Razón y Palabra Bienvenidos a Razón y Palabra.
Primera Revista Electrónica especializada en Comunicación
Sobre la RevistaContribucionesDirectorioBuzónMotor de búsqueda


Febrero - Abril
2000

 

Número del mes
 
Números anteriores
 
Editorial
 
Sitios de Interés
 
Novedades Editoriales
 
Ediciones especiales



Proyecto Internet


Carr. Lago de Guadalupe Km. 3.5,
Atizapán de Zaragoza
Estado de México.

Tels. (52) 58 64 56 13
Fax. (52) 58 64 56 13

Comunicación y poder en México. El imperio del desorden.
 
Por Irving Berlín Villafaña
Número 17

1994 marca el final del sexenio salinista. También, el inicio de nuevos procesos de descomposición social, generados por las políticas neoliberales y su impacto en pequeños empresarios y clases medias y bajas; la transición aplazada ante el debilitamiento interno del FDN que se convierte en PRD (Partido de la Revolución Democrática) y las contradicciones del Partido de Estado en tránsito a un partido moderno. El nuevo año, anuncia el inicio de una de las guerrillas postmodernas de América Latina más interesantes y avanzadas en opinión de Alain Touraine Regis Debray, el EZLN, cuyo líder declara la guerra al Ejército Mexicano y al Presidente Salinas la misma fecha en que entra en vigor el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá. El nuevo año, termina también en medio de asesinatos políticos de alto nivel, como el del Lic. José Francisco Ruiz Massieu, máximo dirigente del PRI y del Lic. Luis Donaldo Colosio, candidato del mismo partido a la Presidencia de la República; crímenes relacionados con el narcotráfico, conflictos internos no aclarados entre el hermano de Salinas, el Lic. Raúl Salinas de Gortari y grupos políticos. En fin, nuevas muestras de descomposición del régimen de la revolución mexicana que tantos años había logrado mantener los conflictos dentro de los cauces institucionales.

Con estos antecedentes, asume la presidencia -con amplio margen de votos-un candidato alterno del PRI, el Dr. Ernesto Zedillo Ponce de León, quien se enfrenta de manera infortunada al manejo de las políticas financieras debilitadas por el deslizamiento de la cotización del peso frente del dolar; las presiones psicológicas que en los mercados de capitales generó la guerrilla que pronto se hizo de una base social importante, y la estructura fabricada por su antecesor que había fomentado el desplazamiento de grandes capitales especulativos de gran movilidad. Los mexicanos padecimos, a partir de estas fechas, la inestabilidad política y moral generada por la miseria mostrada a escala nacional e internacional de los indígenas, los controles estrictos de las variables macroeconómicas y ajustes presupuestales que disminuyeron el gasto público, los escándalos políticos del encarcelamiento del hermano del presidente anterior, Lic. Raúl Salinas de Gortari acusado de narcotráfico, de malversación de fondos, tráfico de influencias y asesinar al líder priísta José Francisco Ruiz Massieu; incluso, Carlos Salinas, después de breve huelga de hambre en protesta por las supuestas injusticias perpetradas contra su familia se va al exilio a Irlanda, como otro gran modernizador, el Gral. Porfirio Díaz. En fin, hablamos de los efectos sociales y políticos de la borrachera neoliberal de la administración anterior.

Las libertades de prensa y de expreeión durante lo que va de la administración del presidente Ernesto Zedillo navegan en el mar violento de las contradicciones del control informativo del Estado -o lo que ha quedado de él- y las necesidades de la lógica del mercado, sintetizados en una falta de políticas nacionales de comunicación que puedan terciar entre estas polaridades cada vez menos equidistantes y las tendencias neoliberales de la desregulación de las industrias del ramo. Eso es particularmente destacable, sobre todo cuando la importancia de los medios en la conformación cultural y política de los ciudadanos ha aumentado dada la desproporción de su influencia respecto de otros aparatos ideológicos. "En 1998 existen en la República Mexicana 595 estaciones de televisión divididas entre canales nacionales, repetidoras, televisoras locales, y televisoras de los gobiernos estatales. En cuanto a la radio existen 1,332 emisoras en el país, divididas en 875 estaciones en A.M. y 479 en F.M. En cuanto a los sistemas de satélites se cuenta con el complejo de satélites Morelos II, Solidaridad I y Solidaridad II que cubren todo el territorio mexicano y otras partes del continente americano (El sistema de satélites Morelos I ya terminó de operar con vida útil). En cuanto a los medios escritos México cuenta con 400 periódicos de circulación local y 192 revistas, la mayoría de circulación nacional y de periodicidad variable. En cuanto a las agencias de información existen 59 agencias de noticias, de las cuales 14 son nacionales y 45 internacionales, con 64 corresponsales extranjeros, 57 de periódicos y 7 de revistas" (Esteinou, Javier: 1999)

