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Por Margarita Espinosa Meneses
Número 23
I. Introducción
Austin1 señala que al hablar
no nada más decimos, sino que también hacemos cosas,
tales como prometer, informar, preguntar, ordenar, etcétera.
Una de esas "cosas" que también hacemos al hablar
es insultar. El insulto, pues, cumple una de las funciones principales
y necesarias dentro de la comunicación. Los hombres necesitamos
insultar, y lo podemos hacer de muy diversas maneras, utilizando
formas sutiles, disfrazadas, apoyándonos exclusivamente en
el tono de nuestra voz o usando palabras especializadas en herir,
sobajar y/o lastimar a las personas, es decir, haciendo uso de las
llamadas "malas palabras" o groserías.
II. Su importancia.
En nuestra lengua, las groserías poseen una carga semántica
única, la cual no lograríamos expresar si las reemplazáramos
con alguna otra expresión, por ejemplo, si en una situación
determinada nos molesta el comportamiento inoportuno o lo dicho
por alguna persona, y nos sentimos con toda la libertad de ofenderla,
tenemos dos opciones, o bien le decimos "eres una persona que
posee poca inteligencia" o recurrimos a una grosería:
"eres un idiota". Aunque en ambas formas lo que se está
señalando es la poca capacidad intelectual del individuo,
la segunda expresión refleja mayor énfasis en ese
defecto.
Asimismo, las groserías representan
una válvula de escape para la tensión por la que pasamos,
al insultar descargamos a tal grado nuestro enojo, nuestra impotencia,
nuestro dolor, que se podría decir que el insulto puede cumplir
también una funcionan catártica en el ser humano.
En el lenguaje escrito la presencia
de insultos ha sido común, su uso ha quedado registrado en
todas las épocas del español, incluso en el lenguaje
poético, valgan como ejemplos los siguientes fragmentos:
"Profecía de Casandra"
(año:1270)
(fragmento)
--¡Gent perdida,
mal fadada,
gente sin entendimiento,
gente dura,
gente fuerte
sin ventura,
dada a muerte,
gente de confondimiento!
Soneto contra Góngora (s.XVII)
Francisco de Quevedo (fragmento)
Yo te untaré mis obras
con tocino,
porque no me las muerdas Gongorilla,
perro de los ingenios de Castilla,
docto en pullas cual mozo de camino.
Algo sobre
la muerte del mayor Sabines (1973)
Jaime Sabines (fragmento)
Mi padre tiene el ganglio más
hermoso del cáncer
En la raíz del cuello, sobre la subclavia,
Tubérculo del bueno de Dios,
Ampolleta de la buena muerta,
Y yo mando a la chingada a todos los soles del mundo.
El señor Cáncer, El señor Pendejo,
Es sólo un instrumento en las manos oscuras
De los dulces personajes que hacen la vida.
En los tres fragmentos anteriores
vemos insultos que consisten en adjetivar ("gente sin entendimiento"),
comparar (el habla de Góngora --Gongorilla, término
despectivo-- con los ladridos de un perro), o bien nombrar de manera
directa, en este caso al cáncer ("el señor Pendejo).
En este punto se hace necesario
aclarar que no siempre hemos insultado con las mismas palabras,
es decir, una expresión que era ofensiva en el s.XV, ahora
pudiera ya no serlo, ya que las lenguas son entidades vivas: se
transforman a lo largo del tiempo. El idioma español ha registrado
numerosos cambios en el transcurso de su historia, tanto en su morfología
como en su fonética, en su sintaxis y, desde luego, en su
semántica; han desaparecido algunas palabras y han surgido
otras, veamos algunos ejemplos tomados del primer fragmento de arriba.
Gent ha agregado un sonido más /e/ para facilitar
su punto de articulación, fadada participio pasado
del verbo fadar, el cual ya no existe en el español
actual y significaba 'enfadar'.
Así pues, las palabras de
una lengua sufren procesos que pueden ser motivados tanto por causas
externas (sociales, psicológicas, influencias de otras lenguas,
etc), como por causas internas (procesos internos a la lengua misma).
Las llamadas "malas palabras" no han quedado fuera de
estas transformaciones. Veremos a continuación cómo
muchas de las que ahora clasificamos como groserías no eran
consideradas como insultos, sino que el significado ofensivo se
incorporó a ellas ya avanzado nuestro idioma, mostraré,
en resumen, cómo es que han surgido las palabras que ahora
conllevan una carga ofensiva.
III. Los grupos semánticos
En México tenemos un amplio repertorio de groserías,
organizándolas en campos semánticos nos quedarían
grupos como los siguientes2 :
· Aquel en el que el insulto
se basa en la comparación del hombre con los animales (¡eres
un marrano!, ¡no seas cabrón!)
