclicas entre el universalismo del paradigma positivista y la búsqueda del compromiso social y la inclusión del “Otro” con una mirada histórica y particularista3.

“Work in progress”: Un programa tentativo

“Las ciencias, después de todo, son nuestra propia creación, incluidos todos los severos standards que parecen imponernos”.
P. Feyerabend

De acuerdo a una evaluación crítica del cuadro de situación sobre las condiciones de la investigación social en el país, en la universidad y en los pocos Institutos y centros de de investigación, la (auto)reflexión sobre las implicancias y los objetivos del propio rol del investigador (como docente, como co-formador de las mentes y las conciencias, como observador de la propia realidad y como actor social implicado), obligan a redefinir el propio sentido y los valores del ejercicio del rol. Frente a este escenario complejo -escuetamente descripto-, se hizo evidente la necesidad imperiosa de desarrollar una reflexión crítica sobre los paradigmas y los estilos instituídos de hacer y pensar en los diversos campos de la ciencia social (en este caso específico y personal, la dupla co-disciplinaria entre sociología y comunicación como background intelectual). Se ponen de manifiesto las limitaciones arbitrarias de las barreras disciplinarias y se trabaja sobre diferentes abordajes epistemológicos, sobre la problemática de la complejidad social creciente, y las inevitables consecuencias para la construcción de teoría. Se elaboran diferentes encuadres de trabajo en equipos interdisciplinarios, sobre la cooperación entre programas co-disciplinarios, y se construyen proyecciones de cortes transversales entre disciplinas, que en la jerga de los “nuevos paradigmas” se concebía como el antecedente discursivo de un incipiente pensamiento “trans”disciplinario. Estos problemas teóricos y metodológicos ocupan mi colaboración en equipos interdisciplinarios diversos, varios años antes de ingresar al Centro de Estudios Avanzados en el año 1986, (en el momento de renunciar como primer director de la Carrera de Ciencias de la Comunicación). Y es precisamente en el CEA donde se desarrolla bajo la dirección brillante de Rolando García, un área de reflexión e investigación a partir de un pensamiento fundamentado en los “sistemas complejos”. Se centra en la construcción sistemática de hipótesis, marcos conceptuales, problemáticas y modelos socioambientales y poblacionales. Los problemas concretos en estudio –la desertificación en primer lugar- se consideran directa o indirectamente generados por el monocultivo y la concentración de la producción hacia los mercados internacionales, y éstos cambios socioecnómicos a su vez como condicionantes de la desertificación y la sobreexplotación de los recursos naturales, los procesos de emigración rural, el despoblamiento y las hambrunas. En resúmen: se comienzan a legitimar nuevas formas de pensar la investigación social, nuevas formas de abordar los procesos sociales como unidades complejas, y nuevas formas de redefinir las aplicaciones del conocimiento sobre la realidad, a fin de “intervenir estructuralmente” en su transformación. Pero no “desde arriba” (por medio de los instrumentos y las directivas del poder político o económico) sino considerando los procesos del propio interior de una comunidad. De esos años debo un reconocimiento especial a los fructíferos intercambios de conversaciones y de papers (con Prigogine en Austin, I. Wallerstein, -“Impensar las Ciencias Sociales”-, a M. Barbero, así como lecturas y esporádicas charlas con Von Foerster, E. Morin, N. Luhmann y Maturana, y a entusiastas interlocutores como B. Chang y M. Morgan de Umass, Awerswald de Esalem en S. Francisco, G. Tremblay y Zylberberg de Québec, J. Ferreira, F. Netto y Bolaño en Brasil, y ya en Argentina una lista --lamentablemente no muy larga- que prefiero no nombrar para no excluir a nadie). También surgió la posibilidad de realizar proyectos como Fulbright Fellow, y participar en experiencias y exposiciones públicas realizadas en Canadá, Estados Unidos, Brasil, Centroamérica, etc. -, en diferentes ámbitos universitarios y gobiernos locales.