La televisión inaugura el juego de la competencia de los mercados, no solamente por la dualidad Televisa-Televisión Azteca, sino que también el auge de los sistemas de cable muestra a los consumidores formas televisivas no desarrolladas antes en el país. La nota roja, muy poco desarrollada en México levanta oleadas de audiencia en horas muertas y también fuerte crítica desde sectores moralizantes de la población; los noticieros viran de proyectar enfoques informativos a tonos amarillistas y alarmantes que son bien recibidos en poblaciones acosadas por la violencia de las grandes ciudades como el DF, Guadalajara o Monterrey. Jesús Galindo, investigador de la Universidad de Colima dijera que existe "baja cultura de la información, lo que sí existe es consumo de medios de comunicación. La televisión es central, la radio más presente, el periodismo doméstico de chismes y periodicasos(...) Cultura del espectáculo que sustituye a la fiesta, de la pasividad que inhibe a la actividad y la iniciativa".

El monopolio informativo impuesto por Televisa durante décadas se quiebra no solo por la existencia de un competidor fuerte, con la que muchas veces comparte líneas editoriales- sino por la necesidad de recobrar la credibilidad perdida por tantos años de unión corporativa con el PRI y los gobiernos emanados de él. Guillermo Ortega, el sucesor de Jacobo Zabludovsky en el noticiero nocturno de mayor audiencia comenta las anécdotas de la apertura en Televisa: " don Emilio Azcárraga Milmo me llamó a su oficina y me dijo: `Oye, estos cuates sabían cómo hacerle, pero ahora nos han demostrado que ya no saben. Este es otro país, esta es otra sociedad y Televisa tiene que ser otra empresa. La oficina que vas a ocupar ahora, si aceptas, fue la que se encargó de contener, de limitar, de conducir. Ahora es una oficina que se tiene que ocupar de abrir y conducir, pero la apertura, no la cerrazón''. (La Jornada, 7 de junio, 1998).

Esta apertura, en efecto, ha diseñado sus márgenes con gran elasticidad, pues del mismo modo como denuncia por medio de imágenes auténticas y de gran fuerza dramática el asesinato de campesinos en Aguasblancas, Guerrero, o las condiciones de pobreza extrema en Chiapas y las matanzas de indígenas, reproduce las líneas editoriales del Gobierno en el caso de los extranjeros que apoyaban las acciones del EZLN y las tendencias amarillistas de la otra televisora. Lolita Ayala y Javier Alatorre, conductores de los informativos de Tv Azteca, por su parte, explotan de manera permanente el morbo y defienden parcialmente a figuras del gobierno frente de la rebelión insurgente de Marcos. Aunque los nexos con los gobernantes han diminuido, la autorregulación editorial los pone muy cerca de los intereses gubernamentales pese a que han entendido que son empresas que pertenecen más a la sociedad que al gobierno." En las áreas informativas de Televisa, TV Azteca y Multivisión, reconocen que el régimen de concesiones es una presión adicional sobre el trabajo informativo, pero coinciden con la Asociación Mexicana de Derechos Humanos en que, a estas alturas, la amenaza de cancelación pesa menos sobre sus líneas editoriales". (Proceso 1077, 22 de junio de 1997).