· Aquel en el que los insultos giran entorno al sexo (¡es
una puta!, ¡caracoles!)
· Aquel en que la palabra chingar es la palabra central
(¡eso es una chingadera!, ¡les dieron una chinga!)
· Aquel en que la palabra madre es la palabra central (¡hijo
de tu pinche madre!)
· Aquel en el que las groserías hacen alusión
a la baja capacidad intelectual de las personas ("viejo zoquete",
"¡qué imbécil eres!")
El presente trabajo se enfoca exclusivamente
al estudio del último grupo: al de las palabras que utilizamos
para calificar despectivamente el intelecto de las personas.
III La historia: "¡Qué
baboso eres!"
Para calificar peyorativamente la inteligencia de las personas,
los mexicanos utilizamos básicamente las palabras que a continuación
listaré, en un primer grupo presento aquellos términos
que se prestan fácilmente a ser utilizados como ofensas:
los nombres de ciertos animales. Los siguientes grupos están
organizados con base en la complejidad de procesos lingüísticos
por los que han pasado las groserías a lo largo de la historia
del español.
Bestia, asno, burro, buey
Resulta un proceso común comparar a los animales con ciertas
actitudes, características o comportamientos humanos. Aunque
no se tiene documentada la fecha en la que empiezan a utilizarse
como insultos, es muy probable que las palabras que integran este
grupo, sean los términos más antiguos con los que
hemos ofendido al hombre cuando nos referimos a su escasa inteligencia.
Bestia, del latín
bestia, 'animal silvestre', se registra por primera vez en
la segunda mitad del s.X. Resulta fácil ver el simil entre
el significado de esta palabra y el hombre que no posee una educación,
una cultura, por eso pasa a ser una bestia, un animal que no ha
sido amansado, enseñado.
Asno del latín asinus,
primera documentación 1076, 'mamífero solípedo
del género Equus'. Este animal, lento, soso ha sido utilizado
como animal de carga, su poca agilidad ha servido como punto de
comparación para el hombre de escasa inteligencia. En México
las palabras asno y burro son sinónimos, en
cuanto a que designan al mismo tipo de animal, sin embargo, en el
terreno de los insultos la palabra asno posee una mayor carga despectiva,
contrástense las siguientes expresiones: '¡qué
asno eres!', '¡qué burro eres!'.
Burro es un derivado de
borrico, 'caballo pequeño', se documenta por vez primera
ya muy avanzado nuestro idioma: s.XV.
Buey del latín bos,
bovis, 'macho vacuno castrado', se documenta por primera
vez en 1184. Este término presenta una modificación
fonética de su primera consonante (oclusiva bilabial /b/),
la cual retrasa su punto de articulación y se convierte en
velar /g/, muy probablemente por influencia del triptongo y para
facilitar el punto de articulación, así surge la forma
que es hoy utilizada como insulto: güey.
El buey es un animal lento y pesado, ha sido utilizado como animal
de arrastre, comparar la inteligencia humana con las características
de este animal resultaba verdaderamente un insulto, sin embargo,
el uso excesivo de este término atenuó su significado
despectivo a tal grado que muchas veces es utilizado sólo
como muletilla, sin la menor carga ofensiva: "¿qué
haces güey?, ¿nada, güey".
Tonto, zonzo, bobo y baboso
Estas cuatro palabras nacieron por proceso expresivo, el cual es
un recurso utilizado por los hablantes para la creación de
nuevos términos, consiste en la repetición de una
misma sílaba to-to, zo-zo (más tarde agregarían
/n/ como apoyo en la pronunciación), bo-bo, ba-ba (palabra
de la cual se derivaría baboso).
Tonto es registrado por primera
vez en 1577 ya con el significado actual (persona de poca inteligencia
correspondientemente a sus actos, comportamiento, palabras, etc),
a partir de ese momento se encuentra recurrentemente. Corominas3
señala que tonto es una palabra que se utiliza más
en España que en América, pues en América compite
con zonzo, término que se utiliza con el mismo significado
que tonto.
Zonzo se documenta por primera
vez en 1622. Primeramente hace alusión a una persona sosa,
lenta, sin gracia, sin embargo, su significado se ha extendido,
tal vez por contagio de tonto, y en la actualidad también
es usada para señalar la falta de inteligencia. Zonzo
desaparece del uso común de España en el s. XIX.
Bobo proviene del latín
balbus, 'tartamudo', muy probablemente, esta palabra latina
tiene un origen imitativo, es decir, provendría de la repetición
de sílbas b...b. En el español es registrada por primera
vez en 1490; aunque en la actualidad su significado haga referencia
a una persona cuya inteligencia es menor, lo cierto es que, de este
grupo de insultos es una de las palabras más tenues en cuanto
a su significado ofensivo, incluso bobo es más veces
utilizado con un sentido amigable o cariñoso.
