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Por José Luis Arriaga
Ornelas
Número 26
En una acepción general,
la nota roja es el género informativo por el cual se da cuenta
de eventos (o sus consecuencias) en los que se encuentra implícito
algún modo de violencia -humana o no- que rompe lo común
de una sociedad determinada y, a veces también, su normatividad
legal. Ahí caben los relatos acerca de hechos criminales,
catástrofes, accidentes o escándalos en general, pero
expuestos según un código cuyos elementos más
identificables son los encabezados impactantes, las narraciones
con tintes de exageración y melodrama, entre otros.
En México, durante la segunda
mitad de los noventa se batieron casi todos los registros sobre
el número de secuestros, robos, asesinatos y el contrabando
de droga, entre otros índices delictivos. Ante ello, se volvió
lugar común equiparar la realidad mexicana con los problemas
de violencia que aquejan a Colombia desde hace varias décadas1.
No obstante, los argumentos esgrimidos para pretender tal comparación
se alejaban de la causalidad de la violencia en la misma medida
que se acercaban al carácter meramente informativo: era en
los medios donde se daba cuenta del "acercamiento" entre
los dos países; el síntoma de ello era la explotación
de la nota roja.
En 1997 decidimos iniciar una investigación
que, a través del análisis discursivo, dijera algo
sobre los casos de México y Colombia en cuanto al comportamiento
de la nota roja. Nos parecía que dicho género periodístico
tiene un origen social, pues se produce al interior de una comunidad
y, por lo tanto, es al mismo tiempo consecuencia e indicador del
estado que guardan la interacción entre los seres humanos
que viven en la misma. Teníamos claro que la perspectiva
desde la cual se narran informativamente los hechos que ocurren
en una colectividad proporciona indicios de las normas que en ese
momento rigen en tal sociedad y que, con su existencia, delimitan
las conductas "desviadas" (y por lo tanto noticiables
en el género de nota roja). Para mostrar esta relación
escogimos dos periódicos cuyo perfil los ubicaba en la década
de los noventa en los primeros lugares de tiraje y circulación
en sus países de origen, con una cobertura informativa caracterizada
por la dotación de noticias genéricas, un formato
similar y larga historia.
Acopiamos 249 notas aparecidas en
la primera plana de los diarios El Tiempo (Bogotá)
y Excélsior (Ciudad de México), para luego
proceder a su estudio. Sólo nos ocupamos de las primeras
planas, dado que en ellas está la información a la
que el medio asigna una elevada importancia (Claro que el número
de relatos de nota roja publicados por tales medios es mucho mayor).
Aleatoriamente revisamos en los rotativos dos días de cada
semana y sólo los años 1991 y 1997 para El Tiempo,
así como 1994 y 1998 para Excélsior. Con ello
tuvimos un referente espacio-temporal y una muestra lo bastante
amplia para brindar un panorama confiable del comportamiento de
la nota roja en los dos periódicos durante la década
de los noventa.
El número de las unidades
de análisis obligó a un procedimiento deductivo, utilizando
un modelo hipotético de descripción para luego
descender poco a poco hasta las variables que a la vez participan
y se separan de él. Esto siguiendo el patrón propuesto
por Barthes (1999). De entrada, parecía claro que, durante
la década de los noventa el género no estaba ya restringido
a las publicaciones que se "especializan" en él.
Además, los referentes y el valor noticioso parecían
haber cambiado. Por ejemplo, ya era insuficiente la noción
tradicional de nota roja para abarcar los actos de personajes que,
siendo representantes de las clases subalternas, se organizan criminalmente
y ponen en jaque a un Estado. Este tipo de narraciones rebasan la
moralina anti-criminal, el estereotipo del triunfo perenne de la
legalidad y otros protocolos que solían cumplirse en la nota
roja2. La cuestión era
determinar de qué manera esos actores e interacciones sociales
novedosas se reflejan en las re-presentaciones de los medios informativos.
¿Cómo se realizó
el estudio? Guiándonos por lo que sugiere Barthes, desprendimos
que para realizar un análisis del relato hay que distinguir
varias instancias de descripción y colocarlas en una perspectiva
jerárquica, porque el relato es un sistema de instancias.
Los niveles de descripción que nosotros adoptamos para nuestro
estudio fueron: las funciones, las acciones y la narración.
Estos tres niveles están ligados entre sí: una función
sólo tiene sentido si se ubica en la acción general
de un actor; y esta acción recibe su sentido último
del hecho de ser narrada, confiada a un discurso que es su propio
código.
Las funciones de la nota
roja.
Con la información disponible realizamos una clasificación
tripartita. La primera clase de notas, según su función,
está formada por las que nombramos utilitarias. Su
característica principal es que remiten a un correlato invocado
por medio de alusiones simbólicas, de imagen o representación.