Estas experiencias de una nueva cultura de pensamiento “trans”disciplinario, ayudaron a redefinir el encuadre epistemológico y el objetivo fundamental de las investigaciones sobre los procesos y las relaciones sociales, sobre todo a nivel de las comunidades y las instituciones. Se focaliza el interés en las problemáticas que surgen de las profundas transformaciones socioeconómicas y estructurales que generaron (en la Argentina especialmente a través de las políticas de la década del noventa) la ruptura de los lazos sociales, la “desafiliación social” (en términos de R. Castel), la marginación y la exclusión, la quiebra –y la incipiente reconstitución?- de la confianza pública hacia el Estado, los dispositivos generadores de “resiliencia social” en la sociedad civil: diversidad de los movimientos sociales, multiplicación de las Asociaciones Voluntarias (AV, Turner 2000), los Organismos no Gubernamentales (ONG´s), etc. En resúmen, centramos la atención en desarrollar conceptos e instrumentos teóricos y metodológicos que ayuden a articular la teoría con la práctica social, el diagnóstico con la intervención en instituciones y comunidades.

En este punto se comienza a esclarecer el amplio abanico teórico y práctico de aportes de las ciencias de la comunicación, que se presentan como una “vía regia” innovadora de articulaciones inter o transdisciplinarias entre el conocimiento teórico sobre procesos y acciones sociales y las mediaciones simbólicas que las atraviesan. Entre el saber construido del investigador y el de los sujetos de la investigación (y no en tanto “objetos”). Entre el “observador profesional y/o científico”, y el “Otro”. Cada actor social en un doble rol de observador-observado y partícipe de un proceso comunicacional en espiral.

El “programa” –o los proyectos- de investigación han pretendido contribuir a un análisis interdisciplinario y una discusión sobre los ejes de desarrollo y las complejas implicancias -económicas, políticas y culturales- que van condicionando el crecimiento exponencial del Sector Social y las asociaciones voluntarias como expresión autónoma de la sociedad civil. Se debe abordar la creciente complejidad y fragmentación de nuestras formaciones sociales. Los procesos de gestión, de conflicto e integración sobre la estructura y las relaciones sociales en un país de desarrollo intermedio como la Argentina. Las nuevas formas que adquieren los movimientos sociales (los “nuevos” movimientos sociales), la multiplicación de los “movimientos de militantes cibernéticos” en la Red (MMC); las asociaciones comunitarias y las vecinales (en redes institucionales, interpersonales, locales o globales –“glocales”-las agrupaciones conectadas por Internet, asociaciones militantes, eclesiales, estatales o paraestatales, y las orientadas hacia el mercado). Se intenta comprender su estructuración como agentes de cambio, su "agregación" en instituciones de segundo nivel (entre las bases y el Estado) y su rol en el contexto actual de reconfiguración de las relaciones entre el Estado y la sociedad. Diferentes concepciones sobre el problema de la cooptación de las organizaciones sociales por parte del Estado y de los partidos políticos (los que desarrollan un doble discurso, que a la vez que ensalza la participación de las organizaciones en la vida pública, desconfía y se aparta cuando no puede manipularlas o condicionarlas, acusándolos de antidemocráticas o antipolíticas). Otro factor relativamente nuevo es el crecimiento exponencial de las fundaciones empresarias y del mundo corporativo que intenta construir una imagen del mundo económico como socialmente comprometida con los problemas y los valores de la sociedad y de la ciudadanía. Se plantea siempre el dilema de la permanente presión por la cooptación de las organizaciones sociales por parte del poder político o el poder económico. Pero además –y en forma no tan visible- se plantea la lucha por el poder simbólico de los discursos y los procesos de formación de sentido y de los valores: sobre las mentes, sobre el acceso a los medios de comunicación, al tiempo y los espacios de exposición pública (en los medios, en las plazas, y en las calles). Por detrás de este nivel de manifestación pública de las organizaciones y los movimientos sociales, operan –además de las estructuras políticas, el Estado o las corporaciones empresariales- otros actores sociales con intereses particulares, otros discursos y otros valores: iglesias, sectas, grupos de interés, líderes carismáticos y oportunistas, sectores sociales en busca de reconocimiento, y también mafias ocultas, agentes infiltrados de origen incierto, y hasta terroristas de cualquier tendencia.

