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Junio - Julio
2005

 

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Editorial
 

Por Alejandro Ocampo
Número 45

Con la edición 45 iniciamos el recorrido por la segunda mitad de este 2005. Sin duda año de transición para el definitorio 2005. En este 2005, se cerrarán algunos pendientes que harán del 2006 un año lleno de decisiones y de participación: desde el mundial de futbol, hasta las elecciones en México, hasta la llamada ‘guerra contra el terrorismo’.

Así pues, en estos momentos, es necesario reflexionar acerca de la confianza que tenemos no sólo en los demás, sino en nosotros mismos. Irremediablemente una persona que confía en sí misma, puede confiar en las demás, sin que ello signifique exceso de confianza. El detalle es cuidar que esa confianza justa no se convierta en un abuso y entonces la confianza se convierta en traición.

La Ética de la Alteridad, propuesta por Emmanuel Levinas, puede aportarnos mucho al respecto de la confianza y de nuestra posición frente al otro. Para este filósofo el ser es relación antes que pensamiento, ello implica necesariamente una buena dosis de confianza de inicio en el otro. Un poco al estilo de Berkeley con respecto a la percepción, esta ética concluye que una persona aislada carece de la posibilidad de la responsabilidad más allá de él, una persona aislada no puede reflexionar más allá de lo que su mundo le ofrece, una persona aislada no es persona en tanto no estrecha relaciones con los demás, siempre concebidos como iguales o como pares.

Una sociedad que no se fundamenta en la confianza corre el grave riesgo de encerrarse y, lo peor, volverse sectaria. Como todo es motivo de desconfianza, sólo interesará MI bienestar, que tendrá que ser siempre mayor al de los demás, pues ellos, los demás, no son dignos de confianza. Los mecanismos represores y de control se verán entonces fuertemente armados y demandados, pues serán ellos los únicos que podrán mantener el orden bajo esta forma de organización. Paradójicamente esos mecanismos represores tampoco serán dignos de confianza.

Como es posible concluir, un círculo vicioso de tales magnitudes puede aplicarse a cientos de circunstancias en la vida cotidiana. Desde la seguridad pública hasta la seguridad nacional y, sobre todo, en nuestras relaciones interpersonales. La cuestión es, al igual que con Rousseau y la propiedad privada, que en algún momento alguien abuse de la confianza de otro alguien. Sin embargo, de inicio ¿por qué no confiar? Y, sobre todo ¿por qué sí puedo ser sujeto de confianza? La confianza de mi en el otro y del otro en mi me hace existir, me hace vivir y me hace ser, ese es el primer paso de una ética de la alteridad y, siendo optimista, de la solidaridad.

Para cerrar este punto, refiero aquí un hermoso poema de Octavio Paz, la poesía logra expresar cosas que la discusión académica no puede:

Para que pueda ser, he de ser otro,
salir de mi, buscarme entre los otros,
los otros, que no son si yo no existo,
los otros, que me dan plena existencia.

En esta edición 45, extendemos una mirada reflexiva al impacto de las nuevas tecnologías de información y comunicación en todos los aspectos de la vida cotidiana. La coordinación corrió a cargo de la doctora Tatiana Millán, de la Universidad de Extremadura, España. A ella y a todos nuestro colaboradores en este número, les agradecemos mucho su interés y dedicación.

Quiero también agradecer de manera especial a Ricardo Martínez por su ayuda en estas últimas dos ediciones.

Buena lectura y feliz verano


Alejandro Ocampo
Director de Razón y Palabra.