En ellas el dolor humano, la desgracia, la maldad, la tragedia,
el maniqueísmo quedan manifiestos por medio de relatos sumamente
vívidos o imágenes impactantes. Las llamamos utilitarias
por considerar que resultan útiles en la re-definición
constante de lo noticiable en este género. Su presencia en
la primera plana de los medios analizados implica la ausencia de
sus contrarios, eventos que ven depreciado su valor noticioso: su
presencia termina por contribuir a la creación de las normas
que rigen en ese momento en la sociedad de la que son producto y
a la que interpelan.
En el caso de El Tiempo colombiano,
encontramos dentro de nuestro periodo de análisis 45 relatos
de este tipo incluidos en la primera plana; las mismas representan
exactamente 31% para el año 1991, pero disminuyeron a 23%
del total de notas reunidas del año 1997. Para el caso mexicano
de Excélsior, se encontraron 18 notas y gráficas
del tipo utilitario, que representan en el año de 1994 10%
del total; pero se incrementaron durante 1998 hasta llegar a 26%
de las revisadas dentro del período de estudio.
Los personajes que protagonizan
esta clase de eventos difícilmente serán recordados
ni se sabrá algo más de ellos, pues esas notas sólo
buscan mostrar algunos aspectos de la condición humana: la
existencia de malicia o lo inevitable y trágico de ciertos
fenómenos naturales, por ejemplo. No obstante, la forma en
que son presentadas tienen la función de complementar esa
realidad en devenir que los medios ofrecen con sus audiencias; terminar
el área de percepción de la cotidianeidad incluyendo
historias que se desarrollan en los extremos de la existencia social.
Por ejemplo, el 23 de enero de 1991,
entre la sexta y octava columnas de su página principal,
El Tiempo publicó esta cabeza: "Golpe a secuestradores
y sicarios". Esta unidad narrativa remite a un correlato: la
incesante delincuencia perseguida por la justicia; el bien contra
el mal; maniqueísmo, pues. Para cualquier duda que pudiera
quedar al respecto, inicia la nota con esta frase: "El brazo
de la Policía Élite alcanzó ayer a David Ricardo
Prisco Lopera, un veterano pistolero al servicio del cartel de Medellín,
que tiene en su contra un extenso prontuario criminal". O lo
que es lo mismo El que la hace, la paga. Transmitir ese sentimiento
es su función, por eso es una nota utilitaria.
Seis años después,
el 16 de abril de 1997, El Tiempo publica otra nota: "Libro
bomba, otra página de sangre" ¿El correlato?
La violencia cotidiana; la maldad perenne; martirologio. El cuerpo
de la nota dice: "Un libro sobre la ética y la moral
en la medicina mató a Pedro León, hijo del diputado
de Esperanza Paz y Libertad, Mario Agudelo. Agudelo se lo regaló
a su hijo, a quien le explotó en las manos. La imagen de
su hijo Pedro León tratando de abrir el libro que le acababa
de regalar no se le borra de la mente". La función de
esta nota es hacer llegar la tragedia familiar a las audiencias;
mostrar que el mal puede llegar de formas inauditas, que el hombre
es frágil y cualquiera cae en desgracia.
En 1998 Excélsior a
ocho columnas estaría publicando este título: "Hampa
desbocada". No hace falta insistir en la función utilitaria
de la nota, pero sí detenernos en el contenido de la nota,
que en términos reales defrauda a quienes esperan los detalles
sanguinarios y reseñas macabras. El cuerpo de la nota dice
en su parte medular: "En México hay aproximadamente
41 procuradurías, alrededor de 4,480 cuerpos policíacos
públicos y más de mil privados. Y la paradoja, son
más de un millón las órdenes de aprehensión
pendientes. La criminalidad está desbocada." Este tipo
de "recursos" periodísticos inaugura una nueva
modalidad de explotación del género de nota roja.
Estaríamos ante una nueva veta del morbo, o su antítesis,
con la naturalización del escándalo, aparejada a la
apertura de agendas temáticas explotables informativamente.
Hay otro tipo de notas, cuya función
es distinta a las anteriores, y las llamamos convergentes.
Su característica principal es la conjunción de un
número tal de factores que convierten a la narración
en pieza única. Si bien en ella están presentes los
elementos emotivos del tipo utilitario, el suceso reseñado
reviste una peculiaridad que le hace especial y no sólo apela
a las fibras sentimentales, sino a la capacidad de asombro, de indignación
o sorpresa.
Identificamos marcadas diferencias
en su uso en cada uno de los años estudiados. Mientras en
el año 1991 de El Tiempo representaron 27% del total,
para 1997 serían 50%. En sentido inverso, para el caso de
Excélsior pasaron de ser 45% del total en 1994, a
sólo 34% en 1998. Evidentemente, los espacios dejados o ganados
por este tipo de notas serían cubiertos por aquellas que
cumplían otras funciones.