Los “tres estados” (el mercado, el Estado y la sociedad civil) se ven inevitablemente obligados a convivir (a cooperar o bien a confrontar) en un mundo día a día mas interdependiente. Nos hallamos ante una sociedad fragmentada como un “rompecabezas” sin reglas de articulación?; o nuevamente ante el dilema de pensar a la sociedad como un corral de lucha entre depredadores y víctimas, o la ficción de una “familia orgánica” que coopera y participa en el bienestar colectivo? Debemos pensar y ayudar a que las organizaciones sociales ganen mas autonomía y “empowerment”?, o por el contrario el Estado debe pensar en términos de una especie de “libertad condicional vigilada” al estilo de las políticas de seguridad post 11 de setiembre? Ante este dilema inmensamente complejo donde se juegan los modelos y los valores de las sociedades futuras, una de las primeras cosas que saltan a la vista es el abismo de diferencias que surgen entre pensar y actuar desde lo “macro”: el Estado, la seguridad social, los derechos ciudadanos, la libertad de expresión, etc. O bien pensar un compromiso de participación donde podamos intervenir en forma efectiva situados desde lo “micro”: la asociación barrial, una ONG, un movimiento por reivindicaciones específicas, la participación en las redes de información y de comunicación electrónica (Internet). De uno u otro modo, nos hallamos igualmente ante el dilema de no saber si uno cumple un rol de “idiota útil” sutilmente manipulado por poderes desconocidos, o si –moralmente- nos debemos a la promoción y la defensa de los valores de una siempre difícil autonomía relativa. De todos modos, las palabras clave siguen siendo compromiso crítico y participación.

La descentralización y el nuevo espacio local:
En los últimos años se observa la aparición de una nueva escena local. Por un lado se produce una suerte de revitalización de la esfera local, y por otro el municipio como punto de condensación de la fragmentación social de la protesta, de la crisis de mediaciones y de la falta de recursos. “Dos factores impulsores de los nuevos escenarios son la reforma de Estado y la globalización” (García Delgado, 1997). El proceso de reforma estructural llevado a cabo en los ’90 ha promovido procesos de alta concentración económica, de desestructuración espacial del tejido productivo que produce desempleo, distribución desigual del ingreso y que llevan a una acelerada reconversión de las economías locales. Las políticas de descentralización también han significado la cesión de competencias a provincias y municipios en el área de la política social (educación, vivienda, salud y planes focalizados de combate contra la pobreza). Si bien la descentralización aparece como una megatendencia universal que encuentra fundamentos en la revolución científica y tecnológica, en la reforma del estado y un mundo que demanda soluciones rápidas y localizadas, en nuestro país “la descentralización ha estado básicamente vinculada a la crisis fiscal del Estado, a la distribución de los costos del ajuste así como la atención de la cuestión social desde realidades más cercanas... El municipio aparece como la “cara más cercana de un Estado en retirada” (García Delgado, k.o. Cid: 30)

El resurgir de las democracias en la década de los ochenta y noventa, llevó a pensar en la necesidad de trabajar en y con las comunidades en un pié de igualdad para construir (en muchos casos reconstruir) las bases de las formas institucionales de un régimen democrático. A los conocidas y valoradas ideas-fuerza de compromiso social y emancipación -que movilizaron a una generación anterior movida por un idealismo muchas veces irreal-, se le han planteado “nuevas” ideas-fuerza: "Derechos Humanos", "Derechos sociales", "Ciudadanía", "Género" (y derecho reproductivo), derecho a la identidad y a la diferencia, y alguno que otro término que afirman agrupaciones del pujante Sector Social o nuevos movimientos que expresan la diversidad actual de la sociedad civil.

Esta nueva y compleja diversidad social -que en las naciones mas desarrolladas ha dado origen a un nuevo campo académico denominado multiculturalismo- se constituye en el terreno de trabajo objetivo para especialistas de las ciencias sociales. Como respuesta a los esquemas de planificación vertical y dirigista por parte de agencias de gobierno han surgido nuevas propuestas de acción social bajo denominaciones como "planificación participativa", "gestión social", "gestión participativa", "auditoría social", "desarrollo local", "promoción comunitaria", "desarrollo comunitario", y desde el campo específico de la comunicación, la "comunicación comunitaria".

Esta complejización de las relaciones entre los nuevos procesos sociotécnicos, psicosociales y culturales (y el crecimiento exponencial de las industrias culturales), en primer lugar puso en evidencia la propia complejidad e inevitable interdisciplinariedad de los estudios sobre la comunicación. La comunicación como proceso de transformación social, como acción comunitaria e intervención participativa en poblaciones marginales o en proyectos de desarrollo y promoción social específicos (en salud, educación, capacitación, etc.), dejaba de ser vista como mera aplicación artesanal e improvisada de técnicos, que muchas veces ni siquiera se interesaban en aprehender los recursos proporcionados por los investigadores científicos. El divorcio entre la cultura científica y la humanística (la teoría de las 2 culturas, de Snow y Prigogine); entre la teoría y la práctica, dejaban a una metodología fructífera como la investigación-acción, y la investigación-acción-participativa (IAP) en una situación secundaria, en una "tierra de nadie" (Vizer, cap. V, op. cit.).