Baboso se deriva de la palabra
baba, 'saliva', documentada ésta en el latín
vulgar, tiene su origen, al igual que las anteriores palabras, en
la repetición silábica, baba nombraba el babeo y balbuceo
de los niños pequeños. Baboso(a) se documenta
por primera vez en el español en el año de 1475 y
alude al que arroja baba, es decir, a los niños. Así,
cuando le decimos a alguien baboso, lo que le estamos diciendo es
'tienes la inteligencia de un niño chiquito', claro está
que, por contagio de todo el grupo de insultos que aluden a la inteligencia
y por la fonética misma de la palabra, baboso es un término
que tiene una carga semántica mucho más ofensiva,
tal vez cercana a estúpido.
Torpe, idiota, imbécil,
estúpido, mentecato y papanatas.
Los siguientes términos provienen del latín, el cambio
que ellos reflejan radica en la extensión de su significado,
pues en el latín denotaban, sobre todo, alguna deficiencia
física, pero es en el español en donde este grupo
de palabras extiende su significado para hacer alusión a
una deficiencia intelectual. Asimismo, aunque todas son documentadas
desde el latín, es hasta el s. XIX que se empiezan a utilizar
con el significado que hoy conocemos, en otras palabras, su nacimiento
como insultos es en el s. XIX. Revisémoslas brevemente.
Torpe del latín turpis
'feo, deforme, innoble, ruin, infame'. En el s. XIII incorpora
a su significados el de 'rudo, tardo', y es hasta mucho después
que por extensión, de lo físico a lo intelectual,
encontramos 'tardo en comprender'.
Idiota, tomado del latín
idiota 'profano, ignorante', en español se documenta
desde el s. XIII, sin embargo, el significado actual ('hombre con
inteligencia anormalmente insuficiente') data tan sólo del
s. XIX. De los insultos que señalan la falta de inteligencia,
idiota, es uno de los más fuertes que tenemos.
Imbécil del latín
imbecillis 'débil en grado sumo', con este significado
es utilizado ya en español en 1524, pero es hasta el s. XIX
cuando es usado con el sentido de 'alelado, escaso de razón'.
En latín hacía referencia a una debilidad física,
sólo en escasas ocasiones y, por extensión, aludía
a una 'debilidad mental'. En la actualidad esta situación
se ha invertido, es decir, el uso que realizamos de la palabra imbécil,
en la es para denotar la debilidad mental. Como insulto su significado
es muy ofensivo.
Estúpido del latín
stupidus 'aturdido, estupefacto'. Aunque es documentado por
primera vez en el español en 1691, Corominas señala
que es una voz rara en los clásicos españoles (Rojas,
Góngora, Cervantes), sin embargo, en el francés de
ese tiempo sí es una palabra muy usada, por lo que probablemente,
el español la toma del francés. En el s. XIX ya es
muy frecuente en nuestra lengua con el significado actual: 'necio,
falto de inteligencia'. Estúpido es una palabra con
gran carga ofensiva.
Mentecato del latín
mente captus, literalmente 'cogido de la mente', con el sentido
de 'persona que no tiene toda la razón'. Posteriormente,
su significado se transforma y en la actualidad la Academia define
esta palabra como 'tonto, falto de juicio, privado de razón',
es decir, pasó de designar a una persona que no poseía
por completo la razón a una persona que no la tiene. En cuanto
a su papel de insulto no es tan fuerte como el anterior y es de
menor aplicación en el uso.
Papanatas de papar (éste
a su vez del latín pappare 'comer') y natas.
Al igual que la forma anterior, es una palabra compuesta, la Academia
la define como 'persona simple y crédula' o 'demasiado fácil
de engañar'. Dentro del grupo de términos que insultan
la inteligencia de las personas, papanatas no posee gran
carga despectiva, su uso también es menor si lo comparamos
a la frecuencia de aparición que tienen torpe, idiota,
imbécil y estúpido.
Zoquete, tarugo, tarado, pendejo.
Este grupo se caracteriza por el cambio radical que han sufrido
los términos que lo componen, dicha transformación
consiste en la ampliación de su significado. En el grupo
de arriba, por ejemplo, vimos extensión de significado, pero
ésta consistió exclusivamente en calificar también
el intelecto de las personas, es decir, las palabras que lo integran
denotaban a un individuo 'lerdo, retrasado, soso'; hacían
referencia a lo físico, la innovación radicó
en que, con el paso de los años, incorporaron a su significado
el retraso de la capacidad intelectual. Pues bien, ahora veremos
ejemplos de ampliación de significado mucho más complejos,
pues entre el primero, que no era insulto y el que conocemos en
la actualidad se registraron un mayor número de procesos.
