Por Carlos Fara
Número 42
Lula va olvidando
a la ortodoxia del PT. Gutiérrez perdió el apoyo de
los indígenas. Tabaré Vazquez no quiere que Batlle
rescinda el contrato con la gerenciadora privada del agua. A Kirchner
se le van escapando aliados progresistas. ¿Es tan difícil
ser de centro izquierda?
Dí algo D´Alema
La película “Aprile”
del cineasta y actor Nanni Moretti relata algunos episodios de la
campaña electoral de 1996, donde la coalición del
Olivo le gana a Berlusconi. En una de las escenas se muestra un
debate televisivo entre el actual premier italiano y el líder
opositor Máximo D´Alema. Moretti –partidario
del Olivo- viendo la televisión, grita: “Dí
algo de centro izquierda D´Alema!”. Luego: “Aunque
sea dí algo de centro – centro izquierda D´Alema!”.
Y termina exasperado: “Dí algo D´Alema!”.
Moretti, se serena y reconoce que
no se puede asustar a los independientes y moderados de centro,
que pueden votar al Olivo, con definiciones ideológicas muy
tajantes. Ese es el problema que parecen estar teniendo hoy los
progresistas en América Latina: cuando llegan al poder no
les quedaría otra que correrse al centro.
Lula está canjeando lugares
en el gabinete para expandir su base de sustentación, teniendo
en cuenta que seguirá a fondo con la ortodoxia monetaria.
En el medio ya lo han abandonado varios diputados “petistas”.
Gutiérrez está sostenido
por EE.UU. a cambio de su apoyo al Plan Colombia. Al tener la economía
dolarizada, no puede tener déficit fiscal, y depende absolutamente
de los préstamos del FMI. Como resultado de esas y otras
cuestiones, el movimiento indigenista hace rato le quitó
su apoyo.
El día de la elección
presidencial en Uruguay, también se definió en un
plebiscito que el agua es un bien no privatizable. El actual presidente
ya quiere rescindir el contrato con la empresa gerenciadora, pero
el que no quiere es el Frente Amplio porque el Estado no tiene la
capacidad para asumir dicha responsabilidad.
Kirchner a poco de andar se le empezaron
a alejar sectores progresistas como Lozano. El fin de semana pasado
De Genaro participó en la conformación de un espacio
opositor. Con los acuerdos de China, se volvió crítica
la CAME (pequeña y mediana empresa). La caída en la
rentabilidad agropecuaria empezó a alejar a la Federación
Agraria. El grupo Fénix ya no se muestra identificado.
¿Se puede ser progresista
desde la periferia y en la globalización?
Esta parece ser la
pregunta del millón. Una cosa es estar en Madrid, Roma, Helsinki
o Dublín, y otra en Brasilia, Buenos Aires, Montevideo o
Quito. Los márgenes de autonomía son claramente otros.
Las estructuras estatales en el primer caso funcionan aceptablemente,
mientras que en la región tienden al dislate.
Lo peor que le puede pasar a alguien
que quiere trascender en política es no alcanzar los objetivos
de gestión más elementales. Todos pretenden redistribuir
la riqueza, pero si primero se crece (más allá de
que tengan razón o no). Se podrá discutir durante
años si la privatización de la electricidad hecha
por Menem estuvo bien o mal diseñada. Lo que no quedaron
dudas es que hubo fluido eléctrico sin problemas. Lo mismo
podría decirse de la privatización de las telecomunicaciones:
ahora las llamadas pueden realizarse.
A esta conclusión seguramente
han arribado Lula y Kirchner luego de unos meses. Probablemente
lo que esté en discusión es la forma y los tiempos
del aggiornamiento. El brasileño parece haber optado por
un camino más desembozado –¿sincero?- tomando
distancia de elementos de su propio partido, incorporando figuras
extrañas y hasta modificando la retórica. Su par argentino,
en cambio, mantiene el perfil de los colaboradores y el discurso
progresista, pese a que algunas políticas estén desembocando
en un lado diferente. Kirchner probablemente tenga mayor juego de
cintura gracias a algo muy vilipendiado: el peronismo. El partido
con mayor vocación de poder de la Argentina es lo que le
permitir ir y venir, hasta contradecirse en los hechos, sin pagar
mayores costos políticos en el nivel superestructural. Mientras
la economía crezca al 7 % anual, todo será posible.
¿Habrá reelección
para la centro izquierda?
Todos los “privatizadores
neoliberales” de los ´90 aprobaron su reelección:
Menem, Fujimori, Cardoso, el PRI, entre otros. La gran prueba de
fuego para la centro izquierda serán las próximas
elecciones presidenciales que inaugura Chile a partir de 2005 (aunque
precisamente es el ejemplo atípico). En un par de años
será Brasil, Perú, luego Argentina.
¿El cambio de prioridades
y/o retórica y/o políticas, afectará la credibilidad
de estos gobiernos? ¿La sociedad reflexionará: “no
estamos mejor, pero tampoco peor”? ¿o dirá:
“me dijeron una cosa, pero hicieron otra; al final todo son
iguales”?
Los últimos 15 años
de la región demuestran que el electorado no hace vuelcos
ideológicos, sino pragmáticos. Algún futuro
es mejor que ningún futuro.
Carlos
Fara
Director genera de Carlos Fara y Asociados,
Argentina |