Los programas de planificación para el desarrollo estatales, tanto como las experiencias de promoción social en comunidades, han promovido siempre los procesos de comunicación: ya sean interpersonales, o mediados tecnológicamente (la Escuela de Comunicación y Desarrollo iniciada en los 60, la Educación Popular y la propia Comunicación Comunitaria.). Serían inconcebibles los programas y las prácticas de desarrollo de la comunidad sin el aporte racional del uso de medios y procesos de comunicación que abren la puerta a toda forma de información, conocimientos, servicios y creación de redes de interrelación social entre los múltiples actores e instituciones sociales, tanto a nivel local como global

Consideramos que las ciencias de la comunicación brindan aportes estratégicos: se hace evidente el rol central que tienen los procesos de información y comunicación humanos (interpersonales, grupales, comunitarios e institucionales) así como el acceso a las nuevas tecnologías. Buscamos construir, desarrollar conceptos e implementar marcos teóricos y metodologías innovadoras (la teoría del cultivo social versus la teoría del capital social; o el desarrollo de una teoría y una metodología de la investigación sobre los procesos de comunicación como dispositivos de “construcción de ecologías sociales y culturales”). Consideramos que hemos desarrollado una metodología de investigación empírica y de intervención sobre procesos locales de organización social, y de los dispositivos simbólicos y discursivos que se conforman en las organizaciones socio-comunitarias, (ONG’s, asociaciones, movimientos sociales, etc.).

Aportes teóricos y metodológicos específicos
Nuestros problemas fundamentales se orientan hacia una perspectiva de abordaje y a preguntas de naturaleza socioantropológica y comunicacional. En la práctica cotidiana que venimos realizando hace años (mayormente desde la propia Universidad) en escuelas, comunidades, ONG’s, municipios, hospitales, etc., nos preocupamos por las dimensiones socioorganizacionales así como institucionales y culturales. Trabajamos desde una doble perspectiva teórica: sobre los procesos y dispositivos de generación de “capital social y simbólico” (Bourdieu), o bien desde una perspectiva teórica propia (que desarrollamos en proyectos tanto en Argentina como en el Brasil desde el 2003). Se trata de abordar el análisis de instituciones y comunidades como una ecología social, como un “cultivo” ambiental, un entorno en el que los propios hombres generan a través de diferentes formas de trabajo los recursos necesarios para el colectivo social. Los agentes sociales se ponen en “enacción” por medio de dispositivos culturales aprendidos y reconstruidos permanentemente. Proceso que implica a la vez un trabajo de estructuración sobre el espacio y el tiempo: trabajo físico y también social, cultural-simbólico e imaginario. Las organizaciones construyen dispositivos, los que se instituyen como estructuras de un sistema a fin de ocupar, desarrollar y distribuir “racionalmente” los múltiples espacios y tiempos que les aseguren el acceso a los recursos para su supervivencia: prácticas instrumentales; normas, valores y rutinas formales e informales; estilos de vinculación y asociación social; organización espacial y temporal de sus “ambientes”; dimensiones culturales, simbólicas e imaginarias, etc.

Metodológicamente, aplicamos un diseño innovador desarrollado en nuestras Cátedras: el “dispositivo analizador” (Vizer, cap. IV, op. cit). Se asocian tres líneas estratégicas de producción de conocimiento –generalmente separadas en la investigación clásica-: la “prueba” de hipótesis generales; la participación de los miembros de una comunidad y/o asociación voluntaria en el proceso de (auto)diagnóstico de problemas, y la búsqueda de estrategias de abordaje y propuestas de acción en común. Por último, la orientación institucional y/o comunitaria en el diseño de dispositivos y acciones específicas para el análisis-diagnóstico de fortalezas, obstáculos, oportunidades, desafíos y amenazas que favorezcan la construcción e implementación de acciones de cambio (transformación) en los propios “colectivos sociales” involucrados4. Además se propone una metodología de evaluación permanente del proceso de investigación-acción denominada “triangulación recursiva”. (Vizer, op. cit.)