Zoquete del árabe
suqât, 'desecho, objeto sin valor'. Documentado por
primera vez en el español en 1655 con el significado de 'pedazo
de madera o de pan que queda sobrante'. Parece ser que es hasta
el s.XIX cuando esta palabra adopta el sentido figurado de 'persona
ruda', en la actualidad, la Academia presenta como cuarta acepción
de zoquete la de 'persona tarda en comprender'. Podemos
observar a primera vista la evolución semántica que
ha sufrido esta palabra, para conocer las causas que originaron
dicha transformación, necesitaríamos realizar un seguimiento
histórico detallado, sin embargo, podemos aventurar que se
trata de un proceso de abstracción en el que se parte del
significado de 'pedazo de madera o de pan', por la forma
que poseen éstos se pasa a nombrar zoquete a las personas
rudas, rechonchas, pequeñas y de allí se extiende
este significado de rudo, pequeño para calificar el
intelecto.
Tarugo de origen incierto,
'clavija de madera' 1ª. Documentación en 1386. Al igual
que zoquete, tarugo es un término que ha pasado por
varios procesos para incorporar a su significado la referencia a
una "menor capacidad intelectual". La Academia nos da
como primera acepción el significado de 'pedazo de madera
o de pan', es decir, lo presenta como sinónimo de zoquete,
es hasta su cuarta acepción que leemos "persona tarda
en comprender"
Tarado participo pasado de
tarar y éste probablemente del árabe tárah,
'deducción, sustracción, descuento'; parte del peso
que se rebaja. 1ª. Documentación s. XV, después
toma el significado de rebaja, descuento, desecho de donde se llega
a tara , 'que padece tara física o psíquica'
Pendejo del latín
pectinículus de pecten-inis 'pubis', en el
s.XV 'pelo que nace en el pubis'. Esta palabra representa el insulto
más fuerte de todas las que designan la escasa inteligencia
de un hombre y, desde luego, cuando los mexicanos la utilizamos
no nos referimos a lo que denotaba en sus orígenes, sino
que le damos el sentido de 'estupidez en grado sumo'. Es interesante
reflexionar cómo es que llegamos a ese significado, si partimos
de su denotación primaria tenemos que un vello púbico
resulta una cosa insignificante, pero al mismo tiempo nos remite
a lo obsceno, lo sexual, lo escatológico, así decirle
a alguien que era un pendejo resultaba rebajarlo a la importancia
de un vello púbico (confróntese con expresiones como
"eres una mierda"), con la serie de connotaciones que
conlleva. Muchas personas conocen la acepción de origen de
la palabra pendejo, pero no son pocas las que desconocen
su primer significado, lo cierto es que los mexicanos al utilizar
esta palabra nos referimos a un tipo en exceso menso.
En la actualidad, la Real Academia presenta como primer significado
de esta palabra su denotación antigua ('pelo que nace en
el pubis'), pero incorpora el siguiente significado en un segundo
término 'hombre cobarde y pusilánime' y en
tercer lugar la acepción que se refiere al intelecto: 'hombre
tonto y estúpido'.
III. Conclusiones
1) El insulto cumple una parte importante dentro de la comunicación,
al realizarlo no nada más decimos sino que hacemos cosas
(insultamos).
2) Las groserías son palabras con una carga semántica
única, por lo que no pueden ser reemplazadas por otras.
3) Las groserías, al igual que muchas de las palabras del
español, han sufrido diferentes transformaciones, ya sea
en su morfología, en su fonética o en su significado.
4) Dentro del grupo de las 'malas palabras' podemos distinguir un
amplio grupo de términos que utilizamos para insultar a las
personas refiriéndonos a su intelecto.
5) Dentro de un continuum que va de menor a mayor significado ofensivo,
en el español de México, bobo representa el
primer extremo, en tanto que pendejo conlleva una mayor carga
ofensiva.
Notas:
1
Cfr. Austin, J.L. Cómo hacer cosas con las palabras.
1990
2 Esta clasificación semántica
la propone Carlos Laguna en su libro Palabras y palabrotas.
3 Cfr. Joan Corominas. Diccionario
crítico
Bibliografía:
Austin. Cómo hacer cosas
con las palabras. Barcelona: Piados, 1990
Corominas, J. Y Pascual, J.A. Diccionario crítico etimilógico
castellano e hispánico.
Madrid: Gredos, 1991.
Laguna, Carlos. Palabras y palabrotas. México: Publicaciones
Cruz, 1988.
Moliner, María. Diccionario de uso del español.
Madrid: Gredos, 1996
Real Academia Española. Diccionario de la lengua española.
Madrid: Espaca-Calpe,
1992.
Rius. El libro de las malas palabras. México: Grijalbo,
2001.
Mtra.
Margarita Espinosa Meneses
Catedrática del Departamento de Letras
del ITESM Campus Estado de México, México |