Las notas del tipo convergente coinciden
con el siguiente tipo: El 17 de abril de 1991, El Tiempo publicó
una nota relativa al decomiso de un cargamento de cocaína
en el aeropuerto de Quito, Ecuador a cuatro falsas monjas que dijeron
que sólo accederían a ser revisadas por una orden
que viniera del Papa. La cabeza de la nota era: "Falsas monjas
con coca bajo los hábitos". Y en sus primeras líneas
consignaba: "Si nos requisan denunciaremos el atropello ante
el obispo y las autoridades de la Iglesia. Se van a arrepentir;
sólo lo pueden hacer con una orden del Santo Padre".
Luego se explaya proporcionando detalles pormenorizados del escándalo
ocasionado por falsas monjas originarias de Colombia. Se dice, por
ejemplo: "...las religiosas fueron requisadas y bajo sus hábitos
los policías se encontraron con una descomunal sorpresa:
llevaban varios paquetes de cocaína adheridos con cinta a
las piernas. Entonces, al verse sorprendidas, una de ellas juró
que lo que llevaban era cal para Madrid, España, en cumplimiento
de una penitencia. Y luego debemos retornar con el cargamento a
nuestra ciudad, así pagaremos nuestra pena".
La aparición de peculiaridades
que rompen la generalidad, incluso dentro de la galería de
conductas apartadas de lo "normal", hacen que este tipo
de notas terminen cumpliendo otra función. Los calificativos,
los encabezados escandalosos, lo anormal, lo sensacional que reportan
este tipo de mensajes no son muy útiles para ayudar al lector-audiencia
a entender la realidad e interactuar en ella. Persiguen más
bien la recreación de escenarios inusitados y apelan a los
usos retóricos en comunidades de apropiación3.
Pueden, sin embargo, ser inicio de la construcción del imaginario
colectivo al que contribuye la labor de los medios, pues la ocasional
ocurrencia de eventos inusitados llega a derivar un torrente informativo
que alimente muchas más páginas del diario u horas
de televisión y radio. En términos generales, las
notas convergente ocupan el estilo de la nota roja con la
firme intención de alcanzar el mayor impacto posible entre
las audiencias. Su mayor apoyo estará siempre en las fotografías,
aunque también se apoya en la ironía, el humor negro,
la sátira y el melodrama.
Si se acepta que todo acontecimiento
queda marcado por la manera en que se accede a él, estamos
en posibilidades de decir que este tipo de notas, como casi todas,
se centran en la acción y ésta recibe su sentido último
del hecho de ser narrada. Por esta razón, ante hechos que
por su misma naturaleza pueden otorgar un golpe doble, engendrando
a la vez éxito u olvido, el reportero se vale de un estilo
periodístico para imponer el impacto a la fugacidad del suceso.
La infinita multitud de historias escandalosas estaría condenando
a cada una en lo particular al olvido universal, por ello el redactor
se esmera en elaborarlos de modo tal que se sumen a la crónica
de lo inmediato de manera peculiar, incluso conformando la historia
perdurable4.
Un tercer tipo de narraciones encontramos
a lo largo de la investigación. A éstas las nombramos
indiciales porque cumplen la función de integrar un
nivel superior de relato o contexto. Estas notas no se dan en el
vacío coyuntural como las convergentes, ni reproducen exclusivamente
los patrones clásicos de apelación a las fibras emotivas
o sensitivas del lector, como en el caso de las utilitarias.
Las notas indiciales pueden tener algunas de estas características,
pero no pueden ser entendidas de la misma forma aisladas (como las
utilitarias y las convergentes) que en su conjunto.
El lector requiere de cierta información previa (y espera
otra posterior) para apreciar en toda su magnitud los hechos relatados:
la información se da en forma serial.
Este tipo de narraciones también
dan cuenta de actos que violentan el orden, la normatividad, la
normalidad cotidiana; sin embargo, en ellas actúan actores
identificables más allá de cada unidad narrativa y,
si bien se reseñan hechos consumados, el medio los "sigue",
se mantiene atento a sus consecuencias. A diferencia de las notas
utilitarias o convergentes, en estas desde sus encabezados
se citan nombres, apellidos o hasta apodos para dar cuenta de la
información, en el entendido de que éstos son reconocibles
por las audiencias. De hecho en esta peculiaridad reside buena parte
de su atractivo noticioso. Enseguida algunos ejemplos:
- Jorge L. Ochoa se entregó.
(El Tiempo 16-enero-1991)
- Hallan cadáver de Marina
Montoya. (El Tiempo 1-febrero-1991)
- La Quica había ofrecido
400 millones por su fuga. (El Tiempo 17-abril-1991)
- Cárcel sin lujo para Escobar.