Estamos replicando un marco conceptual de análisis que promueve la construcción y refinamiento de teoría y práctica sobre diferentes dimensiones asociadas a los procesos de transformación en colectivos sociales: en las relaciones formales e informales (intraorganizacionales y extraorganizaciones); en los vínculos primarios (“las redes de contención” de los individuos); las actividades productivas (trabajo); la construcción y distribución de los espacios y los tiempos; y finalmente las dimensiones simbólicas y culturales que los acompañan.

a) Por un lado buscamos conocer las modalidades de percepción y reacción ante los problemas locales y colectivos en las organizaciones sociales (instituciones, comunidades, ONG’s). Las concepciones y representaciones sociales que tienen sobre sí mismas, su identidad, su rol y su “posición” dentro del contexto social, y en relación a los poderes y las instituciones del Estado, así como al resto de la comunidad.

b) Hemos refinado técnicas y metodologías –innovadoras, y provenientes de diversas orientaciones epistemológicas y orígenes disciplinarios (psicosocial, comunicacional, antropológico, etc.)- que permitan tanto la investigación en un sentido clásico, como la investigación-diagnóstica, la interpretación y la intervención interdisciplinaria en los procesos de gestión y autogestión de instituciones y organizaciones de la comunidad.

c) Sometimos a prueba hipótesis y proposiciones sobre relaciones entre diferentes dimensiones socioorganizacionales “universales”. Estas hipótesis se expresan como proposiciones sobre dimensiones comunes a toda organización, las que se definen como variables teóricas pasibles de ser operacionalizadas en investigaciones empíricas sobre las prácticas sociales y culturales de cualquier institución y/o comunidad.

Hipótesis fundamentales:
I. Los individuos y las poblaciones "construyen, modelan y cultivan sus propias ecologías" (ecologías físicas, sus tiempos y espacios ambientales, sus entornos socioculturales, afectivos e imaginarios); reconstruyen –por medio del trabajo- su medio ambiente transformando la naturaleza, a sus propias culturas, sus estructuras e instituciones sociales, sus tecnologías, y sus vínculos.

II. Si consideramos a la sociedad a partir de un paradigma de construcción y reproducción permanente, podemos hablar de un paradigma generativo. Podemos abordar el problema de la generatividad de la sociedad desde perspectivas diferentes. Podemos elaborar una hipótesis general sobre la existencia de diferentes esferas o “dominios ontológicos” de acción tanto materiales como culturales, los que a un nivel simbólico se manifiestan como construcciones institucionales y discursivas, constituidas a lo largo de los años y de la historia. La creciente complejidad social y cultural de nuestras sociedades modernas (amenazadas por grandes poderes económicos y la “homogeneización hegemonizante” de ciertas tecnologías y ciertas prácticas) ha transformado los “modos de producción” de los dispositivos de generación de recursos y de las condiciones de vida de las poblaciones (su “ecología material, social y simbólica”).

III. Las ciencias de la comunicación pueden realizar un aporte considerable tanto a la comprensión, como al diagnóstico y la intervención social en estas condiciones críticas. Pero deben asumir el desafío de producir un saber a la vez transdisciplinario y accesible a la gente. Como corolario, se hace indispensable desarrollar un “discurso del método” asociado a la práctica de la intervención, y la construcción de espacios de participación. La comunicación implica no solo al proceso de recreación estable de los vínculos y del lazo social. Implica también concreción de actos y de valores de resistencia y de ruptura. La comunicación –en tanto praxis- debe ser el lugar del sentido crítico y la significación.

En principio consideramos seis dimensiones o ejes de análisis en la “construcción ecológica de los colectivos sociales” (metodológicamente se pueden considerar como variables “teóricas”, a las que “operacionalizamos” en indicadores que se describen e interpretan en un “Dispositivo”)

1) Un eje de las prácticas y las acciones instrumentales, entendidas como técnicas asociadas a la producción y la transformación –ecológica- de los recursos necesarios para el funcionamiento de un sistema, una comunidad u organización social para el logro de sus objetivos. Debemos considerar las condiciones de vida y relaciones con el medio, los recursos y la posesión y el acceso a medios de producción, de circulación y de consumo. Obviamente, la estructura productiva, los procesos económicos y el trabajo pasan a un primer plano de análisis.