La prensa mexicana también sufre importantes cambios en su propia identidad. La mayor dependencia financiera con la circulación de sus ejemplares ha obligado a diseñar nuevas prácticas y enfoques en el manejo de la información que favorezcan el consumo masivo de los medios. Así, las cabezas contundentes; las declaraciones retóricas que pueden hacer voltear la mirada y estimular la compra del periódico; los articulistas que mezclan opinión con información reproduciendo rumores, globos sonda, declaraciones off the record; la noticia editorializada de modo que pueda generar corrientes de simpatía y de opinión; los enfrentamientos violentos en las calles de la ciudad o de los grupos políticos, se han vuelto absolutamente necesarios. El investigador de medios, Raúl Trejo, ha dicho que precisamente en estos tiempos en los que la reforma del estado es más necesaria y su apoyo mediático más importante, la inmadurez del campo solo ha introducido otras variables de confusión al caos de la vida política nacional. Esta responsabilidad es compartida con ciertos sectores políticos que fomentan perversas alianzas con los periodistas de beneficio doble: medir el impacto de ciertos rumores y especulaciones en la vida nacional y, por el otro, contar con supuestos informantes de primera mano que se mueven en las amplias alcobas palaciegas. (Trejo, Raúl; 1997)

Las libertades públicas en México gozan de un laissez faire nocivo y desordenado que se defiende tanto desde las políticas públicas como desde los sectores empresariales. En el Plan Nacional de Desarrollo 1995-2,000 se "ratifica el inquebrantable compromiso del Ejecutivo Federal de respetar la libre manifestación de las ideas, la libertad de escribir y publicar sobre cualquier materia, así como de no coartar de modo alguno la libertad de imprenta, cuyos límites son el respeto a la vida privada, a la moral y a la paz pública. El Ejecutivo Federal considera que pretender normar las garantías individuales sobre la libertad de expresión entraña más riesgos que beneficios, pero estará en todo momento atento a las propuestas de la sociedad y el legislativo(...) El Ejecutivo Federal expresa su compromiso de proponer y adoptar medidas efectivas para cumplir regular y oportuna y suficientemente con el derecho a la información. El Gobierno de la República ofrecerá asiduamente la información económica y social, generada por el Estado, que permita a la ciudadanía el análisis, seguimiento y evaluación de las políticas públicas".

No obstante, pareciera que estos compromisos se cancelaron con una adjetivación que cambio la calidad del discurso. El 7 de julio de 1996, en la conmemoración del Día de la Libertad de Prensa, el presidente de la república convocó a que los "medios autorregulen su libertad, porque no es el poder público el que debe fijar las reglas de ética y de responsabilidad profesional de los mismos; sino estos los que deben determinar su autorregulación de cara a los más altos intereses de la sociedad y en beneficio de su calidad como instrumentos de la opinión pública. Los medios han ganado su libertad a fuerza de ejercerla. Es una libertad cuyos límites establece cada editor, cada concesionario, cada periodista, según sus intereses y según sus convicciones. Pretender normar la libertad de expresión entraña muchos mas riesgos que beneficios"

"Estoy esperando la respuesta", dijo el domingo 25 de agosto ante las cámaras de Televisa. "Yo creo que el presidente está equivocado", responde Sergio Sarmiento, vicepresidente de Noticias de Televisión Azteca: "Antes de pedir censura o autocensura deberíamos estar seguros que estamos atacando el origen de la enfermedad y no un síntoma". Y anuncia que los programas se terminarán, por lo menos en la empresa donde trabaja, cuando los anunciantes se retiren o los altos niveles de audiencia bajen. No antes.

El publicista Eulalio Ferrer califica: "Yo creo que el presidente trata el problema de una manera elemental y restringida". Y aunque califica de "positiva" la preocupación de Zedillo, explica cómo en un mundo en que los medios de comunicación se están globalizando "resulta casi imposible normar sus contenidos". La preocupación presidencial es parte del embate de algunos sectores contra estos programas que han proliferado recientemente en México. Al presidente Zedillo se han unido varios anunciantes encabezados por Roberto Servitje, presidente del Consejo de Administración de la empresa Bimbo, así como la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF), que de plano piden que dicha programación se suprima de las p�ntallas. (Proceso, 1 de sept, 1996)

La convocatoria del presi�ente abolió el papel interventor del estado, del peso del derecho positivo y las leyes de la materia y también abrió una puerta que no se ha transitado adecuadamente en el país: la de la ética informativa y la voluntad mercant�l. Entonces, la decisión de �romover programas amarillistas, difundir rumores, mentiras y confusiones, atentar contra lo ordenado por las antiguas leyes en la materia se volvió pan de cada día.�La fuerza de tales decision�s generó que el mismo presidente, �n un plano personal, y no como hombre de estado, intentara formar opinión en torno de ciertos valores informativos que pudieran reorientar la dinámica del mercado: "El presidente Ernesto Zedillo exigió ayer a los concesionarios de la radio y la televisión en México dejar atrás ``la obsti�ación por la violencia'' y q�e, sin ignorar problemas, carencias e insuficiencias ni eludir la realidad, dejen de conferir tantos acentos a la violencia, al grado que ``parecen querer exaltarla y alentarla''. Además,les pidió no fomentar la costumbre de ver la violencia como algo normal ni hacer que los niños se formen o se entretengan con ella. (La Jornada, 18 de octubre de 1997).