(El Tiempo 14-junio-1991)
- O. J. Simpson culpable en el
juicio civil. (El Tiempo 5-febrero-1997)
- Plan de fuga; los Rodríguez
Orejuela lo niegan. (El Tiempo 7-marzo-1997)
- Habría caído Perafán
en la frontera. (El Tiempo 19-abril-1997)
- No recibí colaboración
de nadie, dice Mario Aburto. (Excélsior 7-abril-1994)
- No matamos a Posadas; policías
aliados del Chapo nos culparon: B. Arellano. (Excélsior
28-julio-1994)
- Rubio pagó un millón
de nuevos pesos para matar a Ruiz Massieu: Ramírez Araus.
(Excélsior 6-octubre-1994)
Este tipo de relatos dan cuenta
de acciones que involucran a personajes formadores de relatos que
sobrepasan las notas unitarias y terminan conformando una moderna
mitología que se alimenta diariamente con su actuar, pero
también en el imaginario colectivo.
Las notas indiciales están
invariablemente relacionadas con grandes agendas temáticas.
En el caso de Colombia los súper-temas que identificamos
para el periodo de estudio son: el narcotráfico, la guerrilla,
conflictos bélicos en países distintos, grandes asesincuestro, conflictos bélicos extranjeros
y el terrorismo. En relación a estos temas se publicaron
53% de las notas que analizamos de 1994; y 42% de las que se revisaron
en el año 1997.
De tal forma, en las notas que nosotros
hemos clasificado como indiciales, parece perderse para las
audiencias la connotación de nuevo que implica "la noticia",
porque se trata más bien de una narración seriada,
de una sucesión constante de acciones delictivas que no reportan
cosas nuevas, sino "actualizan" el estado que guarda o
el sentido en el que se desarrolla un meta-relato.
La explotación del morbo
sigue siendo el centro de la intencionalidad en este tipo de notas,
pero con las notas indiciales el género se amplía,
porque ya no se da cuenta solamente de hechos consumados; se especula,
se advierte, se declara, se investiga, se denuncia al respecto de
los grandes temas. La esencialidad dramática de las notas
del género se mantiene, pues se consigue en absoluto el fin
del género que ya en alguna parte formulábamos: no
busca tanto informar como llamar la atención. La instrumentalidad
de la emoción consigue su fin último en esta clase
de notas.
En la dimensión temporal
de nuestro estudio identificamos varios desplazamientos en cuanto
al tipo de notas más utilizadas por los diarios dentro del
mismo género de nota roja. Las notas del tipo convergente,
por ejemplo, crecieron en el caso de El Tiempo en 1997 con
relación a 1991. Las notas del tipo indicial disminuyeron
en Excélsior y El Tiempo con el paso de los
años. En Excélsior las notas utilitarias prácticamente
triplicaron su porcentaje de 1994 en 1998. El Tiempo vio disminuir
su porcentaje de notas utilitarias en 1997 con relación a
1991. Gráficamente estos comportamientos se ven así:
Gráfica
1
Todo esto significa varias cosas:
a) El incremento de notas indiciales
implica la presencia de agendas temáticas a las que
se da más valor noticioso. La noticiabilidad se transfiere
a las historias seriadas y los personajes. Las notas indiciales
en los dos casos llegaron casi a 50% en el primer año
(1991 y 1994) por la ocurrencia de eventos que trascienden la
cotidianeidad y modifican su valor informativo. Son tomados temas
noticiables y ofrecidos como inicio de un proceso comunicativo
por entregas.
b) Contra un trasfondo de violencia, los actos violentos no se
destacan. Cuando el acto violento se devalúa, las narraciones
indiciales son desplazados por la información anormal
típica: notas convergentes. En 1991 las convergentes
en El Tiempo llegaron a 27%, pero en 1997 se incrementó
hasta a 50%. Homicidios múltiples, robos únicos,
inauditas acciones guerrilleras, escándalos político-judiciales
son los nuevos temas noticiablemente más ricos.
c) Cuando dejan de ser noticiables las notas convergentes,
se da prioridad a notas maniqueístas o a cierta sensibilidad
creada por escándalos, magnicidios y actos espectaculares
(utilitarias e indiciales). Excélsior
en 1994 publicó notas indiciales hasta en 53%;
4 años después, las agendas temáticas disminuyeron
a 42%. En cambio, las notas utilitarias se triplicaron.
De 10% pasaron a 26%. No hay duda, la definición de la
noticia depende de y determina la dinámica social.
Las acciones que ocupan
a la nota roja
La nota roja está definida por su interés en los actos
"desviados": robos, asesinatos, tragedias, encarcelamientos,
ejecuciones. En el proceso de describir-narrar un suceso, la nota
define y da forma no sólo a ese suceso, sino a las grandes
articulaciones presentadas en un escenario más amplio, el
de la praxis social. Más allá de los pequeños
actos protagonizados por los actores de cada uno de los relatos,
importa centrar la atención en las acciones de que se da
cuenta en la nota roja y fundamentalmente en los protagonistas de
las mismas.