2) Un eje de organización política, o dimensión formal, asociada a las estructuras y el ejercicio del poder instituido, de la toma de decisiones, el control de los recursos, las jerarquías y la autoridad –tanto internas como externas a una organización-. Corresponde a aspectos paradigmáticos de organización y legitimación de un “sistema” –una ecología de orden político-, una estructura de dominio social, que puede ser tanto local, como regional o bien nacional (por ej. la existencia y vigencia de legislación específica). Cabría pensar en proposiciones e hipótesis en términos de un eje de análisis "vertical" sobre estructuras y prácticas institucionalizadas de igualdad-desigualdad; concepciones y prácticas democráticas versus autoritarias. (por ej. la relación clásica entre Estado y sociedad, e instituciones como el Derecho, la división de los poderes, los mecanismos y organismos de control y procesos de legitimación, etc.).

3) Un eje normativo-valorativo, asociado estrechamente a las prácticas cotidianas y sus procesos comunicativos y simbólicos. Corresponde al mundo de las prácticas sociales (instituyentes), pero –a diferencia del punto anterior- se asocia fundamentalmente a una visión más informal, espontánea y particular de ejercicio de la ciudadanía y del derecho (público y privado). Se centra el análisis y la interpretación en un sentido más "horizontal" de las relaciones sociales, en términos de igualdad, y de derechos a la diferencia: entre individuos, grupos y sectores sociales, en las diferencias de género, y culturales. Se diferencia con el eje anterior, al "oponerse" en forma radical a las prácticas cotidianas de las relaciones verticales de desigualdad estructural (vistas más bien desde las dos perspectivas de los puntos anteriores, que están asociadas a la idea de posesión y acceso a recursos: económicos, de fuerza, de poder de decisión, etc.). Por este motivo, este nivel de análisis es especialmente rico en el trabajo sobre movimientos sociales, de derechos humanos, de minorías, de género, etc. En esta línea, se puede tomar en consideración los trabajos de Holloway, y las concepciones alternativas sobre las relaciones Estado-Sociedad civil, así como las críticas a la concepción clásica del poder hegemónico y el rol del Estado por sobre la sociedad.

4) La dimensión específicamente “ecológica” del espacio y del tiempo. La vida social concebida como “realidad material y simbólica” en el entrecruzamiento –tanto estructural como histórico- de múltiples procesos temporales que “cultivan, reproducen y estructuran” diferentes espacios y territorios sociales, tanto públicos como privados. Paradigmas institucionalizados sobre la distribución y el uso del tiempo y el espacio en los diferentes contextos sociales de la vida cotidiana. Los procesos de apropiación del espacio natural, transformados en espacios y tiempos “humanizados”, y culturizados como conjuntos de elementos y relaciones sociales y simbólicas, (los que son capaces de dar permanentemente cierto “sentido espacial al pasado” y una proyección hacia un futuro, con lo que el presente se manifiesta como una secuencia tanto real como imaginaria, una expresión localizada dentro de un proceso histórico continuo). La construcción social de los espacios y los tiempos puede a su vez analizarse en tres dimensiones diferentes: físico-material, simbólico-comunicacional, y por último en una dimensión imaginaria.

5) Una dimensión de vínculos de asociación interpersonal, un "cultivo afectivo”-intersubjetivo, y transubjetivo- donde los seres humanos pueden transformar a los objetos y a otros seres humanos en objetos del deseo (para usar un término psicoanalítico). En el vínculo, el sujeto es sujeto para Otro, y así se reconoce como sujeto para sí. Adquiere valor y sentido en la mirada del Otro, y ese valor y ese sentido pasa a formar parte de su propio ser. Es el ojo del observador el que me transforma en actor, y es la conciencia de la acción la que me construye como observador de un entorno. Es fundamental el análisis tanto de las formas instituídas como de las instituyentes en la generación y mantenimiento de vínculos, de lazos sociales y de parentesco teñidos por el sentimiento, las redes de protección y contención social, etc.

6) Por último, una dimensión cultural, imaginaria y mítica (que puede ser una proyección de trascendencia, como sucede con las manifestaciones religiosas). Las narraciones, las ceremonias y los rituales articulan una identidad con una identificación colectiva, y certifican la coherencia –o al menos cierta congruencia-, entre el mundo “objetivo” y las percepciones subjetivas. Originalmente, ésta era la función "reproductiva" que la sociología clásica atribuyó a las ideologías (distorsionando como negativa a la riqueza plural y fructífera de las manifestaciones de la cultura popular).