Los medios de comunicación volvían a estar en el centro del debate nacional. Aguilar C mín s`brayaba que "La nueva liberad de nuestros medios es una ocasión de buenos negocios privads y mala política nacional. No saben dónde dejar de beber y sepropasan frente a nosotros todos los días creyendo que su borrachera libera a los demás y a el�os mismos, que prueba su madurez y su independencia. Los medios tienden a volverse los fines de nuestra incipiente borrachera democrática. Piden a los demás actores de la vida política del paí� rigores y profesionalidades que no se exigen a ellos mismos. Actúa� como

los últimos ciudadanos libres de toda sospecha. Son los�ltimos depositarios de la buena conciencia en la crisis gener�l de mala conciencia que es toda transición democrática. Son el poder más exigente y el que menos se exige, el que pide todos los días a los demás las cuentas que no se pide a sí mismo. Así, los medios se van convirtiendo en los fines. Su buena concienc1a acusatoria y demandante sólo pu-de compararse con la pobreza profesional de sus acusaciones y denun5ias. Y su impunidad es total, mayor que la de ningún otro de los actores públicos que arrastran la cobija de su pasado o constru�en la ilusión de su futuro d@ frente a la borrachera sin contrapesos de esos medios. (Aguilar, 1997)

Otras voces como las de Fernández Cristtlieb, GómeA Mont, Esteinou y Trejo Delarbre, se alzaron reclamando la necesidCd de asumir de nuevo una política nacional de comunicación que reconociera los mecanismos de autorregulación colegiada como los colegios de periodistas y los códigos de ética, sin que éstos fueran sustitutos de la acción reguladora de la ley, ridículamente vigente y cancelada por las ideas del propio presidente de la República. Las diferentes legislaciones mexicanas en la materia�se mantienen sin grandes cambios y con poco poder de control sobre las prácticas mediáticas. La s�mulación, la aplicación discrecional, el atraso, la sustitución de la posibilidad reglamentaria y de actualización, son el marco en el que las industrias priv�das tejen conceptos míticos, subjetivos, individuales y muchas veces perversos y parciales sobre lo que es o debe ser el derecho constitucionalmente consagrado de la información. México, dice Esteinou, es "uno de los siete países con el marco jurídico mas atrasados en materia de comunicación, solo equiparable a Libia, Irak, Katar, y Cuba; y por debajo �e naciones como Paraguay, Colombia y Guatemala".

En los últimos años, grupos parlamentarios de oposición (PRD, PAN) han desarrollado sendas iniciativas de le� que intentan corregir estas desviaciones sin que hayan logrado sus objetivos. La industri� comercial y su versión mitificada de la libertad de empresa c�nvertida en libertad de expresión, ha maniobrado públicamente cada vez que se acercan las fechas de lectura de la iniciativa en las cámaras, defendiendo la autorregulación, la mano invisible y soberana del consumidor y atacando lo que consideran intentos fascistas de amordazar un régimen abierto de libertades.

 

 

El régimen de libertades informativas o la censura invisible

El sistema político mexicano, al igual que la configuración cultural que le sirve de base, debe entenderse desde la perspectiva de su mestizaje. Por un lado, sobreviven formas de expresión política que corresponden al substrato precolonial y, por el otro, se construyen diversas mixturas teóricas de la modernidad. "El cacique es, a la vez, autoridad de la sociedad tradicional y miembro, por su cultura política, del pueblo político y engranaje del Estado moderno; la presencia del cacique es tanto más indispensable cuanto más grande es la separación entre ambos mundos". Como él, numerosas instituciones tienen un discurso moderno pero desarrollan prácticas metaconstitucionales y metalegales que permiten su traducción de las elites a las bases sociales, abismalmente diferenciadas, al decir de Francois Xavier Guerra, al grado que "son más radicales que las francesas o españolas" (Guerra;44-45;89).