Gráfica
2
La guerra, la imposición
de la ley, la muerte, la delincuencia, la denuncia y los desastres
son las grandes articulaciones sociales que toman vida en la nota
roja. Nuestras 249 unidades de análisis así lo revelaron.
Para ambos casos, Excélsior y El Tiempo, no hay variación
en lo que hace a este comportamiento, ni son significativos los
desplazamientos de una temática sobre otra con el paso del
tiempo. En cambio, sí la hay en cuanto a lo que se dice de
los eventos y los personajes dependiendo de las circunstancias.
Observe el siguiente ejemplo de El Tiempo:
2 de enero
de 1991
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29 de
noviembre de 1991
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Mueren trece
policías en año nuevoLa violencia de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y del Ejército
de Liberación Nacional (ELN) aguó con sangre
la despedida del año viejo y feliz saludo del año
nuevo. Trece agentes de la policía y un suboficial
del Ejército fueron muertos ayer en asaltos de las
FARC y el ELN. En desarrollo de una escalada de violencia
ocurrida en el primer día de 1991, trece agentes de
la policía nacional fueron asesinados ayer...
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Antioquia y
Bogotá, mueren 14 criminalesLa delincuencia común
recibió ayer un duro revés, luego de dos operaciones
policiales que culminaron con la muerte de catorce personas
vinculadas a organizaciones de secuestradores y asaltantes
de bancos. En Antioquia, diez integrantes de una banda de
secuestradores fueron abatidos por la Unidad Anti-Extorsión
y Secuestro...
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En ambas narraciones se da cuenta
de hechos similares: la muerte de decenas de personas. Empero, la
mediatización que se hace de los eventos donde ocurrieron
los decesos se inscribe en una realidad colectiva, ello implica
que los personajes actuantes sean comprometidos con relaciones que
terminan decantando lo que se dice de ellos. Mientras los 13 policías
fueron "asesinados", los 10 integrantes de una banda de
secuestradores fueron "abatidos". Igualmente, los trece
agentes de la policía y un suboficial del ejército
"fueron muertos en asaltos"; en tanto que los delincuentes
cayeron "luego de dos operaciones policiales que culminaron
con su muerte". La acción reportada el 2 de enero de
1991 "aguó con sangre la despedida del año viejo
y feliz saludo del año nuevo", en tanto que la de noviembre
del mismo año fue "un duro revés para la delincuencia".
Si estos actos violentos no fueran
reseñados por los medios que estamos analizando, los muertos
sólo serían para sus familiares y conocidos eso, difuntos.
Sin embargo, estando en un relato son delincuentes, policías,
militares, secuestradores, asesinados, víctimas: personajes.
No hay nombres, características o pormenores de las personas
fallecidas en ninguno de los dos casos; su perfil está delimitado
por la función que les ha sido asignada en el relato. Eran
"integrantes de una banda de secuestradores": todo está
dicho con eso, puesto que esa afirmación se inscribe en un
correlato que le da vida; uno que habla de la delincuencia creciente,
de las bandas de maleantes; que remite a viejas historias de asesinatos,
secuestros, víctimas de la delincuencia y criminales despiadados.
El maniqueísmo en estas notas
es manifiesto, sin embargo debe ponerse atención en que los
bandos del maniqueísmo no están definidos de una vez
y para siempre. El añadir caracteres a un personaje a través
de varias notas en diferente tiempo no es una acción involuntaria
o natural: persigue matizar el perfil de los mismos en el relato-unidad,
pero innegablemente se inscribirá en el meta-relato de que
forma parte y que se construye día a día con narraciones
seriadas. De tal forma que toda aquella persona a quien se asigne
representar ese papel tendrá cada vez más características
agregadas.
En la serie de notas que nosotros
pudimos analizar la categoría de actores es muy evidente:
hay narcotraficantes, ladrones, defraudadores, asesinos; de ellos
se habla con frecuencia respecto a sus actos en narraciones seriadas.
La peculiaridad de la nota periodística es que difícilmente
incluye en un mismo relato a dos personajes, es decir, dos perspectivas
sobre el mismo hecho; si tal hubiera, encontraríamos en una
misma narración, por ejemplo, a alguien hablando de asesinato
y a otro argumentando que se trata de un ajusticiamiento;
ello haría desaparecer la carga intencional y emotiva que
evidentemente persigue cada nota. Lo que sí apreciamos es
la serie dialogada de narraciones en el género policíaco
que hacen posible alimentar la existencia de contrarios perennes.