Ejemplo de esquema de aplicación del Dispositivo de Análisis a comunidades e instituciones

Categorías
Síntesis
conceptual
Descripción
diagnóstica
Posibilidades de intervención
Acciones instrumentales Producción – trabajo – función económica    
Organización política Toma de decisiones, modos de representación y delegación-detentación del poder    
Dimensión normativa-valorativa Organización de la institución. Valores, normas    
Dimensión espacial y temporal Construcción real, simbólica e imaginaria del espacio    
Dimensión vincular Redes efectivas de contención-grupos y tiempos sociales    
Imaginarios sociales Cultura, mitos, ceremonias, rituales, identidad, percepciones del mundo real    


Notas:

* Este es un resumen de las propuestas teórico-metodológicas desarrolladas en diferentes proyectos de investigación, y presentados en el libro La trama (in)visible de la vida social: comunicación, sentido y realidad. Autor Eduardo A. Vizer, Ed. La Crujía, Bs. As. 2003.
PROYECTO Org. de Estados Iberoamericanos (OEI). “Las nuevas formas de asociación comunitaria e institucional en el contexto actual de reconfiguración de las relaciones entre el Estado y la sociedad”. 1998/9.
PROYECTO DE INVESTIGACIÓN PLURIANUAL (PIP) CONICET Nº 02454. 2000/2004 “La emergencia de la(s) organización(es) del Sector Social (tercer sector). Implicancias para el desarrollo social y las políticas públicas”
PROYECTO UBACYT S 057 “Asoc. voluntarias y reconstrucción de la sociedad civil en la Argentina: las condiciones de la ciudadanía activa.” IIGG. UBA. Vizer Investigador. Asoc. 2001/02 Dir. Dra C. Reigadas
PROYECTO UBACYT (director). La cooperación argentino-brasileña en política educativa e investigación en comunicación. Proyecciones estratégicas para el MERCOSUR. Año 2003. Prog. 98/2000. Código 5623 (del 1/1/al 31/12/ 2003).
PROYECTO UBACYT S 060 “Teoría y práctica de la investigación y la intervención sociales. Implementación de un método y dispositivos innovadores en comunicación comunitaria”. Proyecto de investigación binacional sobre comunidades y organizaciones sociales. UBA–UNISINOS (CNPQ-UBACYT). Equipo UBA Direct. Eduardo A. Vizer. Equipo brasileño, Direct. Dr. Jairo Ferreira, Co-direct, Vizer. Grupo de Pesquisa CNPQ (Brasilia)
2 Para el desarrollo de Programas de Investigación en condiciones de permanente falta de financiación (típicas en la Argentina), es importante no depender solamente de la financiación temporaria, sino además del reconocimiento institucional. Es importante reconocer la innovación que ha introducido la Secretaría de Investigación de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, con la creación del Programa de Reconocimiento Institucional de Investigaciones no Acreditadas (o sea sin financiación).
3 No solamente los investigadores y los intelectuales desarrollan “dispositivos de interpretación”. Todo ser humano construye –a su medida- dispositivos y “mapas”que le permiten desempeñarse en la vida. Son útiles para construir estrategias de supervivencia, acciones colectivas, instituciones y relatos (sobre la vida, la naturaleza, la sociedad, dios, el futuro, las ambiciones, los amigos y el amor). En otras palabras, los dispositivos de interpretación, y las estrategias que construye cada uno, son los que nos permiten construir la materia de la vida y la “realidad de nuestros sueños”.
4 “Tanto a nivel macro como microsocial, los sectores menos favorecidos de la comunidad y las instituciones públicas y privadas se ven obligadas a cambiar sus estructuras y procedimientos organizativos, tanto mentales como sociales y económicos: lo local se rearticula en lo global, la organización (empresa, organismo público o asociación comunitaria) se rearticula en sistemas de redes y en contextos día a día más amplios. Primero la empresa, luego la universidad y el Estado, y ahora las ONG´s y las asociaciones civiles, se hallan desarrollando la reflexión y las estrategias teóricas y operativas imprescindibles para interpretar, diagnosticar e intervenir en estos procesos de cambio” (Vizer 1997, aporte al proyecto de Programa de Orientación en Comunicación Institucional, Maestría en “Comunicación y Cultura", Fac. C. Sociales, UBA).


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Dr.Eduardo Vizer
Profesor Titular Regular de la Cátedra Promoción Comunitaria, y de Comunicación Comunitaria. Coordinador del proyecto y 1er. Director de la carrera de Ciencias de la Comunicación, Universidad de Buenos Aires, Argentina.