Los hibridismos en materia de libertades, se observan en diferentes condiciones históricas. Una de las constituciones más avanzadas -la mexicana- que recoge los aportes de la etapa de desarrollo moral del liberalismo, y garantiza la libertad de palabra y de expresión además de un paquete de derechos sociales, coexiste con una ley de imprenta abiertamente coactiva que no ha intentado orientar la interpretación de las únicas limitantes a dicha libertad, " los ataques a la vida privada, moral y paz públicas". La ley se mantiene vigente y se aplica a individuos que reparten libelos por las calles y no a los grandes medios de comunicación. Esto habla, evidentemente, de un poder judicial debilitado e incapaz de generar jurisprudencia en este sentido y de las injerencias que el presidencialismo omniprescente ha tenido en los otros ámbitos de poder de la República.

Este doble juego de libertad-censura y abrir-cerrar libertades, ha sido una constante en México, enfatizándose en ocasiones por las presiones más o menos notorias de sistemas informativos como el de la conducción de masas y el de exclusión, sobre la forma informativa típica adoptada en las democracias occidentales: la persuasiva. El período Cardenista, por ejemplo, mantuvo el juego de la libertad de expresión, apoyándose en un programa de educación, concientización y agitación social para grupos obreros, campesinos y trabajadores, con rasgos similares al régimen soviético y su tesis de la prensa y la propaganda socialistas. La diferencia estaba en que no era el único sistema informativo, ni se ejercía el control irrestricto de los medios, sino que compartía el protagonismo con prácticas liberales, en un intento de evitar el potencial destructivo de la lucha de clases pero sin evadir la responsabilidad moral del estado de intervenir en favor de los sectores desprotegidos. La apuesta por una democracia basada en la economía mixta, hacía necesarias también prácticas informativas dobles que sugirieran la modernización capitalista sin excluir la ideologización de las masas, como una condición indispensable para su organización y defensa de intereses.

El proceso de institucionalización de la revolución, a partir de la fundación del PRI, acabó con esta etapa de coherencia política con las tesis del constituyente del 17. El usufructo del control de las masas sirvió para acelerar el desarrollo capitalista a expensas de las libertades de expresión y de participación social bajo un discurso nacionalista. Las leyes no cambiaron. Simplemente, fueron el marco de numerosas prácticas emanadas del poder ejecutivo, permitidas por un mercado de las comunicaciones con poca solidez y una población poco exigente y bien coptada bajo las estructuras corporativas del partido.

El crecimiento de las clases medias fortalecieron en determinado momento la trabazón de las clases sociales, catalizando demandas inhibidas y exigencias de apertura que fueron dándose a cuenta gotas hasta llegar al perído actual, caracterizado por un laissez faire informativo�

Se dice que nunca como hoy, los mexicanos gozamos de mayor libertad de expresión, valga decir, a cambio de las libertades de participación. Aunque tradicionalmente se relacionan ambas liberta�es, el planteamiento actual del neoliberalismo aparenta las primeras para destruir sistemáticamente las segundas, pues pese a la crisis del sistema corporativo priísta, algunos de sus mecanism�s, como el control de la CTM (la Confederación de Trabajadores de México) siguen funcionando en los sectores cupulares, como medida de contención a los topes salariales y su repercusión en la �auperización de las clases medias y bajas, tanto como en el logro de las variables macroeconómicas.

Tampoco ha sido un asunto de las leyes. Con la vigen�ia actual de la ley de imprenta d� 1917 y de la Ley Federal de Radi� y Televisión, los medios actúan de manera autorregulada en función de la mano invisible del mercado, asumiendo como decían Jefferson y Madison que es preferible aguantar los excesos de la libertad de expresión que ponerle trabas y mecanismos de autocensura. De espaldas a las leyes, y�en cierto sentido como susti�ución de éstas, el Presidente Zedillo ha estimulado en diversos mom�ntos de su gobierno la idea de que la regulación no debe venir del Estado, sino de los propios �rganismos colegiados de periodistas -que tampoco existen- o, en su caso, por los propios equilibrios demandados por la esfera del consumo. La defensa de las libertades públicas y en particular del derecho a la información, consagrada en 1977 en la Constituci�n Mexicana y que obliga al Estado a garantizarla, se ha cambia�o por una de las grandes falacias del mundo contemporáneo: la� pseudolibertades del consumo.