Los relatos noticiosos no hacen
ver nada (al leerlas nada vemos o escuchamos), pero sí re-presentan;
basan su impacto en el sentido: un orden superior de relación
entre narrador y auditorios. Lo que sucede en el relato no es, desde
el punto de vista real, literalmente nada; lo que hay en ellos es
sólo el lenguaje, su uso para la interlocución entre
los participantes del proceso comunicativo. El reportero desarrolla
su necesaria capacidad para describir en forma patética,
para crear una atmósfera, para impresionar al lector, para
despertar sus emociones y hacerle sentir que está viviendo
los hechos. Esta es una estructura paradigmática nueva, porque
si bien este relato no coincide con los anteriores en cuanto a la
existencia de personajes, de agentes actanciales o de una acción
concreta, sí posee las características que lo ligan
a un esquema narrativo común propio del género de
la nota roja.
El código estilístico
en las narraciones de nota roja.
Todas las notas informativas son relatos sobre la acción
de uno o varios actores sociales y, además, cumplen una función.
La reproducción del acto con fines informativos es inteligible
por tratarse de ítems confiados a un discurso que se vuelve
su propio código. La existencia de un código es elemento
indispensable para la operación de este proceso. Para el
caso de la nota roja, podemos enumerar los siguientes rasgos que
le caracterizan.
a) Hay una convención cómplice. La primera
gran función del género es el intercambio entre un
dador y un destinatario, lo cual representa un primer signo de lectura:
el narrador relata sucesos que él conoce, pero que el lector
ignora; tendría poco sentido que el autor de la nota se diera
a sí mismo la información o que él pusiera
en duda la veracidad de la misma. Así, en la interacción
que supone mutuamente a los dos actantes del proceso comunicativo
hay una primera variable que debe privilegiar ciertas formas de
narración convenientes para emisor y receptor de los mensajes,
dado que ambas partes tienen un acuerdo tácito de considerar
hechos reales los referentes de la narración, sólo
de esta manera pueden considerarse acontecimientos sociales. Este
vínculo se funda en el interés mutuo de intercambiar
contenidos sobre lo que ocurre y no sobre lo que existe o está,
que cae en otros ámbitos de interacción más
específicos, incluso más cerrados. Todo funciona,
pues, en respuesta a las preguntas perennes ¿quién
hizo y por qué?, pero más bien describiendo o ahondando
en qué hace y cómo. Las notas del género privilegian
el nivel descriptivo, pero cuentan también con un segundo
nivel: el argumentativo. Este último se renueva constantemente
a partir de la convención cómplice entre medios y
audiencias.
b) La nota roja cumple un protocolo
narrativo. Los relatos sólo puede recibir su sentido
del mundo que los utiliza. La información del género
tiene que ser tributaria de una situación del relato (de
un marco) que es el conjunto de protocolos según los cuales
es consumido: imágenes, grandes encabezados, calificativos,
etc. Se trata de llamar la atención más que informar.
Tras el cumplimiento de estas condiciones también se haya
una función social poco explorada, porque los diarios se
exhiben cotidianamente en múltiples espacios públicos,
desde el kiosco hasta el consultorio o la oficina; ahí toman
una nueva dimensión las características con que se
presentan las narraciones, sobre todo en la primera plana, de la
que nos hemos ocupado. Ahí hay una serie de lecturas que
nada tienen que ver con la información, pero sí con
la codificación de actos socialmente construidos.
Ya sea un cuento o una fábula,
cada tipo de relato tiene sus propios signos codificados. Las narraciones
del género nota roja también los tienen: la subversión
de las conductas normales es la divisa corriente, por eso el "cayó"
"caen" o "caer" son verbos de uso común
en tanto metáfora de la inversión que cumple sus ciclos.
Los mensajes poseen invariablemente una sustancia icónica.
Pueden o no poseer una fotografía escalofriante o que haga
espectáculo del acontecimiento, pero en su esencia este tipo
de notas encuentran como fin de su mensaje el acento perceptivo
de la acción. La gran mayoría de sus encabezados empiezan
con un verbo, aunque también hay adjetivos, lugares o nombres.
Su estructura es siempre descriptiva, prescindiéndose o dejando
en un segundo plano la entrevista o el soporte documental de otros
géneros periodísticos. Estos relatos son en sí
mismos imágenes, íconos, apoyados -claro- en un guión.
c) No importa informar sino impactar.
Los relatos de la nota roja buscan la elocuencia en su mejor expresión,
aún cuando a causa de ella se termine borrando el episodio
real que da origen a la nota, pero consiguiendo que la narración
devenga en sentimiento colectivo y fábula mediática.
Como en casi ningún otro género, en el de la nota
roja la calidad de testigo impregna al discurso construido con un
estilo apersonal; no obstante, en términos estrictos este
tipo de relatos suelen "engañar" sobre la persona
de la narración: todo sucede como si en una mismo sujeto
hubiera una conciencia de testigo, inmanente al discurso, y una
conciencia de criminal, inmanente a lo referido. No importa si el
reportero no estuvo ahí cuando ocurrió todo; al momento
de estructurar su relato no sólo él se ubicará
en la escena como atento espectador, sino que llevará consigo
al lector.
El reportero de nota roja busca
proyectar que conoció no sólo el hecho, sino las motivaciones,
los impulsos, las reacciones de los actores. Si no fuera así,
faltaría al cumplimiento de su parte en el acuerdo con las
audiencias respecto al sentido de veracidad en las notas. En este
género normalmente se relatan actos atroces, por lo cual,
entre más insólito es el acontecimiento, su reseña
necesita un mayor detalle de los pormenores (de preferencia gráficamente):
imágenes escritas o visuales. A esto se debe, por ejemplo,
que al referir la muerte trágica de una persona a manos de
algún personaje X, se proporcionen la edad, nombre y algunos
datos personales de la víctima o incluso del victimario.
Ello no agregará algún rasgo psicológico a
la persona que protagoniza la acción consignada, pero sí
reviste a la historia entera de una verosimilitud. En el otro extremo
del proceso, la audiencia es emplazada por los mensajes a completar
el círculo, porque la función referencial de la nota
puede alcanzarse a condición de que el público la
consuma y asuma como verosímil y utilizable.
d) No hay distinción entre
lo público y lo privado. La nota roja ubica sus relatos
en el momento cuando estallan las pasiones, pero también
las guerras; cuando explota la locura, pero también un carro-bomba;
aparece en una trágica riña familiar, pero también
en la trifulca de una manifestación callejera; en un arranque
de lujuria o en el multimillonario tráfico de drogas. Las
agendas temáticas conforman un abanico amplio: se relatan
eventos de gran escala, pero también "pequeños"
dramas que tienden a la espectacularización del suceso. Escudriñar
aquellos aspectos de la vida privada de los seres que protagonizan
hechos de escándalo puede restar valor informativo para la
colectividad, pero no rebasa los sistemas protocolarios a que debe
rendir tributo el género, pues se haya dentro de los límites
convenidos con las audiencias. Así que, se trate de un bombardeo
o de los maltratos de un padrastro al bebé que lloraba mucho,
el lector recibirá en los relatos un recuento pormenorizado
de cuánta sangre corrió y por qué.
e) Importan más los personajes
que las personas. La explotación de los personajes por
encima de las personas reales hace que éstos últimos
dejen su naturaleza real y se transformen por medio del discurso
en entes dotados de consistencia psicológica, individuos
que hasta dejan de estar subordinados a la acción reseñada
en un relato para cobrar múltiples existencias entre los
consumidores del texto ya en el mundo real. Esto no ha funcionado
así siempre. La nota roja "clasica" se ocupaba
principalmente de los actos individuales que eran vistos incluso
apasionadamente por el reportero. Hoy, de acuerdo al criterio estadístico
de la sociedad de masas, uno o dos muertos no son tan importantes5.
Hoy es comprobable la modificación sufrida por el género
a raíz de los procesos masificadores, pragmáticos
y globalizadores de la información. Los cánones y
procedimientos protocolarios no podían haber salido impolutos
de esta ola avasallante y hoy la pauta es llevada por la inmediatez,
la premura, la voracidad mediáticas. El incremento del delito
banaliza el sentido de la nota roja, con lo cual la sucesión
de episodios macabros ve reducida su intermitencia por una generalización
que relega las anécdotas delirantes en aras de la explotación
de personajes que alcanzan la notoriedad nacional e internacional.
f) Hay que explotar la temporada.
El clima paroxístico es propio de los grandes momentos de
la nota roja. Siempre será reconocible en estadísticas
una parábola que indique cómo se explota cierta tendencia
informativa a partir de un suceso, o varios de la misma índole,
con los que vienen aparejadas revelaciones en cadena. En este marco
se vuelven "nota" las estadísticas criminales,
las declaraciones, las reacciones, las confesiones, los llamados
de alerta que se circunscriben a un hecho consumado, pero no concluido.
Entonces la nota roja "contamina" al resto de los contenidos
noticiosos en los medios que terminan aceptando su agenda, sus personajes
y su estilo espectacularizante de manera cíclica.
Los medios juegan con las posibilidades
de los hechos noticiables y con las formas de presentarlos de acuerdo
a una dirección, utilizando esquemas ligados a un género.
Así se generan expresiones que luego pasan a formar parte
del repertorio propio del género (aunque no para su uso exclusivo).
Ahora no hay nota violenta si no se esgrime un "cuerno de chivo"
o interviene un "sicario", por citar sólo un ejemplo.
g) Nadie conocía al muerto,
ni se acordará de él, pero sí de la nota.