El mercado, esa mano invisible que transfiere los derechos del ciudadano al mero y "soberano" acto de consumir, es quien se encarga de excluir o incluir contenidos en comunión con los grupos soc�ales y empresariales a los que sirve, aumentando aún más �u dependencia con las tecnoestructuras informativas. Esta libertad empresarial -para hacer más dinero y generar más consensos en torno de los procedimientos para crear la riqueza y depositarla en manos reducidas- supone que todo puede ser difundido siemp�e y cuando sea mayoritariamente consumido. Se puede, por ejemplo, difundir mensajes escandalosos y amarillistas que sigan debilitando la imagen del Estado para fortalecer la del mercado; promover contenidos especializados en la vida íntima, los sentimientos y las miserias del hombre común; encender la hoguera de las pasiones xenófobas y nacionalistas s�empre y cuando sea necesario�para debilitar la guerrilla zapatista, etc. Lo que no se puede hacer, y no porque hubiera en todos los casos actitudes de censura directa, es la discusión de l�s asu�tos públicos desde las posiciones de defensa de los intereses de clase, romper el aparato de con�rol que inhibe la participación social y cuestionar de m�nera definitiva el discurso neoliberal. No puede hacerse, porque las audiencias, han preferido entretenerse con las otras basuras. Para muestra basta el raiting.

El nuevo estado seductor defiende la libertad de expresión, cuando es la antítesis de la libertad de participación y cuando no descubre los puntos débiles de la�crisis neoliberal y sus inhumanas consecuencias de miseria y desig�aldad social. ¿No es maravillosa esta libertad de expresión, o de consumo, que encubre la censura invisible del mercado y hace inecesarias las leyes, los códi�os y los manuales de ética? ¿ No es encantador presentar las nuevas tecnologías como esencia de las utopías comunicacionales que garantizan el espejismo de la interactividad, y dejar de lado que funcionan como libertades de privilegio, cuya condición es la de poseer el dinero suficiente para entrar a los bancos de datos, INTERNET, televisión restringida, etc?

 

La libertad del mercado es la violencia estructural y la censura invisible. Basa su mentira en considerar que la racionalidad individual del consumo existe de manera desocializada y deshistorizada como un gran acto de voluntad, perdiendo de vista que es un reflejo de la condición estructural por la que vive el individuo. Es decir, que la ubicación social del sujeto le permite clasificar, escoger, seleccionar productos o contenidos informativos acordes con sus propias marcas culturales de clase. Al mismo tiempo que segmenta, generaliza dada la presión de las grandes industrias culturales de expandir sus mercados. De ahí, que el escándalo y el amarillismo sean bienvenidos en mercados transnacionales. El resultado ideológico es el afianzamiento de la estructura social, sin ningún compromiso moral por parte del Estado.

La nueva libertad de expresión en México ha disminuido el control del Estado, la censura gubernamental, los crímenes contra periodistas y hasta ha facilitado la denuncia de ciertos sectores en contra del aparato estatal. Por el otro lado, ha favorecido las prácticas distorcionadores en los canales de la información, aumentando los "globos sonda", la información inutil y amarillista y la manipulación de la información desde las esferas transnacionales de la gran industria cultural. La gran utopía de Tocqueville sobre la prensa también ha tenido en el gran pensador la anticipación de sus contradicciones: a) los hombres se sentirán iguales e independientes, b) tendrán ideas sencillas sobre todo gracias a la cultura de masas, c) la igualdad será favorecida por el Estado que acrecentará la debilidad del individuo, d) aumento de las elites tecnoeconómicas y del poder central. Y todo esto, en México, coexistiendo con discursos neoliberales, una constitución que garantiza el derecho a la información y con leyes restrictivas y reguladoras de la información. ¿Se trata del régimen de persuasión informativa de las masas o de un proyecto sistemático de disolución de las colectividades?¿ Se trata, de nuevo, de una realidad compleja que tiene en su seno, tendencias contradictorias, híbridas que se reconocen en la ley y se desconocen en la práctica? México vive los finales de este siglo un escenario desconectado al servicio de la nueva mitología del mercado y sus "invisibles" mecanismos de órden.

NOTAS


Irving Berlín Villafaña

.