No se puede negar la inventiva verbal que cimienta los relatos de
nota roja. Imponer el discurso al acontecimiento es fundamental
para conseguir el impacto necesario entre las audiencias. En este
proceso se sacrificarán la objetividad y asepsia informativas,
pero se ganará en emotividad y elocuencia. En 1991 El
Tiempo publicó la historia de un bebé que misteriosamente
desapareció en un hospital público de Bogotá;
la criatura no tenía siquiera nombre, nadie lo conoció,
ni sus padres; sin embargo, las azarosas horas transcurridas entre
el alumbramiento de la madre y la pérdida del cuerpo fueron
campo fértil para el reportero que pudo armar una y mil historias
con las que involucró a sus audiencias; se especuló
si fue accidentalmente tirado a la basura, si nació muerto,
si acaso fue hurtado. Salvo sus padres y el personal médico,
nadie se acordará del hecho un día después.
En cambio, la narración será perdurable y tomará
múltiples existencias, tantas como lectores tenga. Será
siempre un hecho narrativo más que un acontecimiento social.
Sólo como fábula de lo grotesco, hechos reales como
ese tendrán un interés noticioso. ¿Si el periódico
no procede así, corre el riesgo de que el lector, incrédulo,
cierre el diario y vea una telenovela?
h) El escándalo es cotidiano.
Las sociedades mexicana y colombiana tienen en su naturaleza la
contradicción: cultural, racial, ideológica, estética.
Es natural, pues, que produzca cotidianamente hechos controversiales.
En promedio, dos de cada tres ejemplares de los periódicos
que analizamos contenían en su primera plana una nota roja.
En este marco polivalente, para los periodistas del género
narrar los asesinatos políticos, las vendettas entre narcotraficantes
o los crímenes por motivos religiosos o raciales a la manera
de panfleto gótico, el pasquín o el triller es una
salida discursiva útil. La violencia que se aborda en las
notas de que dispusimos para este trabajo, va desde la tribal hasta
la de la lucha de clases, la política y la delictiva. Denunciar
es hacer proselitismo, por ello al pasar por el tamiz del género
de nota roja el objeto y consecuencia de cada una de ellas se torna
confuso.
i) Las historias anormales se
dirigen a normales. A la nota roja se le atribuye sobre todo
un afán de recrear el morbo, fascinar, regodearse en el escándalo
y la muerte. En nuestra América Latina, dice Néstor
García Canclini6, se han
abierto definitivamente las puertas de reestructuraciones muy amplias,
entre ellas la del campo sociocultural. Bajo esta óptica,
el ciudadano es cada vez menos el representante de una opinión
pública y más el consumidor que se interesa en disfrutar
espectáculos mediáticos.
La nota roja se mantiene y adapta
en este nuevo medio a través de relatos basados en la exhibición
fugaz de los acontecimientos, con todas las características
emotivas y sensacionalistas. "Adios Barranquillita", dice
el pie de una foto publicada en El Tiempo en la que se muestra el
sepelio de un niño de la calle, muerto a manos de un escuadrón
de la muerte. En el sacrificio de ese joven arden intensamente las
contradicciones sociales, sin embargo para la imagen y su apoyo
narrativo todo se reduce al sentimentalismo melodramático.
Notas:
1
Para conocer cifras acerca del comportamiento delictivo en Colombia
véase Deas, Malcom (1995). Dos ensayos especulativos sobre
la violencia en Colombia, Fondo Financiero de Proyectos de Desarrollo-Departamento
Nacional de Planeación, Bogotá.
2 Sobre los usos moralistas y
las vinculaciones con la moraleja de las notas de este género
discurre Carlos Monsiváis en su artículo "Fuegos
de Nota Roja", publicado por Nexos, núm. 176, México,
agosto 1992.
3 Para ver más sobre este
tema, remítase a Orozco Gómez, Guillermo (1987). Televisión
y producción de significados, Universidad de Guadalajara.
4 Un excelente ejemplo de esto
es el Libro Rojo, de V. Rivapalacio y M. Payno, texto que es un
exquisito cronista de historias negras del México colonial.
5 Para contar con una referencia
necesaria respecto a la nota roja del siglo XX, véanse, por
ejemplo, los textos de Myriam Laurini y Rolo Diez dedicados a la
Nota Roja en México clasificados por decenios de Editorial
Diana. O la Picaresca de nota roja de Miguel Donoso Pareja (1993),
Editorial Samo, México.
6 C Canclini, Néstor (1995)
Consumidores y ciudadanos, Grijalbo, México.
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Mtro.
José Luis Arriaga Ornelas
Egresado de la licenciatura en Comunicación
de la Universidad Autónoma del Estado
de México, México, cuenta con una maestría
en Estudios Latinoamericanos y actualmente es doctorante en Ciencias
Sociales por la misma universidad. |